En los últimos años, los problemas en torno a la erosión de la base imponible, vinculados con la globalización y la planificación fiscal agresiva por parte de las empresas multinacionales, han captado la atención de la comunidad y la prensa internacional. Recientemente, los papeles de Panamá dejaron en evidencia una clara conexión entre la elusión fiscal, la evasión de impuestos y, de manera más general, los flujos financieros ilícitos. Estas dinámicas socavan los esfuerzos de los países en desarrollo por fortalecer la capacidad del Estado y exigir el cumplimiento del contrato legítimo que tienen con los contribuyentes.
El programa fiscal mundial se ha centrado principalmente en estas cuestiones desde la perspectiva de la generación de ingresos fiscales (la erosión de la base imponible y la “carrera hacia el precipicio” en materia de tasas impositivas) y desde el punto de vista de la eficiencia (la incertidumbre de los regímenes tributarios para la inversión extranjera directa y la rentabilidad a largo plazo de las empresas). No obstante, se ha prestado menos atención al modo en que estas tendencias tributarias están afectando a los países en desarrollo y a quiénes ganan y pierden a nivel mundial.
El objetivo de esta conferencia de un día y medio de duración es analizar las cuestiones vinculadas con las “guerras fiscales” globales que afectan a los países en desarrollo, aprovechar esferas relacionadas en materia de tributación internacional y poner de manifiesto los temas que requieren un análisis más profundo. La conferencia contará con la participación de expertos de primer nivel con diversas trayectorias y experiencias e incluirá debates acerca de cómo la mejora en el diseño y la aplicación de las políticas tributarias, así como una cooperación tributaria más adecuada, pueden ayudar a proteger a los países en desarrollo de las consecuencias negativas de estas tendencias. Asimismo, durante la conferencia se estudiarán soluciones globales a los desafíos que plantea la cooperación tributaria a nivel mundial.
A medida que los Gobiernos en los países en desarrollo (quienes suelen ser anfitriones pero no el lugar de origen de las empresas multinacionales) observan la pérdida de los ingresos fiscales por el impuesto sobre la renta de las sociedades, intentan imponer otros gravámenes sobre resto de la economía, incluso sobre los segmentos de menores ingresos de la población. Sin embargo, con frecuencia enfrentan desafíos estructurales debido a sus propias restricciones socioeconómicas e institucionales, agravados por la percepción de que las personas más ricas y las grandes empresas no están cumpliendo con sus obligaciones tributarias, lo que debilita aún más su credibilidad.
Además de enfrentar la elusión fiscal y la evasión del pago de impuestos sobre la renta de las sociedades, los Gobiernos de los países en desarrollo también enfrentan presiones para reducir el alcance y las tasas de los impuestos sobre la renta de las personas físicas, los impuestos sobre las ganancias de capital, los bienes inmuebles y otros activos patrimoniales. Si bien realizan arduos esfuerzos por utilizar más ampliamente estos instrumentos tributarios para generar ingresos fiscales adicionales mediante una mayor cobertura de la renta personal y la riqueza en la base imponible, les resulta difícil superar los obstáculos sociales, políticos y administrativos a nivel nacional.
Las iniciativas tendientes a aumentar los esfuerzos de movilización de los recursos internos en los países en desarrollo, con el propósito de cumplir los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), podrían fracasar si aquellos con mayor capacidad de pagar impuestos, las empresas y las personas físicas, no contribuyen de manera equitativa. Esto podría implicar, asimismo, un sesgo hacia los contribuyentes de ingresos medios y bajos, que normalmente no poseen bienes físicos ni de capital, sino que solo cuentan con su capital humano y sus competencias laborales para ofrecer, lo que aumenta aún más la percepción de que los sistemas tributarios perjudican a los pobres. Asimismo, la falta de transparencia al momento de exigir el cumplimiento de las normas tributarias a quienes tienen mayor capacidad de pago solo contribuye a exacerbar esta percepción de injusticia. Por sí solos, los países en desarrollo no serán capaces de alcanzar sus objetivos de gestión de riesgos de desastres si no cuentan con soluciones globales para estos desafíos que están en gran medida fuera de su control.
En el otro extremo del espectro de las presiones de las “guerras fiscales” que surgen de los mecanismos de elusión y evasión, parece estar surgiendo un nuevo consenso en torno a la aplicación mundial de instrumentos tributarios correctivos sobre bienes cuyo consumo crea externalidades sociales negativas, como el tabaco y las emisiones de CO2. Los impuestos al tabaco podrían representar un beneficio para todos en los países en desarrollo, desde el punto de vista de la mejora de la salud pública y de la generación de ingresos fiscales adicionales. De manera similar, los impuestos al carbono podrían ayudar a mitigar el cambio climático y a reducir la brecha de bienestar entre los países en desarrollo y los más avanzados. En ambos casos, serán necesarias la coordinación y la cooperación en materia fiscal a nivel regional e internacional para la consecución de estas ambiciosas metas.