Desde marzo de 2020, el Banco Mundial está ayudando a los países clientes a responder a los impactos sanitarios, sociales y económicos de la pandemia del nuevo coronavirus (COVID-19). En mayo, alcanzó una meta importante al brindar apoyo a 100 países mediante operaciones de emergencia relacionadas con la enfermedad, lo que constituye la respuesta más rápida y de mayor envergadura ante una crisis de su historia.
Se trata de un hito respecto de la promesa que ha hecho el Banco Mundial de proporcionar a los países USD 160 000 millones en donaciones y apoyo financiero en un plazo de 15 meses. Cerca del 70 % de los programas nacionales anunciados son operaciones relacionadas con el área de la salud y el 33 % de ellos se lleva a cabo en entornos frágiles y afectados por conflictos, como Djibouti, Haití y Malí.
La escala y la rapidez de la respuesta han sido fundamentales para ayudar a los países a mitigar los efectos adversos de la crisis y dar prioridad a las inversiones en capital humano que pueden acelerar la recuperación. En términos generales, estas operaciones se centran en tres esferas prioritarias:
En primer lugar, ayudar a los países en desarrollo a ejecutar operaciones sanitarias.
Para salvar vidas, el Banco Mundial está ayudando a fortalecer los centros de salud de los países y garantizar que haya una cantidad suficiente de trabajadores sanitarios de primera línea altamente capacitados. Asimismo, facilita el acceso de los países a insumos y equipos esenciales identificando a los proveedores interesados y negociando precios y condiciones.
En Filipinas, uno de los países más afectados en Asia sudoriental, la respuesta del Banco permitirá fortalecer la capacidad para prevenir y detectar la amenaza que representa la COVID-19, y responder a ella. El financiamiento del Banco también ayudará a mejorar el grado de preparación del sistema de salud pública para futuros brotes de enfermedades. En ese marco, brindará asesoramiento al Ministerio de Salud sobre el diseño de centros de aislamiento hospitalario y tratamiento para atender a pacientes con infecciones respiratorias agudas y ayudar a ampliar la capacidad de los laboratorios del país.
Del mismo modo, en India, el Banco llevará a cabo el mayor proyecto de su historia en el sector de la salud con un paquete de emergencia de USD 1000 millones destinado a la adquisición de kits de prueba, ventiladores, medicamentos y equipos de protección personal, y a la instalación de unidades de aislamiento, la mejora de las unidades existentes y la ampliación de las unidades de terapia intensiva. Asimismo, se mejorará la vigilancia sanitaria para que el país cuente con un sistema de primer nivel mundial. Los fondos ayudarán a fortalecer las medidas de preparación ante brotes de enfermedades, modernizar los hospitales especializados en enfermedades infecciosas y fortalecer una red de laboratorios de alta contención biológica, de manera que el sistema de salud de India esté preparado para afrontar emergencias sanitarias en el futuro.
El proyecto abarcará todos los estados y tendrá como objetivo intensificar los esfuerzos por limitar la trasmisión entre seres humanos y de animales a seres humanos. También se han puesto a disposición fondos adicionales para acelerar la implementación del Programa de Respuesta a la COVID-19 en el Ámbito de la Protección Social en India.
En segundo lugar, proteger a los hogares más pobres y a las personas más vulnerables.
El Banco Mundial calcula que la pandemia de coronavirus sumirá a 71 millones de personas en la pobreza extrema. A nivel mundial, es probable que para fin de año se duplique el número de habitantes que enfrentan una grave inseguridad alimentaria. Aplicando un enfoque multisectorial e inclusivo, el Banco, a través de sus operaciones relacionadas con la COVID-19, está abordando el impacto de la crisis en las personas más pobres y las más vulnerables.
En Haití ha adoptado medidas urgentes al otorgar financiamiento que no solo mejorará las pruebas de detección y el tratamiento, sino que también permitirá prevenir la inseguridad alimentaria salvaguardando la producción agrícola para las próximas dos temporadas de cosecha.
En Etiopía, la respuesta de emergencia respaldará el Plan Nacional de Preparación y Respuesta frente a la COVID-19. El país, un importante centro de transporte que podría generar epidemias regionales y mundiales, también registra el mayor número de personas sometidas a desplazamientos internos y alberga a casi 750 000 refugiados provenientes de los países vecinos. El financiamiento ayudará a subsanar deficiencias críticas en las actividades de prevención: a tal fin, se brindará capacitación a los trabajadores de la salud y se protegerá su seguridad, se mejorará el control sanitario de las personas que ingresan al país, y se establecerán centros de cuarentena, de aislamiento y de tratamiento.
