Equivalen a las poblaciones combinadas de Australia y Rumania. Son más de 42 millones y hablan 560 lenguas. La mayoría (38 millones) vive en México, Guatemala, Perú y Bolivia. Son los primeros pobladores de nuestras tierras -los indígenas de Latinoamérica. Sin embargo, están más relegados que el resto de la población. ¿Por qué?
Es cierto que tienen más visibilidad y participación en las decisiones políticas y más de 15 países de la región han firmado la convención de pueblos indígenas y tribales, el Convenio de la OIT 169, que garantiza un serie protecciones para estos grupos.
También ha habido logros importantes en las comunidades indígenas en cuanto al acceso a la educación la electricidad y al agua potable, así como una importante reducción de la pobreza indígena en países como Perú y Bolivia.
Pero un nuevo estudio del Banco Mundial encuentra que a pesar de los avances contra la pobreza en la región, la vida de los pobladores originarios del continente ha mejorado muy poco.
Hoy los indígenas son los más pobres entre los más pobres del continente, viven en peores condiciones y reciben peores ingresos que los no indígenas, incluso con niveles similares de educación.
Parte del desafío, también, es que las comunidades indígenas no necesariamente comparten la misma visión del desarrollo en términos de logros económicos, políticos y sociales.
Paralelamente, en varios países se han aprobado leyes y otros mecanismos para reconocer sus derechos, sus territorios y sus tradiciones.
De modo que la primera década del siglo XXI ofrece dos historias contrastantes para los indígenas de América Latina: se abrieron nuevos canales para su reconocimiento y participación, pero persisten la discriminación, la exclusión y la injusticia.
Estos y otros temas se recogen en el estudio Latinoamérica Indígena en el siglo XXI, elaborado por el Banco Mundial, y que será presentado este lunes 15 de febrero en Panamá.
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