LIMA, 7 de octubre de 2015 – Mientras continúan llegando a Europa emigrantes y refugiados de África y Oriente Medio en cantidades sin precedentes, un nuevo informe del Banco Mundial y el FMI afirma que la emigración a gran escala desde los países empobrecidos a las regiones más ricas del mundo constituirá un rasgo permanente de la economía mundial durante las próximas décadas como resultado de los grandes cambios poblacionales en los países.
Según el Informe de seguimiento mundial 2015/2016: Los objetivos de desarrollo en una era de cambio demográfico, hecho público en Perú al inicio de las reuniones anuales del Banco Mundial y el FMI, el mundo está experimentando un gran cambio poblacional que reestructurará el desarrollo económico durante décadas y que, a la vez que plantea desafíos, ofrece una vía para reducir la pobreza y lograr la prosperidad compartida si se aplican las políticas adecuadas a nivel nacional e internacional.
La proporción de la población mundial en edad de trabajar ha alcanzado el 66 por ciento y actualmente está disminuyendo. Se prevé que el crecimiento de la población mundial se desacelere un 1 por ciento, frente al más del 2 por ciento de la década de 1960. Se prevé por otra parte que la proporción de ancianos aumente a casi el doble, hasta llegar al 16 por ciento en 2050, mientras que la población infantil mundial se está estabilizando en 2 mil millones.
La dirección y el ritmo de esta transición demográfica mundial varían drásticamente de un país a otro; sus implicaciones difieren en función del grado de envejecimiento y desarrollo económico de cada país. La transición demográfica es para todos los países, con independencia de la fase de desarrollo en que se encuentren, una formidable oportunidad de desarrollo, según afirma el informe.
“Si se siguen las políticas adecuadas, esta era de cambio demográfico puede ser un motor del crecimiento económico”, declaró el Presidente del Grupo Mundial Jim Yong Kim. “Si los países con poblaciones que están envejeciendo son capaces de ofrecer a los refugiados y los emigrantes un modo de participar en la economía, todo el mundo se beneficiará. La mayoría de las pruebas sugieren que los emigrantes trabajarán duramente y aportarán más en impuestos que lo que consuman en servicios sociales”.
Más del 90 por ciento de la pobreza mundial se concentra en los países de renta baja, que tienen poblaciones jóvenes de crecimiento rápido y cuyo porcentaje de población en edad de trabajar previsiblemente va a aumentar de modo significativo. Al mismo tiempo, más de tres cuartas partes del crecimiento mundial se generan en países de renta alta con tasas de fertilidad mucho menores, menor número de personas en edad de trabajar y una proporción creciente de ancianos.
“Los desarrollos demográficos analizados en el informe plantearán desafíos fundamentales para los responsables políticos en los años venideros”, afirmó la Directora Gerente del FMI Christine Lagarde. “Tanto las implicaciones del envejecimiento constante de la población como las actuaciones necesarias para beneficiarse del dividendo demográfico o la gestión de los flujos migratorios serán cuestiones centrales en el debate en torno a las políticas nacionales y en el diálogo internacional sobre la mejor manera de cooperar para gestionar estas presiones”.
En el ámbito nacional, los gobiernos con poblaciones jóvenes pueden maximizar los beneficios de la demografía invirtiendo en salud y educación para sacar el máximo partido de las habilidades y las perspectivas laborales futuras de sus jóvenes. Los países cuyas poblaciones están envejeciendo deben consolidar sus ganancias económicas impulsando la productividad y fortaleciendo las redes de seguridad social y otros sistemas de protección social para proteger a las personas mayores. A nivel mundial, la liberalización de los flujos transfronterizos de comercio, inversión y personas puede ayudar a gestionar los desequilibrios demográficos.
Los países pueden obtener un primer dividendo demográfico cuando crece la proporción de mano de obra en el conjunto de la población nacional, constituyéndose en un poderoso acelerador del crecimiento. A medida que los cambios en la estructura de edades expanden la producción y los recursos, es posible obtener un segundo dividendo al acumularse el ahorro y aumentar la inversión.
Si bien se espera que el máximo crecimiento de la población en edad de trabajar lo experimenten los países de renta baja, muchos de estos países ven frenado su progreso por los conflictos y por su situación de fragilidad, que ponen en riesgo tales ganancias. Debido a la elevada tasa de fertilidad y el gran crecimiento poblacional del África Subsahariana, esta región albergará, según el informe, una proporción cada vez mayor de la población infantil y la población en edad de trabajar del mundo en los próximos decenios.
