Gracias, presidente Cárdenas, señora Lagarde, ministros, amigos.
Damas y caballeros, es para mí un honor y un privilegio dirigir un organismo extraordinario.
Nuestro esmerado personal ha perseverado, se ha perfeccionado y, lo que es más importante, ha producido resultados.
Agradezco al personal por mantener siempre la atención centrada en las necesidades de nuestros clientes.
Y también quiero agradecer a todos nuestros países miembros por haberme reelegido, y de esa manera haber demostrado su apoyo a nuestra labor y a todo lo que, juntos, tratamos de lograr.
Tenemos las mismas ambiciones: todos queremos progreso, todos queremos poner fin a la pobreza extrema en el transcurso de nuestras vidas. Y todos sabemos que es posible.
A medida que nos acerquemos al logro de nuestros objetivos comunes, la tarea se volverá cada vez más dura, porque cada vez será más difícil llegar a los que permanezcan en situación de pobreza extrema.
Estamos viviendo tiempos difíciles.
El Grupo Banco Mundial siempre debe estar preparado para actuar en forma rápida y ser flexible, para aportar ideas innovadoras y dar la respuesta adecuada en cada país.
En mi primer mandato como presidente, hemos trabajado para transformar el Grupo Banco Mundial en un organismo adecuado para abordar algunos de los problemas más complejos que encara nuestra generación.
Eso es lo que nos pidieron que hiciéramos.
Hoy quiero que sepan que nos hemos adecuado a las circunstancias.
Y estamos listos.
La oportunidad es enorme, pero nuestro éxito dependerá de nuestra capacidad para trabajar unos con otros y con todos ustedes.
Tenemos el tiempo en contra. Todos compartimos una creciente sensación de urgencia para actuar.
Hemos fijado objetivos ambiciosos, pero nuestro personal ha demostrado que estamos más que preparados para abordarlos.
Ahora, desearía reflexionar sobre cuán lejos hemos llegado.
En mi primer año de mandato, ustedes aprobaron dos nuevos y ambiciosos objetivos para la institución: poner fin a la pobreza extrema a más tardar en 2030, e impulsar la prosperidad compartida, fomentando el crecimiento de los ingresos del 40 % más pobre de la población de todos los países en desarrollo.
Para lograr estos objetivos, acordamos una estrategia del Grupo Banco Mundial en la que se describía un plan básico de reforma.
Las reformas no fueron fáciles, pero las cosas más importantes pocas veces lo son.
Creo que hoy tenemos la estructura adecuada para producir para ustedes más resultados y de manera más eficaz.
Los conocimientos fluyen dentro del organismo y hacia nuestros países clientes, impulsando así la creatividad y la innovación.
Permítanme dar un ejemplo de cómo hemos logrado transferir conocimientos y experiencias entre regiones.
En virtud de nuestra nueva estructura de Prácticas Mundiales, el intercambio de conocimientos entre países se ha vuelto más fácil y rápido. Por ejemplo, cuando el Gobierno de India acudió al Banco para preparar un programa importante dirigido a ampliar los servicios de saneamiento para los pobres, pudimos transferir los conocimientos y las experiencias del Proyecto de Saneamiento Rural de Egipto y aplicarlos en India.
Esto dio lugar a un Proyecto de Saneamiento Rural en el marco de la Misión Limpia India (Swachh Bharat) por valor de USD 1000 millones, en el que se pusieron en práctica los conocimientos sobre la buena prestación de servicios —en los ámbitos de gobernanza local, transparencia y rendición de cuentas ante los ciudadanos—, cuya aplicación ya se había extendido en Egipto. Gracias a nuestras Prácticas Mundiales, ahora estamos trabajando para difundir a nivel mundial los conocimientos derivados de estos dos proyectos.
Los cambios que introdujimos tuvieron un motivo: ayudarnos a producir mejores resultados para ustedes en el terreno.
