El Toyota Yaris deja el estacionamiento de la tienda de autos y se funde nervioso en la calle principal, casi consciente de su tamaño y estatus de “recién llegado” en las concurridas calles de Santiago.
Sólido y sin pretensiones, el Yaris es una metáfora apta para describir el estatus de sus ocupantes y flamantes propietarios: la familia chilena Pugh, de cinco miembros, quienes trabajaron a brazo partido para sumarse a las filas de la clase media de América Latina, y ahora disfrutan de su nuevo lugar en la sociedad, pero también sorteando cautelosos los baches en el camino hacia la prosperidad que tienen por delante.
Más de 50 millones de personas como los Pugh han escalado posiciones sociales y económicas durante la última década en América Latina para convertirse en miembros de la clase media, lo que significa un aumento de más del 50%. Casi un tercio de las familias latinoamericanas se consideran ahora a la clase media, hecho que también ha reducido la proporción de pobres de la región en un porcetanje casi exacto al de clase media (o el 30% de la población), según señalan expertos en un nuevo estudio.
"Es un incremento histórico, relacionado con la bajada de las tasas de desempleo y la informalidad. Por ello, el crecimiento de la
clase media en los últimos diez años tiene que ver con la dinámica de crecimiento y de la generación de empleos", explica Augusto de la Torre, economista jefe regional del Banco Mundial.
Esta es una buena noticia para millones de latinoamericanos que caen dentro del rango de ingresos de $10-US $ 50 por habitante y día --el parámetro utilizado para determinar quien pertenece a la clase media. Sin embargo, en la medida en que las condiciones económicas globales empeoran, los expertos temen que esos flamantes miembros de la clase media se vean expulsados de su nuevo estatus.
Resulta que la vigorosa expansión de la clase media es el resultado directo del boom económico y creación de empleo de los últimos años en América Latina, factores que podrían convertirse en las primeras víctimas de la turbulencia económica en Europa y un crecimiento más lento en China.