“Cómprenme algo”, dice un niño a una pareja que está sentada en una cafetería de uno de los barrios que están de moda en la ciudad de México. Él está vendiendo pequeñas figuritas multicolores y va de mesa en mesa en vez de jugar con los juguetes que ofrece. Por su aspecto se ve que no debe tener más de 7 u 8 años.
Esta escena se repite con demasiada frecuencia en México.
Y con razón: hay millones de niños que trabajan en el país, de los cuales 870.000 tienen menos de 13 años.
Sin embargo, la cifra de menores que realizan un empleo remunerado o no, se ha reducido en los últimos 10 años, debido en parte a que los padres han recibido una mejor educación, y a programas sociales como “Oportunidades”, que proporciona dinero en efectivo a las familias que mantienen a sus hijos en la escuela.
Un estudio conjunto del Banco Mundial, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y UNICEF muestra que se trata de una tendencia positiva, aunque el problema es aún apremiante y se necesitan políticas específicas.
¿Quiénes son los niños que trabajan?
Casi el doble de niños labora en el campo que en la ciudad. Además, la cifra es mayor en estados como Guerrero, en el sur (donde trabaja el 12% de los de 6 a 13 años), que en Chihuahua, en el norte (donde solo lo hace el 1,4%).
Cuanto mayor es el niño, es más probable que abandone la escuela y comience a trabajar. Por ejemplo, un tercio de los mexicanos de 17 años está en el mercado laboral.
Muchos niños que trabajan asisten a la escuela al mismo tiempo, lo cual tiene consecuencias en su rendimiento académico y en su salud, sobre todo si son muy jóvenes, ya que pasan menos tiempo realizando sus actividades escolares, descansando o jugando.
Esto significa que sus probabilidades de tener un empleo formal mejor remunerado en el futuro son más bajas.