Es importante señalar que a medida que íbamos introduciendo estas reformas, ustedes demostraron su apoyo con una reposición de recursos de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) que llegó a la cifra récord de USD 52 000 millones.
Y nos alentaron a dar un impulso a la facultad de financiamiento del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) a través de nuestro programa de "Margen de Maniobra". Me enorgullece decirles que, por primera vez en mucho tiempo, en el próximo ejercicio los ingresos por concepto de préstamos del BIRF serán superiores a los gastos administrativos.
Como parte del examen del gasto, redujimos los costos administrativos en USD 400 millones y reinvertimos los ahorros en las actividades del Banco. Esta reinversión nos está permitiendo producir resultados para nuestros clientes de manera más rápida.
Desde mi incorporación al organismo, hemos satisfecho un nivel de demanda de financiamiento nunca visto fuera de una crisis financiera: el apoyo del BIRF y la AIF ascendió a más de USD 160 000 millones en los últimos cuatro ejercicios. La Corporación Financiera Internacional (IFC) y el Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (MIGA) también proporcionaron, respectivamente, USD 70 000 millones y USD 13 000 millones.
La capacidad de nuestro personal para movilizar financiamiento es notable. Por cada dólar de contribución de un donante, la AIF comprometerá tres. Cada dólar que invierte IFC sirve para movilizar por lo menos cuatro dólares en contribuciones de otros actores. En el caso de MIGA, dicha relación es de 1 a 14.
Tal vez lo más impresionante es el extraordinario historial del BIRF. Con tan solo USD 15 000 millones de capital pagado de todos los accionistas desde su creación hace más de 70 años, el BIRF ha movilizado más de USD 600 000 millones de financiamiento en los
países de ingreso mediano de todo el mundo. Un BIRF sólido ha sido, y continúa siendo, un pilar de nuestra arquitectura financiera mundial.
Ustedes nos pidieron más innovación financiera y cumplimos. Al introducir estas innovaciones nos estamos planteando el desafío de encontrar nuevas maneras de movilizar recursos a la escala necesaria y de sacar más provecho de ellos.
Hemos utilizado nuestros conocimientos técnicos en economía y nuestros conocimientos sobre el desarrollo para diseñar varias innovaciones financieras. Teniendo en cuenta las enseñanzas que dejó el ébola, hace unos meses creamos el primer Mecanismo de Financiamiento de Emergencia para Casos de Pandemia.
Hemos reforzado la asistencia de la AIF para los países más pobres del mundo. Nos complace mucho que la AIF haya recibido las calificaciones crediticias Aaa y AAA, un primer paso importante para que pueda acceder a los mercados de capitales. Estas calificaciones son reflejo del capital social acumulado y la sólida gestión de la AIF, nuestra estructura de gestión institucional, la solidez del apoyo de los donantes, y nuestra capacidad para producir resultados.
Y recientemente anunciamos la creación del Servicio Mundial de Financiamiento en Condiciones Concesionarias, un nuevo esfuerzo para hacer frente a las crisis de refugiados proporcionando financiamiento concesionario para el desarrollo a países de ingreso mediano.
Con su apoyo, hemos intensificado nuestra labor sobre el cambio climático, tanto en lo que se refiere al alcance de nuestras ideas como al financiamiento, y en el otoño boreal de 2015 anunciamos el aumento del financiamiento relacionado con el clima al 28 % del total de compromisos para 2020.
Sabemos que no podemos poner fin a la pobreza si no garantizamos la protección del planeta y sus habitantes. Ustedes respondieron a esta realidad aprobando un nuevo Marco Ambiental y Social. Este nuevo marco promoverá resultados de desarrollo mejores y duraderos.
Ustedes nos han dado permiso para ser audaces.
Nos han planteado un desafío. Hemos respondido a él.
Empero, hoy debemos seguir preguntándonos: ¿estamos alcanzando la escala necesaria?
