OPINIONES

Consecuencias del conflicto de Siria: La necesidad de ayudar a un vecino en dificultades

Julio 29, 2013


Jim Yong Kim, Presidente del Grupo del Banco Mundial The Guardian Online - Global Development



A fines de este año, habrá en Jordania un sirio por cada seis jordanos. Este sombrío panorama es tan solo un ejemplo del impacto que la guerra civil de Siria está produciendo en los países vecinos, adonde se estima que han huido 1,5 millones de sirios y a los que diariamente acuden aún más en busca de seguridad. Es, además, un panorama que debería movilizar a la comunidad internacional.

El Banco Mundial ha aprobado una partida de US$150 millones para ayudar a Jordania a afrontar la creciente presión que existe sobre las comunidades jordanas ubicadas en la frontera con Siria y en la capital, Ammán. Gran parte de los refugiados sirios en Jordania no vive en campamentos y ha huido a las zonas urbanas, fuera del alcance de la ayuda directa de las Naciones Unidas y de otros donantes. Se estima que alrededor del 70% de estos refugiados se aloja en las comunidades locales, lo que ejerce una presión enorme sobre los recursos públicos.

En Mafraq, al noreste de Ammán, la población ha crecido de 90 000 a 200 000 en cuestión de meses, lo que ha llevado a los servicios públicos al límite. Pese al brusco aumento de los residuos, la ciudad sigue utilizando las mismas seis compactadoras para procesar la basura, la cantidad de alumnos por aula en las escuelas casi se ha duplicado y el doble turno se ha vuelto moneda corriente en el norte, donde las escuelas abren temprano por la mañana y cierran cuando ya ha oscurecido. El alcalde y el gobernador temen que las altas temperaturas del verano puedan agotar los escasos recursos hídricos y llevar los servicios de salud y saneamiento a una situación límite.

Además de las cuestiones relacionadas con los recursos públicos, los jordanos también están sintiendo los efectos en los mercados. Los alimentos son más caros, los alquileres se han triplicado en algunos casos y la competencia por el empleo ha hecho que bajaran los sueldos. Resulta fácil ver cómo estos factores podrían generar tensión entre los jordanos y los refugiados sirios.

Cuando hace poco tiempo me reuní con el rey Abdullah de Jordania, hablamos acerca de lo que el Grupo del Banco Mundial podría hacer para ayudar. El rey subrayó el compromiso de Jordania de mantener abiertas las fronteras y de ayudar a los refugiados sirios, señalando que el Gobierno los ha incluido en los servicios que presta a sus propios ciudadanos. No me quedaron dudas de que la comunidad internacional debe tomar medidas para garantizar que Jordania no tenga que soportar esta carga individualmente. Las mismas necesidades se observan en el Líbano y Turquía, países que también están haciendo frente a una gran ola de refugiados proveniente de Siria.

Luego de la reunión con el rey Abdullah, funcionarios del Banco Mundial trabajaron con las autoridades jordanas para identificar los servicios públicos que se encontraban en peor situación. Se determinó que el sector de la salud necesitaba apoyo inmediato. Desde enero del año pasado, la cantidad de refugiados sirios que reciben atención primaria de la salud ha aumentado de alrededor de 60 a 16 000. El número de hospitalizaciones se incrementó de 300 a más de 10 000. Y están resurgiendo enfermedades transmisibles que se habían erradicado, como la tuberculosis, la poliomielitis y el sarampión. Los medicamentos y las vacunas se han reducido a niveles peligrosamente bajos.

Mientras continúa la masacre en Siria y los líderes mundiales instan a encontrar una solución, existen áreas vitales fuera del ámbito político donde la comunidad internacional puede actuar con rapidez y generar un impacto.

En primer lugar, y principalmente, es preciso brindar apoyo constante a las Naciones Unidas —e intensificar dicho apoyo— para la valiente labor de ayuda a los refugiados sirios que el organismo realiza en los campamentos de Jordania, Turquía e Iraq. También debería brindarse un fuerte respaldo al Gobierno libanés y a los asociados internacionales para que puedan recibir y asistir a los refugiados en el Líbano. Es absolutamente indispensable que estos esfuerzos continúen y que los donantes sigan respaldando las operaciones destinadas a salvar vidas.

En segundo lugar, es esencial que tratemos de ayudar a los vecinos que, a su vez, están ayudando a las víctimas de la guerra de Siria. Debemos asegurarnos de que el conflicto no siga ramificándose como hasta el momento. El apoyo que brindaremos a Jordania permitirá reforzar el presupuesto de salud y proporcionar alimentos y productos básicos para las comunidades más pobres del país. Pero la presión que existe sobre los servicios que se prestan a los ciudadanos y a los refugiados seguirá creciendo, y la educación, el agua, el saneamiento y la eliminación de residuos son cuestiones que pronto requerirán atención urgente, para lo cual hará falta el apoyo de los donantes.

Por último, debemos trabajar aún más estrechamente con las autoridades locales en las ciudades fronterizas de Jordania para ayudarlas a fortalecer la capacidad de prestar servicios públicos básicos. Además, estamos colaborando más estrechamente que nunca con las Naciones Unidas para encontrar el equilibrio justo entre la prestación de ayuda humanitaria de emergencia y la sanación, la reparación y la reconstrucción que los países necesitan para recuperarse de un conflicto en el largo plazo.

La necesidad de cambio que sacudió al mundo árabe despertó una gran esperanza, pero también reavivó antiguas divisiones y generó otras nuevas. Mientras los líderes mundiales exhortan a todas las partes a poner fin a la violencia y a buscar mecanismos pacíficos de cara al porvenir, la comunidad internacional debe actuar con rapidez allí donde puede ayudar brindando apoyo específico y oportuno, como en Jordania, de manera que las personas puedan sentirse seguras y mantener sus aspiraciones para el futuro.

 

Publicado por primera vez en la sección “Global Development” de la edición electrónica del diario The Guardian

 

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