El cambio climático es una amenaza clara y terrible para América Latina y el Caribe. Una amenaza en la que la región ha tenido poco o nada que ver en su gestación, pero de la que ya es parte importante de la solución.
Estimados amigos, agradezco la oportunidad de dirigirme a ustedes para hablar sobre este tema importante y oportuno. El informe que estamos presentando en el día de hoy es el tercero de la serie Bajemos la temperatura, y por primera vez incluye a nuestra región.
Este informe se basa en las conclusiones de una serie de investigaciones a nivel mundial encargadas por el Banco Mundial y llevadas a cabo por el Instituto de investigación sobre el impacto y análisis climático de Potsdam (PIK).
Pensamos que un informe separado para América Latina y el Caribe le agregaría valor a la discusión centrada en soluciones que ya está teniendo lugar en la región.
En este sentido, quisiera agradecer a Cindy Arnson y al Programa Latinoamericano del Wilson Center por asociarse a nosotros para fomentar el debate en torno a las implicaciones del cambio climático para el desarrollo de América Latina y el Caribe.
Los desafíos que plantea el cambio climático al desarrollo son significativos: los costos económicos, sociales y políticos del cambio climático desenfrenado lo convierten en uno de los ámbitos de acción más importantes para los tomadores de decisiones de hoy.
El informe deja muy en claro, y de manera rigurosamente científica, por qué es tan importante que América Latina y el Caribe enfrente el cambio climático.
Ser conscientes de estos desafíos es el ineludible primer paso para poder prepararse y llevar a cabo medidas políticas, ya sea bajo un catastrófico escenario de cuatro grados o el mundo de dos grados hacia el que ya nos estamos moviendo.
Quisiera recalcar algunos de los puntos clave, según se desprenden de las conclusiones del informe.
El primero es que un mundo de cuatro grados puede y debe evitarse.
Las proyecciones para nuestra región bajo un escenario de cuatro grados son devastadoras:
- Prácticamente toda la superficie terrestre de la región —90%— estará sujeta a eventos calóricos que en la actualidad ocurren una vez cada 700 años.
- Se espera que la cuenca del Amazonas y muchas áreas densamente pobladas experimenten sequías extremas.
- Los glaciares andinos habrán desaparecido para fines de este siglo. El deshielo glacial en un principio incrementará el riesgo de inundación, para luego terminar en una sequía que afectará a las comunidades que dependen de él.
- Los huracanes categoría 4 o 5 podrían ser más frecuentes y más poderosos. Esto, junto a un incremento de un metro en el nivel del mar, tendrá efectos devastadores, especialmente en el Caribe.
- Un mundo de cuatro grados significará que Río de Janeiro y Barranquilla tengan que lidiar con un aumento masivo de 1,4 metros en el nivel del mar.
Ya estamos viviendo en un mundo próximo a un grado por encima de lo que sería de no ser por la actividad humana, y camino a un incremento de dos grados. El informe revela que un aumento de 1,5 grados en la temperatura mundial es ya inevitable, y algunos de los efectos asociados a un calentamiento de dos grados ya se están sintiendo.
Eventos como las gigantescas sequías amazónicas de 2005 y 2010, el aumento en la frecuencia de huracanes en el Atlántico, y la pérdida del 90% de los glaciares tropicales son evidencia clara de esto.
Incluso un mundo de dos grados sería altamente dañino para América Latina y el Caribe, amenazando décadas de logros en términos de desarrollo.
- El número de huracanes severos aumentará en un 40%, con el doble de energía respecto al promedio actual.
- Los cambios ecológicos supondrían una amenaza para el 70% de la soja brasileña y el 45% del maíz mexicano.
- Aumentaría el número de eventos anuales de blanqueamiento del coral, y el volumen de pesca del Caribe disminuiría de hasta 50%.
Ahora, la buena noticia es que podemos evitar los peores efectos de un mundo de cuatro grados, mientras continuamos preparándonos para un mundo que sea 1,5 ó 2 grados más cálido. Por lo tanto, mi segundo punto clave es que necesitamos actuar más rápido.
Como latinoamericano, me anima enormemente que la región demuestre que no hay lugar para la complacencia en cuanto a mitigación.
- Ha conservado más bosques que cualquier otra región.
- Es la región más biodiversa del mundo.
- Posee las reservas de agua dulce más grandes y alberga a la Amazonia, el mayor sumidero de carbono del mundo.
- Históricamente también ha tenido la matriz energética más limpia de cualquier región.
América Latina tiene una responsabilidad especial con el mundo en este sentido. Debemos continuar evitando la deforestación, evitar la actual tendencia hacia energías más sucias, trabajar para reducir la contaminación aérea en las ciudades, y enfatizar las soluciones amigables con el clima, como en la agricultura.
Queda claro que los mayores emisores de gases de efecto invernadero del mundo deben demostrar un liderazgo decisivo a la hora de solucionar la crisis del cambio climático. Pero América Latina y el Caribe no se ha quedado, y no se debe quedar esperando a ver qué hacen los demás.