Las proyecciones actuales estiman el crecimiento mundial para 2016 en un 2,4 %. Ello se debe a la desaceleración del comercio mundial, la atonía de las inversiones y la creciente incertidumbre política. El número de países en desarrollo que están actualmente en recesión es el más alto registrado desde 2009.
Sé que tengo en común con todos ustedes la misma ambición y sensación de urgencia, elementos que han estado en el centro mismo de todo lo que hemos logrado en el curso de mi primer mandato como presidente del Grupo Banco Mundial.
Juntos, hemos ido planificando la próxima etapa de la labor del Grupo Banco Mundial.
El análisis prospectivo nos ha colocado en un rumbo que se basará en nuestros logros. También nos alienta a reflexionar sobre nuestra función y finalidad, y a cerciorarnos de que nuestra gestión institucional responda a lo que ocurre en el mundo en la actualidad.
De cara a mi segundo mandato, quiero que sepan que estamos más decididos que nunca a poner fin a la pobreza e impulsar la prosperidad compartida.
Y alcanzaremos estos objetivos de tres maneras:
Primera: acelerando el crecimiento económico inclusivo y sostenible.
Segunda: invirtiendo más y de manera más eficaz en las personas.
Tercera: impulsando la resiliencia frente a las múltiples crisis mundiales y amenazas.
Tenemos dos objetivos claros y tres maneras de alcanzarlos.
Respecto de la primera, hay un consenso abrumador entre ustedes en que estimular el crecimiento sólido, inclusivo y sostenible debe continuar siendo nuestra principal prioridad.
Tenemos una enorme oportunidad. Pero necesitamos de su acción, y de que nos presionen.
El sector privado nos dice que la imprevisibilidad de las políticas y medidas gubernamentales, la corrupción y las normas impositivas siguen constituyendo los principales obstáculos a la inversión.
Queremos seguir trabajando con ustedes para lograr un avance real en la lucha contra la corrupción, la creación de instituciones más sólidas y la reforma de las estructuras tributarias que eliminarán los obstáculos a la inversión privada, fomentarán la mejor prestación de servicios y promoverán una mejor gobernanza.
También queremos trabajar con ustedes para que las inversiones sean más atractivas reduciendo los riesgos reales o percibidos, tanto en los sectores ya establecidos como en los emergentes.
Aunque aún es de menor escala que la que nos gustaría, considero alentadora la labor que estamos desarrollando ahora para atraer la inversión privada.
India tiene una de las redes viales más grandes del mundo, pero las carreteras están desbordadas: el 40 % del tráfico circula por tan solo el 2 % de sus carreteras nacionales, lo que provoca cuellos de botella que pueden limitar la productividad y ralentizar el crecimiento económico.
En India, como en los demás países en desarrollo, la infraestructura es fundamental para integrar las economías y prestar servicios. Para contribuir a la mejora de las carreteras de India, IFC invirtió USD 250 millones en la empresa Cube Highways, con sede en Singapur. Esta compañía está invirtiendo en una cartera de autopistas con cobro de peaje en India, inyectando los fondos que tanto se necesitan para que las constructoras de carreteras terminen sus proyectos.
En Ghana, trabajamos con el Gobierno para concertar financiamiento por valor de USD 1500 millones a través del BIRF, la AIF, IFC y MIGA con el fin de respaldar un proyecto de gas natural, de USD 7700 millones.
Este es el proyecto de inversión extranjera directa más grande de Ghana.
Proporcionará hasta 1000 MW de energía confiable y menos contaminante, lo que representa aproximadamente la tercera parte del suministro actual de electricidad del país. Generará más de USD 2000 millones en valor actualizado de impuestos y regalías, y una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de alrededor de 1,6 millones de toneladas de CO2 al año.
