Durante más de 70 años, el BIRF ha movilizado financiamiento para sus países clientes en los mercados de capital internacionales y ha recaudado casi USD 900 000 millones desde su primer bono en 1947. Durante el ejercicio de 2019, el BIRF movilizó USD 16 000 millones en capital pagado aportados por sus accionistas para financiar proyectos y programas por un monto cercano a los USD 120 000 millones, con los que se ayuda a los países clientes de todo el mundo a abordar sus prioridades de desarrollo. Aprovechamos la calificación crediticia de triple A de que goza el BIRF para movilizar de forma eficiente y rentable entre USD 50 000 millones y USD 60 000 millones al año en apoyo al mandato del Banco de promover el desarrollo sostenible, crear herramientas e instrumentos financieros que permitan atender las prioridades de desarrollo a nivel mundial, y ayudar a los clientes a gestionar los riesgos y generar resiliencia. En el ejercicio de 2018, la AIF ingresó por primera vez a los mercados de capital con un bono de referencia inaugural de USD 1500 millones, que generó órdenes de compra de inversionistas de todo el mundo por un total de USD 4600 millones. Este monto ha permitido a la AIF ampliar considerablemente su respaldo a los ODS y, al mismo tiempo, ofrecer a los inversionistas una forma eficiente de contribuir al desarrollo internacional.
Promover instrumentos de mercado de capital para propiciar el desarrollo mundial
Los instrumentos de mercado de capital del Banco brindan al sector privado la oportunidad de participar en los esfuerzos destinados a atender las prioridades mundiales de desarrollo. En el ejercicio de 2019, incluyeron un bono a cinco años denominado en rupias de Indonesia para promover el empoderamiento de las mujeres en las zonas rurales y un bono a cinco años por valor de SEK 2500 millones (2500 millones de coronas suecas) para generar conciencia sobre las ciudades y comunidades sostenibles. En diciembre de 2018, el Banco fijó el valor de nuevos bonos vinculados a los ODS para inversionistas minoristas en la Región Administrativa Especial de Hong Kong (China) y Singapur, cuyo rendimiento está vinculado a un índice relacionado con el desempeño de las acciones de las empresas que respaldan los objetivos, por ejemplo, en materia de clima, género y salud. Además, tratamos de aprovechar las nuevas tecnologías para promover el desarrollo. En agosto de 2018, por citar un caso, emitimos el primer bono del mundo administrado por una plataforma mundial de cadena de bloques, denominado “bond i”, en asociación con el Commonwealth Bank of Australia y Microsoft.
También emitimos bonos verdes, que aprovechan los mercados de capital para respaldar proyectos relacionados con el cambio climático y lograr que los inversionistas centren su atención en los compromisos ambientales, sociales y de gestión de los emisores. En 2008, emitimos el primer bono verde del mundo, y desde entonces nuestros bonos verdes han recaudado el equivalente a USD 13 000 millones a través de más de 150 transacciones en 20 monedas. En noviembre de 2018, conmemoramos el décimo aniversario del primer bono verde con tres importantes emisiones de referencia en euros, dólares australianos y dólares estadounidenses, que generaron el equivalente a USD 1300 millones.
El Banco también ayuda a los países a crear mercados de bonos verdes. De ese modo, ayuda a sus clientes a demostrar liderazgo en materia de sostenibilidad y acción climática, y, al mismo tiempo, ofrece a los inversionistas la oportunidad de respaldar soluciones de desarrollo que abordan el cambio climático. En 2009, el estado de California fue el único inversionista en el primer bono verde emitido por el Banco en dólares de Estados Unidos. Para conmemorar esta larga relación, en octubre de 2018 realizamos una nueva emisión por un total de USD 1500 millones para un período de 10 años. En septiembre de 2018, el Banco también publicó la primera guía sobre bonos verdes para emisores —Green Bond Proceeds Management and Reporting Guide (Guía para la gestión de los ingresos derivados de bonos verdes y la presentación de informes conexos)—, que contiene orientaciones para los emisores del sector público y promueve el liderazgo en la esfera de las ideas mundiales.
