Algunos de los “blancos” más fáciles para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero están justo frente a nosotros todos los días: el carbono negro de los vehículos que funcionan con diésel y los fuegos para cocinar hechos a partir de combustibles sólidos, el metano de los residuos sólidos y los hidrofluorocarbonos de los aerosoles.
Se trata de los contaminantes climáticos de corta vida (SLCP, por sus siglas en inglés), llamados así por su permanencia relativamente breve en la atmósfera. Si se los reduce ahora, se puede ganar tiempo mientras los países se esfuerzan por bajar sus emisiones de carbono de mayor duración, y su disminución puede entregar al mismo tiempo beneficios comunes inmediatos para la salud y la agricultura.
El nuevo informe “Integration of Short-Lived Climate Pollutants in World Bank Activities” (Integración de contaminantes climáticos de corta vida en las actividades del Banco Mundial) identifica las maneras para que el Banco Mundial a través de sus proyectos pueda contribuir más a la reducción de los SLCP, como el carbono negro, el metano, el ozono troposférico y los gases fluorados conocidos como HFC.
El documento destaca los modos en que las inversiones del Banco ya están reduciendo dichos contaminantes y muestra dónde existe potencial para un mayor avance. Se analiza una amplia gama de actividades en este sentido, entre ellas:
• Sistemas de transporte ferroviario y de autobuses que puedan reducir las emisiones de carbono negro y proporcionar sólidos beneficios comunes para la salud pública local;
• Métodos de recolección y eliminación de residuos sólidos que puedan hacer bajar las emisiones de metano;
• Cocinas y hornos mejorados que emitan menos carbono negro, y
• Sistema de riego del arroz y gestión de aguas residuales que emitan menor cantidad de metano y entreguen beneficios generales para la productividad agrícola y la salud.
Entre los ejercicios de 2007 y 2012, el 7,7% de los compromisos del Banco Mundial –cerca de US$18.000 millones-, fue destinado a actividades pertinentes a los SLCP en los sectores de energía, transporte, carreteras, agricultura, silvicultura, y residuos y aguas residuales urbanas. El informe sugiere que se puede hacer más.
El documento, preparado a pedido del Grupo de los Ocho (G-8), fue dado a conocer hoy por Rachel Kyte, vicepresidenta de Desarrollo Sostenible del Banco Mundial, en la Asamblea de Alto Nivel de la Coalición Clima y Aire Limpio (i) en Oslo.
“Si bien continuamos –y debemos seguir– exigiendo la reducción de las emisiones de CO2, los esfuerzos por reducir estos contaminantes climáticos de corta vida pueden tener un efecto inmediato en la disminución del calentamiento y las consecuencias resultantes de los fenómenos climáticos extremos y el aumento devastador del nivel del mar”, dijo Kyte.
“Desde nuestra perspectiva, es muy importante una decidida acción para reducir los SLCP, ya que proporciona a nuestros clients -los países en desarrollo, especialmente los más pobres y vulnerables-, una oportunidad crucial para adaptarse al cambio climático”, señaló. “Al mismo tiempo, la disminución de estos contaminantes puede tener grandes impactos positivos para la salud y la agricultura y otros beneficios en materia de desarrollo”.
De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) (i), una acción rápida para la reducción de los SLCP podría evitar unos 2,4 millones de muertes prematuras cada año por contaminación atmosférica antes de fines de 2030, y la pérdida anual de unos 32 millones de toneladas de cultivos. También podría tener unefecto directo sobre el cambio climático, con el potencial de disminuir hasta 0,5 grados centígrados el calentamiento esperado para 2050.