“Como nos recuerdan las conmovedoras imágenes de familias huyendo desesperadamente de conflictos, muchos emigrantes dejan sus hogares a causa de los conflictos, la inestabilidad y las oportunidades económicas cada vez menores en sus países”, en palabras de Kaushik Basu, Primer Vicepresidente y Primer Economista del Banco Mundial. “Aunque los refugiados se están dirigiendo a los países ricos, lo que suele pasarse por alto es que los flujos en dirección a países de renta media y baja son muchísimo mayores. Crear oportunidades económicas para los países en los que está creciendo la proporción de jóvenes contribuirá a la estabilidad económica y al desarrollo y ayudará a los países a reducir sus tasas de fertilidad, lo que contribuirá a su vez a reforzar el crecimiento”.
Los países que están quedándose atrás en su desarrollo y cuentan con tasas de fertilidad elevadas están clasificados como países en la etapa previa al dividendo demográfico, como por ejemplo Níger. Tal como señala el informe, se beneficiarían de la mejora de la atención sanitaria y la educación, de la reducción de las tasas de fertilidad y de la aceleración de la transición a una proporción mayor de sus poblaciones en edad de trabajar.
Los países en la etapa inicial del dividendo demográfico que ya han experimentado una caída de su tasa de fertilidad pero que aún tienen poblaciones jóvenes, como Etiopía, podrían beneficiarse de la aceleración de la creación de empleo. El aumento de la mano de obra y el crecimiento están vinculados: un incremento porcentual de 1 punto en la población en edad de trabajar puede traducirse en un aumento del PIB per cápita de hasta 2 puntos porcentuales, como señala el informe.
En los países en la etapa avanzada del dividendo demográfico cuya proporción de población en edad de trabajar está disminuyendo, como Brasil, el dinamismo económico está en riesgo de decaer. En ellos, los gobiernos deben fomentar el ahorro para hacer posible la inversión productiva, la participación de la mujer en el mercado laboral y el fortalecimiento de los sistemas de protección social. Los países en la etapa posterior al dividendo demográfico, como Japón, que se caracterizan por su mano de obra en descenso y su número creciente de ancianos, harían bien en llevar a cabo reformas en su sanidad y sus pensiones y ejecutar medidas adicionales para aumentar la participación y la productividad de sus trabajadores, según el informe.
“Para sacar el máximo partido del cambio demográfico a nivel de cada país, los países epicentro de la pobreza mundial deben facilitar la transición demográfica hacia un menor crecimiento de la población y acelerar la creación de empleo para absorber el crecimiento de la población en edad de trabajar”, afirmó Philip Schellekens, el autor principal del informe. “Los motores del crecimiento mundial deben hacer frente a las tendencias demográficas negativas y adaptar sus instituciones y políticas al envejecimiento. En el mundo interconectado de hoy en día, los cambios demográficos entre países solo se podrán arbitrar mediante políticas eficaces. La liberalización de los flujos de capital, intercambio comercial y —especialmente— mano de obra presenta una oportunidad magnífica de convertir esta era de intensos cambios demográficos en una de progreso económico sostenido”.
En una sección aparte el informe detalla la disminución del número de personas que viven en la pobreza a nivel mundial, que se reclasifica como el hecho de vivir con 1,90 $ o menos al día, hacia un valor previsto del 9,6 por ciento de la población mundial en 2015, lo que supone ─según el pronóstico─ 200 millones de personas menos viviendo en la pobreza extrema que en 2012.
El informe señala que el crecimiento económico mundial en 2015 es decepcionante: ha sido del 3,1 por ciento, frente al 3,4 por ciento en 2014, debido a un menor ritmo del crecimiento en muchas economías de mercados emergentes. Se espera que el crecimiento repunte hasta el 3,6 por ciento en 2016, ayudado por la recuperación en las principales economías avanzadas —con Estados Unidos a la cabeza— y la mejora que puede producirse en varios mercados emergentes y economías en desarrollo.
“El entorno económico global es cada vez más incierto; las perspectivas de crecimiento se han rebajado de nuevo —alimentando las preocupaciones acerca de una desaceleración más profunda de la tasa de crecimiento tendencial en muchos países”, declaró Seán Nolan, Director Adjunto del Departamento de Estrategia, Políticas y Evaluación. “Es esencial llevar a cabo reformas en relación con la oferta para revitalizar el crecimiento de la productividad; las actuaciones clave requeridas variarán en función de las circunstancias de cada país”.
El informe completo, incluida una parte sobre el seguimiento del progreso del desarrollo a nivel mundial, está disponible en www.worldbank.org/gmr. Para una exposición en detalle de los datos de pobreza actualizados, la prosperidad compartida y los programas políticos, véase “Acabar con la pobreza extrema y compartir la prosperidad: progresos y políticas”. Nota de investigación sobre políticas del Banco Mundial (World Bank Policy Research Note) 15/03, disponible en http://www.worldbank.org/prn/twingoals.