Tan solo ayer, IFC lanzó una nueva plataforma de financiamiento que en los próximos cinco años movilizará capital privado por valor de USD 5000 millones destinado a proyectos de infraestructura en mercados emergentes. El Programa de Carteras de Cofinanciamiento Administradas, que se centrará en el área de infraestructura, permitirá a los inversionistas institucionales invertir junto con IFC en una cartera de proyectos. Los inversionistas se beneficiarán con los instrumentos de mejoramiento del crédito proporcionados por IFC y el Organismo Sueco de Cooperación para el Desarrollo Internacional. El primer acuerdo de colaboración, firmado esta semana con Allianz,
demuestra el potencial de esta plataforma para movilizar inversiones institucionales orientadas a subsanar el déficit de financiamiento en infraestructura.
Se trata de un paso importante para establecer los proyectos de infraestructura en los mercados emergentes como una clase de activos.
Estimados gobernadores, estimados colegas, quiero que sepan que, mientras continuamos alentando las inversiones en infraestructura para promover el crecimiento, sabemos también que es esencial pensar en los tipos de infraestructura que los países necesitarán para competir en la economía de hoy y del futuro.
Y también debemos extremar los cuidados para garantizar que esas inversiones beneficien a los más pobres y marginados.
Los avances tecnológicos ya han conducido a la creación de nuevas industrias a medida que otras han entrado en decadencia. Esto está transformando la naturaleza de muchos empleos y las capacidades necesarias para el futuro, lo que me lleva a nuestro segundo pilar: incrementar el volumen y la eficacia de las inversiones en capital humano.
Nunca está de más insistir en la urgencia de invertir más y mejor en las personas.
Está claro que las competencias digitales serán un requisito cada vez más importante para la fuerza laboral del futuro. Nos preocupa que el camino económico tradicional, que iba de la agricultura productiva a las manufacturas ligeras y luego a la industrialización en gran escala, pueda estar desapareciendo para muchos países pobres.
Nuestra tarea consiste en trabajar con ustedes para entender cómo podría ser la economía del futuro y estructurar nuestras inversiones para posicionarlos en el mejor lugar posible para competir.
Los acompañaremos mientras ustedes realizan esas inversiones en las personas, a lo largo del ciclo de vida, para impulsar el crecimiento económico y brindar a los ciudadanos las aptitudes necesarias para competir con eficacia en la economía mundial.
Pueden contar con nosotros para avanzar juntos hacia el futuro, independientemente de lo que este nos depare.
Estamos listos y estamos comprometidos con ustedes.
Cada uno de ustedes tiene su propia historia sobre cómo su pueblo y sus economías se han visto afectados por las múltiples crisis mundiales que estamos enfrentando: el desplazamiento forzado, el cambio climático y las pandemias.
Nuestro tercer pilar supone, entonces, un papel mucho más amplio para el Grupo Banco Mundial en el programa sobre bienes públicos mundiales.
Estamos decididos a trabajar con ustedes para fomentar la resiliencia frente a algunas de las perturbaciones más graves que amenazan con hacer retroceder décadas de avance contra la pobreza.
Necesitamos que todos entiendan que la AIF ha sido una de las herramientas más importantes de la historia para aumentar la resiliencia de los más pobres.
En el primer año de la decimoséptima reposición de recursos de la AIF (AIF-17), varias crisis (el ébola, los ciclones en Vanuatu y Tuvalu, las inundaciones en Malawi y las islas Salomón, y el terremoto en Nepal) hicieron que se agotaran los fondos del Mecanismo de Respuesta a las Crisis. Ustedes aportaron un monto adicional de USD 900 millones para permitirnos responder a crisis excepcionalmente graves en la segunda mitad de la AIF-17.
Muchas gracias.
Hoy en día, 65 millones de personas han sido desplazadas de sus hogares; 21 millones son refugiados. La gran mayoría de ellos vive actualmente en países en desarrollo.
Ustedes conocen los datos y nos pidieron que participáramos, y lo hicimos.
Para ayudar a los países a prepararse y manejar los flujos de población, estamos elaborando sistemas de alerta temprana, de manera que podamos anticipar hacia dónde se desplazarán las personas y responder con celeridad.