Dado que el simple hábito de lavarse las manos también resulta esencial para prevenir enfermedades e incluso la muerte, los proyectos en Etiopía se ampliarán para incluir el suministro de agua y saneamiento operando de forma paralela con el Proyecto de Servicios de Abastecimiento de Agua, Saneamiento e Higiene.
En Pakistán, el financiamiento del Banco está ayudando a fortalecer el sistema de atención de salud del país y, al mismo tiempo, a mitigar las perturbaciones socioeconómicas. Por ejemplo, se brindará capacitación a los trabajadores de la salud para que puedan detectar casos de violencia de género en los hogares durante la cuarentena y ayudar a prevenirlos, y el Banco Mundial está respaldando una iniciativa de teleeducación para compensar los cierres de escuelas debido al confinamiento. Además, también recibirán raciones de alimento 40 000 personas cuyo desplazamiento se verá restringido durante un período de hasta seis meses.
En Djibouti, el Banco, en colaboración con el Ministerio de Salud, respalda el fortalecimiento de los servicios de salud estableciendo y equipando sitios de cuarentena y centros de tratamiento para los casos de COVID-19. Este apoyo se complementará con otros USD 8 millones provenientes del componente contingente de respuesta ante emergencias del proyecto orientado a eliminar el retraso en el crecimiento, que se centra en los primeros 1000 días críticos desde el embarazo hasta los 2 años de edad, antes del momento en que el retraso en el crecimiento se vuelve mayormente irreversible.
En tercer lugar, centrarse en el fortalecimiento de los sistemas de salud y la preparación para casos de pandemia.
A fin de promover una recuperación más resiliente, la respuesta de emergencia del Banco Mundial está ayudando a los países a prepararse mejor para encarar futuras crisis. La pandemia de COVID-19 ha sido un llamado de atención, ya que ha dejado en evidencia la importancia de invertir en sistemas de salud resilientes que permitan detectar, identificar, tratar y detener la transmisión. Asimismo, pone de relieve la necesidad imperiosa de invertir en una mejor preparación.
En Ucrania, por ejemplo, el financiamiento ayudará a mejorar la eficiencia y la calidad de los servicios de salud, sobre todo en el caso de las enfermedades no transmisibles, así como a prevenir y detectar la COVID-19 y responder a ella. Se mejorarán hasta 40 unidades de emergencia hospitalaria y unidades de accidentes cerebrovasculares a fin de que sean aptas para realizar procedimientos médicos complicados utilizando equipamiento de alta tecnología.
Desde mucho antes de la COVID-19, el Banco Mundial venía ayudando a los países a fortalecer su preparación para detectar y controlar brotes de enfermedades. Desde 2016, ha puesto en marcha el Programa de Mejoramiento de Sistemas Regionales de Vigilancia de Enfermedades (REDISSE) en 16 países de África occidental y central. Por ejemplo, Malí, un país frágil que posee un sistema de salud deficiente y una capacidad limitada para responder a las emergencias, se beneficiará con el apoyo que ya está recibiendo a través de este programa regional.
En África oriental, los Gobiernos que responden al nuevo coronavirus también han aprovechado las capacidades generadas en el marco del Proyecto de Creación de Redes de Laboratorios para el Sector de la Salud Pública en África Oriental, que incluye a Burundi, Kenya, Rwanda, Tanzanía y Uganda. Dado que la mayoría de los laboratorios hospitalarios están ubicados en zonas transfronterizas, los grupos vulnerables han podido acceder a los servicios y se ha fortalecido la preparación para hacer frente a brotes entre países.
Como declaró el gobernador de Wajir, Mohamed Abdi Mohamud, al referirse al laboratorio de Kenya: “El laboratorio secundario, que cuenta con personal competente y dedicado, ha tenido un valor inestimable para la comunidad y para toda la región como un laboratorio de referencia en diagnóstico clínico, vigilancia sanitaria e investigaciones de brotes de enfermedades”.
Mientras la lucha contra la pandemia continúa, el Banco Mundial, a través de medidas rápidas y de amplio alcance, está ayudando a los países en desarrollo a fortalecer su respuesta al problema y sus sistemas de atención de salud. Asimismo, colabora con otros organismos asociados en los esfuerzos que se están realizando a nivel mundial para acelerar el desarrollo y la distribución equitativa de una vacuna contra la COVID-19.