Ya casi son las 5 y la noche cae sobre el barrio de San Francisco-Los Horconcitos, en el departamento de Rivas en Nicaragua. Salvo por la luz proveniente de algunas casas, las calles están oscuras. Jaqueline Bello, una de las vecinas del lugar, mira televisión mientras cocina algo para la cena y espera su turno para ducharse.
Su ritual es muy diferente al de hace unos meses. “Antes tenía que ir todos los días a esta hora a donde mi mamá, a unos 400 metros de acá, para buscar agua y utilizar su baño”, recuerda. La de Jaqueline se suma a las 125 casas de esta localidad rural que hoy tienen instaladas conexiones domésticas de agua, algo que hasta hace un tiempo era muy inusual en la zona.
"Las familias de la comunidad están contentas porque tienen lavamanos, duchas e inodoros con palanca", explica Ángela Durand, quien es también vecina y coordina el Comité de Agua Potable y Saneamiento (CAPS) del lugar. Esta agrupación forma parte de las 5.200 organizaciones comunitarias del país que administran y manejan el sistema de agua potable en las áreas rurales y, actualmente, abastecen a más de 1 millón de personas en Nicaragua.
En el barrio San Francisco-Los Horconcitos, el comité ha logrado que 445 personas tengan acceso a agua y servicios de saneamiento, instalando cañerías que hicieron posible la construcción de baños en las casas, incluyendo 45 letrinas ecológicas.
Además del trabajo que han realizado en el barrio, Ángela se siente orgullosa de que la organización incluye y respeta a las mujeres del lugar. “Nosotras como mujeres también estamos organizadas y tenemos capacidades para administrar nuestros proyectos y nuestras comunidades al igual que nuestros hogares”, concluye.