El cambio climático, aun al nivel actual de casi un grado, requiere ya mismo de adaptación. La región está haciendo bastante para prepararse para un mundo de dos grados, mientras evita uno de cuatro grados.
Chile planea un boom de energías renovables, mediante una ley para generar el 20 por ciento de su energía de fuentes renovables para el año 2025.
México —que podría ver su PIB disminuir entre 3,5 y 4 por ciento debido al impacto climático— se impuso la meta de alcanzar un 35 por ciento de energía renovable para el año 2024.
Asimismo, América Latina y el Caribe se convirtió en un semillero de innovación, enfocando la inversión en sistemas de transporte verde, energía limpia, así como pagos por servicios ambientales y programas de conservación forestal que combinan tecnología de avanzada con el conocimiento de las comunidades locales.
Innovaciones como las prácticas agropecuarias inteligentes con el clima prometen serles útiles a América Latina y el Caribe para gestionar los riesgos climáticos a la productividad agropecuaria, asegurar la seguridad alimentaria, y fomentar el potencial de la región como ‘granero’ del mundo.
Respecto a la agenda de la gobernabilidad, América Latina está a la vanguardia en legislación para evitar o mitigar los efectos del cambio ambiental. Encontramos ejemplos en Bolivia, en Ecuador, y en Costa Rica.
Brasil también ha demostrado liderazgo al aprobar uno de los regímenes de conservación más efectivos del mundo para la Amazonia, frenando la deforestación de manera sustancial.
Resumiendo, muchos países de la región han demostrado su voluntad de actuar hoy.
El hecho que las negociaciones en torno a la COP estén teniendo lugar en Lima demuestra no solo el liderazgo alcanzado por Perú, sino también que la región entera busca encontrar, incubar, pilotear e implementar soluciones para el cambio climático que sean reproducibles a nivel global.
Los países de América Latina y el Caribe no están solos en la promoción de esta agenda. Mi tercer mensaje clave es que ya existen estructuras para la cooperación capaces de respaldar los programas de acción de los diferentes países.
- Los bancos multilaterales de desarrollo como el BID y el GBM, los bancos de desarrollo nacionales, y fondos internacionales como el FMAM y el Fondo de Adaptación han sido socios cruciales en términos de prestar apoyo financiero y técnico para actividades a nivel nacional. Un ejemplo sería el innovador mecanismo de seguro climático para Uruguay que presentamos ante nuestro Directorio Ejecutivo esta mañana. Este nuevo instrumento protege al sector energético del país de vulnerabilidades climáticas o del precio del petróleo.
- El Fondo de Inversión Climático, un fondo conjunto del Grupo del Banco Mundial y otros bancos multilaterales de desarrollo para inversiones nacionales en tecnologías limpias, energía renovable y capacidad de recuperación ante el clima, cofinancia inversiones en 13 países de la región.
- El Fondo Verde para el Clima, una vez operativo, servirá como mecanismo para la asistencia financiera a gran escala que les permitirá a los países cubrir los costos adicionales que el cambio climático impondrá sobre el crecimiento económico.
- La región ha avanzado enormemente en el frente socioeconómico en los últimos diez años. Ha reducido la pobreza de manera estable y dramática, recortando la pobreza extrema a la mitad desde 2003.
A partir de 2011, y por primera vez en la historia, hay más personas que pertenecen a la clase media que viviendo en la pobreza en América Latina.
El surgimiento de la clase media latinoamericana representa un logro histórico para una región mucho tiempo asociada a la desigualdad en el ingreso, especialmente en un momento en que otras regiones se han vuelto más desiguales.
Todos estos avances, sin embargo, pueden verse amenazados debido a los peligrosos efectos del cambio climático. El cambio climático no es solo un desafío ambiental. Es un peligro existencial para el desarrollo de América Latina que amenaza con deshacer los logros que tanto esfuerzo costaron en las últimas décadas.
Cito al Presidente del Grupo del Banco Mundial Jim Kim: “Jamás acabaremos con la pobreza si no abordamos el cambio climático”.
Para concluir, quisiera reiterar que existen opciones a nuestro alcance para poder evitar los efectos más desastrosos del cambio climático. También sabemos que la ventana para la acción se cierra rápidamente.
Es imperativo reducir las emisiones, en especial por parte de las economías más grandes del mundo. El reciente acuerdo entre los EE. UU. y China representa un paso esperanzador en esta dirección.
El informe presentado hoy es un recordatorio de que los beneficios de una acción robusta y oportuna ante el cambio climático, de promover un camino limpio y de bajo carbono y de evitar quedar atrapados en estrategias de crecimiento insostenibles, pesan mucho más que los costos.
Viendo la trayectoria de los países de América Latina y el Caribe, confío en que podremos ampliar el éxito conseguido hasta la fecha y garantizar una región con capacidad de recuperación ante el clima para las generaciones futuras.
También confío en que la región seguirá poniendo en alto el listón para la acción internacional para minimizar los riesgos climáticos futuros y maximizar la capacidad de recuperación futura ante el clima.
Muchas gracias.