Bajemos la temperatura
Bajemos la temperatura: Cómo hacer frente a la nueva realidad climática es el tercer informe de una serie preparada para el Grupo Banco Mundial por el Potsdam Institute for Climate Impact Research y Climate Analytics.
El primer informe (i) examinó los riesgos en todo el mundo si la temperatura del planeta aumentara 4 °C. El segundo informe se centró en tres regiones –África, Asia meridional y Asia sudoriental– y los riesgos para la seguridad alimentaria, la seguridad hídrica y las ciudades en zonas bajas expuestas a un aumento peligroso del nivel del mar y al grado de vulnerabilidad a las tormentas.
El nuevo informe se suma a fuertes advertencias del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) sobre el ritmo del cambio climático y las transformaciones de la energía necesarias para mantener el nivel de calentamiento en 2 °C.
América Latina y el Caribe
En el informe se advierte que en América Latina y el Caribe habrá sequías más prolongadas, fenómenos meteorológicos extremos y aumento de la acidificación de los océanos.
En los Andes tropicales, el aumento de las temperaturas reducirá la acumulación anual de hielo los glaciares y el agua de los deshielos que ocurren en primavera de la que dependen unos 50 millones de personas en las granjas y ciudades en zonas bajas. El calor y la presión producida por las sequías aumentarán sustancialmente el riesgo de pérdida de bosques en gran escala, afectando a los ecosistemas amazónicos y la biodiversidad, así como la capacidad de los bosques para almacenar dióxido de carbono.
El aumento de las temperaturas también afecta la seguridad alimentaria. En el informe se indica que los océanos, que han absorbido hasta el momento casi el 30 % (i) de todo el dióxido de carbono generado por el hombre, continuarán acidificándose y calentándose, dañando los ecosistemas de coral donde prospera la vida marina y enviando las poblaciones de peces que migran hacia aguas más frías. El resultado para el Caribe podría ser una reducción del potencial actual de pesca de más del 50 %.
Oriente Medio y Norte de África
La región de Oriente Medio y Norte de África se ha ido adaptando al calor extremo durante siglos, pero los impactos del aumento de las temperaturas no tendrán precedentes.
En el informe se señala que los fenómenos extremos de calor se extenderán por todo el territorio durante periodos más prolongados, haciendo que algunas zonas se vuelvan inhabitables y reduciendo las áreas agrícolas. Las ciudades experimentarán un efecto de islas de calor cada vez mayor, de forma que con un calentamiento de 4 °C –posiblemente en la década de 2080 si no se toman medidas para frenar el cambio climático– la mayoría de las capitales de Oriente Medio podrían enfrentarse a cuatro meses de días extremadamente calurosos cada año.
El aumento de las temperaturas ejercerá una intensa presión sobre los cultivos y los ya escasos recursos hídricos, aumentando potencialmente la migración y el riesgo de conflicto. El cambio climático multiplica las amenazas en esta región y en otras partes.
Europa oriental y Asia central
En el informe se muestra cómo en Europa oriental y Asia central el impacto del cambio climático variará según la región. En Asia central, el derretimiento de los glaciares y el aumento de las temperaturas harán que época de plantación de cultivos se retrase hasta la primavera y alterará los caudales de los ríos alimentados por los glaciares, mientras que en los Balcanes en Europa oriental, un mayor riesgo de sequía repercutirá en los rendimientos de las cosechas.
El ascenso de las temperaturas también incrementa el deshielo del permafrost, que libera metano, un potente gas de efecto invernadero muchas veces más poderoso que el dióxido de carbono para atrapar el calor. Si el calentamiento avanza hacia los 2 °C, para mediados de siglo las emisiones de metano del deshielo del permafrost podrían aumentar entre un 20 % y un 30 % en Rusia, generando un círculo vicioso de retroalimentación que impulsará el cambio climático.
Acciones del Banco Mundial para disminuir los riesgos
“Afortunadamente, existe un creciente consenso sobre lo que se hace falta para cambiar ese trayecto insostenible en el que nos encontramos”, dijo el presidente Kim. “Las medidas para reducir el ritmo del cambio climático no tienen por qué ir en contra del crecimiento económico”.
El Banco Mundial está realizando inversiones en eficiencia energética y energía renovable para ayudar a los países a reducir sus emisiones sin renunciar al crecimiento de sus economías, y estimulando una transformación hacia el transporte no contaminante que puede ayudar a las ciudades de rápido crecimiento a seguir un camino de crecimiento más sostenible.
También colabora con los Gobiernos en el diseño de políticas que apoyen el crecimiento limpio, incluyendo el desarrollo de estándares de eficiencia, la reducción de subsidios a los combustibles fósiles y la fijación de un precio del carbono. Está claro que el sector público no puede resolver el problema del cambio climático por sí solo: la inversión privada y las decisiones empresariales inteligentes son cruciales, pero los ejecutivos señalan que necesitan que los Gobiernos proporcionen orientaciones normativas claras y coherentes (i) que reflejen los costos reales de las emisiones. En este sentido, en la actualidad el Banco evalúa proyectos (i) en 77 países para determinar el riesgo climático y las oportunidades de medidas relativas al clima.
Asimismo, ayuda a los países a encontrar oportunidades de acción en materia de cambio climático y a desarrollar instrumentos financieros para aumentar los fondos que pueden ayudarlos a crecer de manera limpia y con capacidad de adaptación a los eventos climáticos.
“La forma en que respondamos al desafío del cambio climático definirá el legado de nuestra generación”, dijo el presidente Kim. “Nunca ha habido tanto en juego”.