Hace tan solo tres décadas, Medellín era conocida como una de las ciudades más violentas del mundo. Frecuentemente la tasa de homicidios superó los 300 homicidios por cada 100 mil habitantes. Los nombres de Pablo Escobar y su cartel de Medellín, o las bandas de sicarios y los “Pepes” eran de fama internacional. Nadie quería viajar a Medellín.
Hoy ese pasado se ve remoto, o a través de famosas series de televisión. Hoy Medellín es una ciudad modelo en muchos aspectos: redujo su índice de violencia en forma significativa en los últimos 20 años; la tasa de homicidios es hoy cercana a los 20 homicidios por cada 100,000 habitantes (menor que el promedio nacional de Colombia en 24) y ha ganado premios internacionales importantes, como el de la ciudad más innovadora en 2013 cuando fue ganadora del concurso City of The Year, organizado por el diario estadounidense Wall Street Journal y Citi Group.
Estamos en 2017 y Medellín es considerada como una ciudad modelo de desarrollo urbano. La Comuna 13, fue considerada uno de los barrios más peligrosos de la ciudad, enclavada en una de las montañas que rodea a la ciudad, se ha convertido en un destino turístico. Con sus escaleras eléctricas que la recorren y los murales que la decoran, el espacio público que antes estaba en manos de delincuentes ahora es propiedad de la comunidad.
En cada parada de una escalera a otra se encuentran desde los mejores helados de mango hasta venta de churros y camisetas con los símbolos de la Comuna. Las escaleras eléctricas son únicas en el mundo y se han convertido en la solución más innovadora para la necesidad de la comunidad, quienes deben ascender el equivalente a 28 pisos, según datos de la Alcaldía.
Como lo dice su alcalde Federico Gutierrez, Medellín ha logrado el éxito gracias a la resiliencia; al sentido de pertenencia; a la articulación del sector privado, público y académico; al trabajo con la ciudadanía; a la creatividad, innovación y capacidad de asumir riesgos; y a la continuidad de programas, proyectos y política pública.
¿Cómo crear comunidades de ciudades? ¿Se podría replicar este ejemplo en otras ciudades de América Latina?