En Yemen, trabajamos con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo para financiar un programa de obras públicas destinado a ayudar a las personas a afrontar su situación y obtener ingresos. Estamos trabajando durante las crisis para ayudar a los países receptores a mejorar el clima para los negocios y a valerse del sector privado para estimular el crecimiento económico.
En Jordania, estamos ayudando a crear zonas económicas especiales a fin de generar más de 200 000 nuevos empleos para los jordanos y los refugiados sirios, y en el Líbano
estamos planificando un proyecto educativo para permitir que 200 000 niños sirios se inscriban en las escuelas públicas del país.
Estamos buscando soluciones a largo plazo en varios países, incluidos Afganistán, Kenya y Somalia, referidas a cuestiones que van desde el aumento de la productividad agrícola en las zonas que albergan a refugiados hasta la tarea de ayudar a estos últimos a regresar a sus países.
Con su apoyo, estamos repensando profundamente la manera en que utilizamos el financiamiento para responder al desplazamiento forzado con la creación del Servicio Mundial de Financiamiento en Condiciones Concesionarias. Si en verdad queremos resolver el problema, el financiamiento en condiciones concesionarias debería responder a las necesidades de los refugiados y no debería estar limitado por estrictas normas basadas únicamente en el ingreso nacional bruto per cápita.
Ustedes nos han dicho que debemos ser flexibles y que esperan que generemos un impacto real. Eso es precisamente lo que haremos.
El ébola y, más recientemente, el zika pusieron de manifiesto deficiencias mortales en nuestra capacidad de responder a las pandemias.
Es sumamente probable que en los próximos 10 a 15 años el mundo sufra un brote grave de alguna enfermedad. Esto podría cobrarse miles de vidas y costar billones de dólares.
Ustedes nos dijeron que respondiéramos y, una vez más, lo hicimos.
Si el Mecanismo de Financiamiento de Emergencia para Casos de Pandemia que pusimos en marcha este año hubiera estado en funcionamiento en 2014, durante el brote de ébola en África occidental, podríamos haber movilizado USD 100 millones meses antes del momento en que ingresó efectivamente dinero, cuando la epidemia era muchísimo menos grave. En cambio, esta supuso un costo de USD 10 000 millones en concepto de medidas de respuesta ante emergencias, iniciativas de recuperación y pérdidas económicas para los países afectados.
La preparación es la mejor forma de respuesta, y la menos costosa. Con los desastres naturales hemos aprendido que la relación costo-beneficio de invertir en sistemas de alerta temprana es de al menos USD 5 ahorrados por cada dólar gastado.
De ahí que el papel de ustedes sea tan determinante.
Con su apoyo, analizaremos cómo pueden utilizarse instrumentos de financiamiento innovadores como el Mecanismo de Financiamiento de Emergencia para Casos de Pandemia para mitigar otros tipos de riesgos y así brindar a los pobres el acceso que tanto necesitan a los seguros y otras clases de redes de protección social.
El cambio climático representa otro riesgo de alcance mundial respecto del cual debemos cambiar la manera en que trabajamos y la celeridad con que lo hacemos.
La buena noticia es que el mundo ahora debe exigir que se cumplan los compromisos que asumimos en París.
Pero si no actuamos con mucha más rapidez, ya no será posible mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 grados centígrados.
Agosto fue el mes más caluroso desde que comenzaron a llevarse registros. Y es bastante probable que 2016 —un año después de la firma del histórico Acuerdo de París— sea el año más caluroso del que se tenga registro.
En casi todas las partes del mundo, los fenómenos meteorológicos extremos, ya sean lluvias o sequías sin precedentes, son cada vez más frecuentes.
