El Fenómeno de La Niña 2010 – 2011, que destruyó 8 mil viviendas, causó daños en más de 400 mil otras y dejó 3.5 millones de personas damnificadas, puso en evidencia lo vulnerables que somos ante los fenómenos de la naturaleza, y todos los vacíos que tenemos para su reducción.
De hecho, en la primera década de este siglo hubo más viviendas afectadas y personas damnificadas por inundaciones y deslizamientos en Colombia, que en los 30 años anteriores.
Según estudios del Banco Mundial, esta mayor frecuencia de los desastres y la magnitud de sus daños se debe a que ha aumentado la exposición y la vulnerabilidad de los colombianos: el 85% de la población vive en zonas expuestas a dos o más amenazas naturales.
El riesgo de vivir en la ciudad
Los colombianos que viven en las ciudades son los que están más expuestos y más vulnerables a desastres.
La razón es que cada vez se construyen más viviendas de manera informal, con materiales y técnicas de construcción inadecuadas, y en lugares con mayor riesgo.
Más de la mitad de las viviendas destruidas por inundaciones, deslizamientos, erupciones, sismos y otros desastres desde 1970 habían sido construidas en zonas consideradas no aptas para ser urbanizadas. La mayoría de estas viviendas han sido destruidas por inundaciones, según los estudios del Banco Mundial.
Esto es un tema esencial, si se considera que tres de cada cuatro colombianos viven en áreas urbanas y que sigue aumentando el número de familias que se instalan en viviendas precarias.