Estas proyecciones ocultan importantes diferencias intrarregionales. Se espera que las economías sudamericanas, que han sido las más afectadas por el descenso de los precios de los productos básicos y la desaceleración en China, se contraigan un 2,6 % en 2016. En cambio, se prevé que México, América Central y el Caribe experimentarán una expansión modesta del 2,7 % en 2016, debido a la menor dependencia de los productos básicos y al vínculo más cercano con la economía de los Estados Unidos.
Este período de lento crecimiento, que podría prolongarse, pone en peligro los avances sociales que tanto ha costado conseguir. El porcentaje de la población que vive con USD 2,50 al día o menos —el umbral de pobreza extrema de la región— cayó del 24,5 % en 2003 al 11 % en 2013. En total, salieron de la pobreza 76 millones de personas. A pesar de estos avances, en 2014 el 39 % de la población continuaba siendo vulnerable y podía volver a caer en la pobreza; además, se ha desacelerado el crecimiento de tamaño de la clase media.
Asistencia del Banco Mundial
Durante el ejercicio de 2016, el Banco aprobó financiamiento por valor de USD 8200 millones y 31 operaciones en la región, lo que incluyó USD 8000 millones en préstamos del BIRF y USD 183 millones en compromisos de la AIF.
Una demostración del modo en que ha evolucionado la función del Banco en América Latina y el Caribe en las últimas décadas es que los países de la región recurren cada vez más a la institución para obtener no solo financiamiento directo, sino también servicios tales como seguros contra riesgos, swaps de productos básicos y financiamiento para la adaptación al cambio climático. Un ejemplo de esto es el Fondo de Seguro contra Riesgos de Catástrofe para el Caribe, que el Banco ayudó a establecer en 2007 y ahora permite que más de 20 países del Caribe y América Central distribuyan los riesgos, accedan a seguros contra desastres a bajo costo y gestionen mejor el riesgo de catástrofes.
El Banco continúa siendo una fuente vital de ideas, mejores prácticas y poder de convocatoria. Dos estudios, Ninis en América Latina: 20 millones de jóvenes en busca de oportunidades y Latinoamérica indígena en el siglo xxi: Primera década, ofrecen información valiosa y orientaciones sobre problemas de desarrollo clave, mientras que algunas conferencias, como Cuentas Claras: Gobernabilidad para el Crecimiento con Equidad, celebrada en Uruguay en abril, demuestran la capacidad del Banco para convocar a líderes de distintos ámbitos en torno a nuevos desafíos regionales.
Impulsar la recuperación económica
Para sentar las bases de la recuperación económica, la región debe incrementar la productividad, fortalecer el entorno para los negocios y exponer a las empresas a una mayor competencia interna y externa. A tal fin, el Banco está respaldando los esfuerzos de Colombia por aumentar el nivel y la asignación de las capacidades productivas de los profesionales y simplificar las regulaciones para promover la innovación. En Perú, ayuda a fomentar la productividad mediante una educación pública de mayor calidad, y contribuye a mejorar el entorno para los negocios a través de la reducción de los costos de ingreso, operación y salida del mercado que recaen sobre las empresas.
Crear una infraestructura sostenible
Para crear una infraestructura mejor y más sostenible, que respalde un mayor crecimiento en la región, será necesario movilizar inversiones tanto del sector público como del privado. El Banco ha desempeñado una función catalizadora en este aspecto, ofreciendo financiamiento y asistencia técnica para establecer infraestructura de alta calidad con menores emisiones de carbono. En Lima (Perú) y Quito (Ecuador), trabaja en el desarrollo de sistemas de transporte metropolitano que reducirán las emisiones de carbono y aliviarán la congestión de tránsito. En el Caribe, moderniza las redes eléctricas y ayuda a las empresas a reacondicionar sus edificios de modo que puedan ahorrar energía y utilizar fuentes de energía renovable.
Invertir en las personas pobres y vulnerables
Dos prioridades de la región son proteger a las personas pobres y vulnerables de la desaceleración económica y fortalecer su capital humano para que puedan participar en los beneficios del crecimiento. En Costa Rica, el Banco respalda los esfuerzos por mejorar la calidad y disponibilidad de los servicios de salud para los pobres. En Haití, colabora con sus asociados del programa Educación para Todos a fin de aumentar el acceso de 73 000 niños desfavorecidos a las escuelas y a una educación de calidad, y proporcionar comidas diarias a 132 000 niños este año escolar. En México, ayuda a ampliar el acceso de los beneficiarios del programa de transferencias monetarias condicionadas Prospera a una variedad más amplia de servicios sociales.
Desarrollar resiliencia y responder a las perturbaciones
Ayudar a los países a desarrollar resiliencia ante perturbaciones inesperadas —como los desastres naturales y las emergencias de salud pública— constituye una cuestión multisectorial que abarca toda la labor operacional del Banco. En Bolivia, la institución contribuye a la preparación de un sistema integral para gestionar mejor los riesgos relacionados con los desastres. En febrero de 2016, ofreció USD 150 millones para respaldar la respuesta de la región al virus del Zika. Después de un fuerte terremoto que azotó a Ecuador en abril y dejó un saldo de cientos de muertos y miles de heridos, el Banco puso a disposición del país, en forma inmediata, fondos del Proyecto de Mitigación de Riesgos y Recuperación en Casos de Emergencia, de USD 150 millones y aprobado recientemente, para cubrir los costos de medicamentos, hospitales móviles y otros servicios básicos.
Más información: Página del Banco Mundial sobre la región de América Latina y el Caribe »