Una cifra estimada de 1 millón de filipinos cayó en la pobreza en 2013 después del paso del tifón Haiyan, que destruyó más de 1 millón de viviendas y socavó la economía nacional causando pérdidas por USD 12 900 millones.
Tan pronto como el ciclón Aila devastó las zonas costeras de Bangladesh en 2010, los niveles de desempleo y pobreza aumentaron 49 % y 22 %, respectivamente.
Las presiones económicas que enfrentó Guatemala debido al paso del huracán Stan en 2005 obligaron al 7,3 % de las familias afectadas a hacer trabajar a sus niños en vez de enviarlos a la escuela.
Cada vez que se produce un desastre natural, este no solo deja una estela de devastación, sino que también sume aún más en la pobreza a las comunidades.
Pero lo que se destaca en los titulares noticiosos son los costos financieros de los desastres naturales, es decir los daños en los edificios, la infraestructura y la producción agrícola. No obstante, nuevos estudios indican que poner énfasis en el impacto monetario de las catástrofes naturales no entrega un panorama completo de la situación. De hecho, lo distorsiona.
Esto se debe a que el costo representa solo las pérdidas sufridas por las personas lo suficientemente ricas que desde un principio tienen algo que perder. Sin embargo, el costo no puede explicar el efecto devastador de los desastres en los pobres del mundo, que sufren en términos relativos mucho más que las personas más adineradas.
Considerando esta perspectiva, un nuevo informe del Banco Mundial y el Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación (GFDRR) advierte que los desastres naturales son un obstáculo más grande de lo que se pensaba para poner fin a la pobreza en el mundo. El informe titulado Unbreakable: Building the Resilience of the Poor in the Face of Natural Disasters (Irrompible: Generar resiliencia en los pobres frente a los desastres naturales), dado a conocer esta semana en la vigésimo segunda Conferencia de las Partes (CP 22), pone de relieve la urgencia de adoptar políticas con un planteamiento inteligente respecto del clima que protejan mejor a los más vulnerables.