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ARTÍCULO Junio 21, 2018

Hacer el mismo trabajo, pero ganar menos

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Mujeres peruanas trabajando en una fábrica. 

DIETER CASTAÑEDA / BANCO MUNDIAL


La diferencia de ingresos entre hombres y mujeres no solo afecta las afecta a ellas y a sus familias, sino que desacelera el ritmo del desarrollo en América Latina

Educación: universitaria. Profesión: administradores de empresa. Experiencia laboral: 10 años. Horario formal para él y para ella: ocho horas diarias. Nivel de sus cargos: ambos son supervisores de área. Salario: ella gana un 30% menos.

Esta es una escena laboral típica; pero no solo queda ahí. A las mujeres les cuesta mucho más que a los hombres entrar con éxito en el mercado de trabajo: según datos de la OIT, la participación de las mujeres en el mercado laboral de América Latina es del 50,2%, mientras que la de los hombres es del 74,4%.

Otras deben conformarse con tener un trabajo informal (que implica condiciones precarias), mientras que muchas más no pueden ni siquiera trabajar porque se casaron siendo niñas o quedaron embarazadas a edad muy temprana, o porque una postura machista en casa les frena sus ambiciones personales.

Aunque en los últimos 50 años ha habido un progreso significativo de mujeres que trabajan, y poco a poco han ido escalando posiciones de liderazgo profesional, ellas siguen lidiando con dificultades que configuran escenarios que no solo son injustos, incorrectos y desventajosos para las mujeres, su futuro y el de sus familias, sino que constituyen una piedra de traba para el desarrollo económico que sus países.

La lucha por la igualdad de género tiene un costo más alto de lo que se imagina: en el mundo, los países pierden 160 billones de dólares debido a las brechas de salario de por vida entre hombres y mujeres, según el informe Potencial desaprovechado: el alto costo de la desigualdad de ingresos por género, del Banco Mundial.  

Invertir en las mujeres para aumentar la riqueza de un país

El reporte toma como punto de partida que la principal fuente de riqueza de un país radica en su capital humano. De hecho, representa dos tercios del capital, por encima del capital natural y el capital producido, como maquinarias, suelo urbano residencial, entre otros medidos por el precio de mercado. En América Latina el 60% de la riqueza es su gente.

A nivel mundial, esta desigualdad trae como consecuencia que en la actualidad las mujeres representen solo el 38% de la riqueza en capital humano, frente al 62% de los hombres. Dato que solo ha variado en un punto porcentual desde 1995.

Y si se pone el foco en los más pobres, el dato es mucho peor: en los países de bajos ingresos y de ingresos medianos bajos, las mujeres representan solo un tercio o menos de la riqueza de capital humano.

Esta diferencia es la causa principal de que la riqueza del capital humano global sea aproximadamente un 20% menor de lo que podría ser, sostiene el economista principal del Grupo del Banco Mundial y autor del informe, Quentin Wodon.

El informe demuestra que la igualdad de género, incluida entre los Objetivos de Desarrollo Sustentable para 2030, tiene un gran impacto económico: mientras más se procure la equidad de género, mayor será el crecimiento sostenible en los países.

"Invertir en la equidad de género es aprovechar un recurso valioso, hasta ahora desaprovechado en gran medida, para superar la pobreza y promover la prosperidad compartida. Una demostración de esto es que aproximadamente el 30% de la reducción de la pobreza extrema de América Latina, entre el 2000 y 2010, se atribuye al trabajo femenino", señala el estudio.

La desigualdad de género en términos de salarios no es una realidad exclusiva de un país o un continente. En todas las regiones, incluso en las naciones desarrolladas, las mujeres tienen que atravesar grandes barreras para participar plenamente en la fuerza laboral y ganar tanto como los hombres.

 Y en América Latina, a las batallas contra la desigualdad de género para decir basta al acoso y el abuso sexual en todas sus dimensiones y terrenos se suma la de crear condiciones económicas justas como recompensa por el trabajo que hacen las mujeres.

Aunque no son las más altas, en América Latina las pérdidas de ganancias debido a brechas salariales entre los hombres y las mujeres son de 6,7 billones de dólares.

Actuar ahora y para el futuro

 Según la ONU, si el empoderamiento femenino sigue a este ritmo, tomará 220 años cerrar la brecha entre hombres y mujeres.

Las posibilidades para mejorar no solo consisten en que los empleadores tomen consciencia ahora y modifiquen sus políticas con respecto a la desigualdad salarial, sino en trabajar desde ya para el futuro, en procurar que el capital humano sea cada vez más productivo. Algunos pasos son fundamentales para incrementar las ganancias de las mujeres y, por lo tanto, la riqueza en capital humano, según el informe:

•  Fomentar el desarrollo infantil temprano haciendo énfasis en la nutrición. Las desventajas de la desnutrición son muy difíciles de remediar más tarde. Además, las tasas de retraso en el crecimiento causadas por la desnutrición crónica son más altas en niñas que en niños. A esto se suma la estimulación: desarrollar habilidades cognitivas y sociales en los niños por igual.

No es suficiente la escolarización de los niños sino un verdadero aprendizaje, con estándares claros, buenos maestros, recursos y un marco regulatorio adecuado.

Desarrollar habilidades relevantes de acuerdo con las demandas de los empleadores y al dictado de los trabajos del futuro. El fomento de estas habilidades debe forjarse en las escuelas y universidades, así como también en los propios sitios de trabajo. Es necesario abordar las brechas de género desde los primeros años de la escolarización motivando a las niñas a relacionarse con las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.

Impulsar el espíritu empresarial y la innovación. La evidencia indica que se requieren habilidades específicas para emprender e innovar que pueden comenzar a formarse en edad temprana. Hay que motivar las alianzas público-privadas que permitan conectar personas e ideas con el financiamiento necesario para la innovación. La falta de las redes y el conocimiento son limitaciones importantes para el espíritu empresarial femenino, al igual que el acceso limitado a las finanzas.

Las empresas dirigidas por mujeres (apenas un 30 por ciento de las pequeñas y medianas empresas en el mundo están encabezadas por ellas) tienden a concentrarse en los sectores minoristas y de servicios, en los que los beneficios y las oportunidades de crecimiento son menores; y rara vez en las áreas de minería, construcción, electrónica o software, por ejemplo, que son sectores que están creciendo y serán pujantes en el futuro.

Según el estudio, incluso en 100 países se pone límites a los trabajos que las mujeres pueden hacer.

 Otra clave es procurar el diseño de políticas para el cuidado de los hijos en los propios lugares de trabajo con el fin de que las madres puedan continuar con una vida laboral activa, en un marco flexible.

Hoy, cuando los movimientos de luchas sociales promovidos por las mujeres acaparan titulares, cuando las frases #MeToo, el #NiUnaMenos, #NiUnaMás, #TimesUp son más que etiquetas, cuando se alzan las voces para decir basta al acoso y el abuso sexual, a la violencia contra la mujer, también es un momento oportuno para a poner esta discusión en la mesa: la igualdad de género tiene importantes argumentos económicos, tiene propósitos para el desarrollo que deben ser puestos en las agendas de los líderes, de los que tienen posibilidades de invertir, en las agendas de todos. 


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