En agosto de 2018, pusimos en marcha una iniciativa para destacar el papel fundamental de los recursos hídricos y oceánicos. Diversos inversionistas institucionales y minoristas de todo el mundo han respaldado dicha iniciativa adquiriendo bonos de desarrollo sostenible del Banco Mundial, y hasta la fecha se han emitido en total 23 bonos en 10 monedas. En noviembre de 2018, el BIRF recaudó USD 660 millones en bonos para concientizar acerca de los ODS referidos al agua limpia y el saneamiento (ODS 6) y a la vida submarina (ODS 14). En mayo de 2019, emitimos un bono vinculado a los ODS, a 13 años, por valor de SEK 500 millones, que pone de relieve la urgencia de abordar la contaminación del agua y de los océanos, sobre todo los desechos plásticos en estos últimos.
También ayudamos a Seychelles a elaborar un bono azul soberano, el primero de su tipo en el mundo, para respaldar proyectos sobre vida marina y pesquerías sostenibles, que se emitió en octubre de 2018. Los fondos provenientes de estos bonos se utilizarán para ampliar las zonas marinas protegidas, mejorar la gestión de pesquerías clave y desarrollar la economía azul del país. Dado que es una de las zonas críticas para la biodiversidad a nivel mundial, Seychelles procura establecer un equilibrio entre la necesidad de desarrollarse económicamente y de proteger su medio ambiente natural.
Estamos promoviendo la transición a mercados de capital sostenibles a través de la profundización de nuestra alianza con el Fondo de Inversión de Pensiones del Gobierno de Japón. Como parte de esta medida, la Tesorería del Banco convocó la primera mesa redonda sobre cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza para promover el diálogo abierto y productivo entre inversionistas institucionales y emisores de bonos soberanos.
Brindar ayuda a los clientes para la gestión de la deuda pública
Para lograr la estabilidad financiera y una política fiscal sostenible, es importante llevar a cabo una gestión eficaz, estratégica y eficiente de la deuda pública. Se deben adoptar prácticas adecuadas, entre otras cosas para garantizar que la deuda pública no menoscabe los objetivos de desarrollo.
En el ejercicio de 2019, el Banco trabajó con más de 50 oficinas de gestión de la deuda nacionales y subnacionales para ayudar a los Gobiernos a fortalecer la capacidad institucional necesaria para gestionar la deuda pública. Estos servicios de asesoría llegaron a más de 1000 profesionales a través de seminarios web, talleres y foros, comunicaciones en línea y grupos virtuales, así como reuniones presenciales, con el fin de establecer y mantener relaciones duraderas entre las contrapartes.
En un contexto en el que las carteras de deuda de los países en desarrollo son cada vez más complejas, estamos adaptando progresivamente nuestros productos y servicios. Brindamos asistencia técnica a los países para ayudarlos a diseñar e implementar estrategias de gestión de la deuda, evaluar la sostenibilidad de la deuda y desarrollar sus mercados en moneda nacional.
Para satisfacer las crecientes necesidades de los países, la Tesorería del Banco Mundial elaboró el primer taller sobre gestión de riesgos del balance general soberano, publicó documentos de trabajo sobre activos y pasivos soberanos, y diseñó y aplicó la primera herramienta analítica específica para que los países gestionen proyecciones de efectivo y de flujo de efectivo.
El Programa de Asesoría y Gestión de Reservas es la plataforma de rápido crecimiento que utiliza el Banco para prestar servicios de fortalecimiento de la capacidad y gestión de activos, basados en la demanda, a los administradores de activos del sector oficial en los países en desarrollo y las instituciones internacionales. Ayuda a los bancos centrales, los fondos de pensiones y los fondos soberanos de inversión a crear capital humano, fortalecer la gobernanza y las operaciones y generar rendimientos sobre los recursos financieros en forma congruente con sus mandatos y parámetros de riesgo. La demanda del programa va en aumento, y ahora se prestan servicios a 70 instituciones, muchas de ellas en países de ingreso bajo y en contextos frágiles y afectados por conflictos.