Ahora mismo, acompañamos a la distancia a los habitantes de Haití, víctimas de la devastación provocada esta semana por el huracán Matthew, que dejó un saldo de casi 300 muertos. Los terribles impactos de la tormenta ya se han hecho sentir en muchos pequeños países insulares vulnerables del Caribe.
Hemos decidido enviar un equipo de evaluación rápida que trabajará en coordinación con los asociados de Haití para determinar la magnitud del daño. Haití también ha solicitado apoyo del Fondo de Seguro contra Riesgos de Catástrofe para el Caribe, que se creó con la asistencia del Banco Mundial para ofrecer seguros contra desastres naturales.
Este tipo de desastres nos recuerda la necesidad de ayudar a los países a aumentar la resiliencia frente a estas perturbaciones cada vez más recurrentes.
Con bastante frecuencia, las personas más pobres del mundo son las más vulnerables a los impactos del cambio climático; por ello, la adopción de medidas contra este fenómeno resulta esencial para lograr nuestra misión de poner fin a la pobreza extrema.
Debemos dar una importancia mucho mayor a la tarea de financiar las promesas que han hecho los países, pero también debemos ser más creativos a la hora de utilizar los recursos disponibles.
Eso fue lo que hicimos cuando comenzamos a evaluar la situación de los refugiados; ahora necesitamos hacer lo mismo con los gases de efecto invernadero. Para abordar la crisis de los refugiados, hemos optado por “seguirlos de cerca”; en el caso del cambio climático, debemos seguir de cerca los gases de efecto invernadero y financiar los proyectos orientados a reducirlos, en la escala que corresponda.
Hemos logrado mucho, pero aún queda mucho por hacer.
Debemos fijarnos metas mucho más ambiciosas si pretendemos fomentar el crecimiento económico para los países y las personas más pobres del mundo.
Necesitamos hacer las inversiones adecuadas en las personas, conscientes de que dichas inversiones son esenciales para que los países sean competitivos.
Con todas las amenazas que enfrentamos a nivel mundial, debemos adoptar medidas que produzcan un efecto determinante en la escala necesaria.
Hemos creado un Banco Mundial más eficiente. Ahora necesitamos un Banco Mundial más fuerte.
Quizás recuerden que, en mi primer discurso de sesión plenaria en Tokio, cité al líder estadounidense de los derechos civiles, el Dr. Martin Luther King, que dijo que “el arco del universo moral es largo, pero se dobla hacia la justicia”.
Hoy cerraré con otra cita del Dr. King, que se relaciona con lo que él llamaba “el mito del tiempo... la noción extrañamente irracional de que hay algo en el propio flujo del tiempo que terminará por curar inevitablemente todos los males”.
Durante un discurso que pronunció a tan solo unas cuadras de aquí en 1963, el Dr. King habló de la “feroz urgencia del ahora”, la necesidad de tomar medidas inmediatas y firmes orientadas hacia un objetivo de vital importancia.
Hago un llamado a todos los que hoy estamos aquí para que actuemos con la misma feroz urgencia para lograr nuestro objetivo de poner fin a la pobreza extrema.
En definitiva, nuestras aspiraciones para los pobres deben coincidir con las aspiraciones que estos tienen para sí mismos. De lo contrario, habremos fracasado.
Ustedes nos han asignado la mejor misión del mundo: poner fin a la pobreza extrema e impulsar la prosperidad compartida.
Ínstennos a trabajar en toda la institución para ofrecer nuevos recursos, especialmente del sector privado, a nuestros clientes.
Exíjannos que seamos aún más creativos con nuestros conocimientos y que respondamos con mayor rapidez a sus necesidades.
Pero también dennos la flexibilidad que necesitamos para resolver los problemas más importantes y asegurarnos de que tenemos la capacidad financiera de cambiar el mundo para los más pobres y marginados.
Seamos audaces y, juntos, no solo doblaremos el arco de la historia hacia la justicia, sino que reescribiremos la historia para nosotros mismos, nuestros hijos y todas las generaciones futuras.
Muchas gracias.