Sinónimo de ecoturismo, de vacaciones en playas paradisiacas, de “pura vida”, Costa Rica tiene, sin embargo, un negocio aún más jugoso: la exportación mundial de piñas.
En efecto, este pequeño país centroamericano es el principal exportador de piñas frescas en el mundo, con más de 1,7 millones de toneladas que generaron unos 791 millones de dólares en ventas de la fruta en 2012.
Pero esta importante industria enfrenta numerosos obstáculos para llevar sus productos hasta su destino en Europa y Estados Unidos.
Desde el campo de producción hasta los anaqueles de los supermercados o fruterías, esas piñas han pasado por decenas de kilómetros de caminos mal pavimentados, han sido retenidas en el puerto en contenedores esperando la aprobación de los controles sanitarios y de exportación. Por ejemplo, el costo de transporte de piña es 8 veces más caro desde la plantación hasta la planta empacadora por caminos no pavimentados, que desde allí al puerto de embarque por caminos asfaltados.
La historia es similar en todo Centroamérica y para una gran variedad de productos.
Los mismo pasa con la carne de Nicaragua, los ejotes en Guatemala, o el café orgánico en Honduras. Son productos perecederos para los cuales un día de más, incluso algunas horas, pueden significar la pérdida de la carga, incluso cuando son transportados dentro del mismo istmo centroamericano. Así, los pequeños productores de carne nicaragüenses en el Ayote pagan 3 veces más por el transporte en caminos rurales no pavimentados que los grandes productores, localizados en zonas con rutas más modernas.
Un estudio del Banco Mundial analiza la cadena de suministro de productos agrícolas y ganaderos en Centroamérica y cuáles son los principales cuellos de botella que afrontan para su exportación intrarregional y a terceros mercados como Estados Unidos y Europa.