Ciudad de Washington, 12 de noviembre de 2009 —África se vio beneficiada en los últimos años por algunas mejoras importantes en su infraestructura. En 2006, más del 50% de la población contaba con señal de telefonía celular del sistema global de comunicaciones móviles (GSM, por sus siglas en inglés). Cinco países ya cumplieron con los objetivos del milenio relativos al acceso universal al agua, otros 12 están en vías de lograrlo y un 80% de la red vial principal del continente se encuentra en buenas condiciones.
No obstante, estos avances muestran sólo una parte de la historia: sigue habiendo desafíos difíciles de superar. Solamente uno de cada tres africanos que viven en áreas rurales tiene acceso a una carretera hábil durante todo el año. Más del 20% de la población de Camerún, Ghana, Mauritania, Níger y Tanzanía debe viajar una distancia superior a dos kilómetros para llegar a su principal fuente de agua. En África, los consumidores pagan el doble que las poblaciones de cualquier otra región del mundo por los servicios básicos, y el costo de un paquete mensual de servicios prepagos para celulares es de US$12, mientras que en Asia meridional es de sólo US$2. Éstos son algunos ejemplos de los desafíos que enfrenta la infraestructura de África.
El Banco Mundial anunció recientemente en el informe titulado Africa’s Infrastructure: A Time for Transformation (Infraestructura de África: Tiempo de transformación), que el mal estado de la infraestructura en África al sur del Sahara —la electricidad, el agua, las carreteras y tecnologías de la información y comunicaciones (TIC)— disminuye el crecimiento económico nacional en dos puntos porcentuales cada año, reduciendo la productividad en hasta un 40%. El equipo que realizó el estudio analizó exhaustivamente el tema en 24 países de todo el continente.
Para alcanzar tanto los objetivos nacionales de África como los objetivos de desarrollo del milenio en 10 años y cerrar la brecha de infraestructura entre el continente y otras regiones del mundo, sería necesario un gasto anual de US$93.000 millones. Esta cifra constituye más del doble de lo que se había previsto y es menor al presupuesto que China invirtió en infraestructura durante los últimos 20 años —que sólo en términos de inversión de capital fue el equivalente al 15% de su producto interno bruto (PIB).
Los Estados frágiles enfrentan el problema más abrumador: el de satisfacer las necesidades de inversión en infraestructura. Para ponerse al día en la próxima década, deberían invertir más de un tercio de su PIB. Los países que poseen las mayores necesidades de infraestructura son a menudo los menos atractivos a los ojos de los inversores. Muchas naciones africanas, en especial los Estados frágiles, demoraron más en ponerse al día en materia de infraestructura y por falta de recursos consideraron el uso de tecnologías de costo menor. Se debe actuar en forma urgente y la crisis financiera mundial subraya aún más la necesidad de hacer un esfuerzo titánico para poner a punto la infraestructura de África, según el informe.
Generación de energía
El acceso a la energía resulta clave para lograr el crecimiento económico y disminuir la pobreza. No hay ningún país en el mundo que haya podido desarrollar su economía sin contar con abundantes recursos energéticos. Hoy en día, los cortes de energía son un fenómeno crónico que afecta a 30 países africanos y sólo uno de cada cuatro habitantes tiene acceso a ella. La capacidad total de generación instalada de 48 países del África al sur del Sahara es de 68 gigavatios, con lo cual no supera a la de España. Algunas firmas en varios países señalan que el mayor obstáculo para que se lleven a cabo actividades empresariales es el problema energético. En regiones fuera de África meridional, el consumo de energía es de apenas el 1% del nivel de los países de ingreso alto.
El informe deduce que, de los US$93.000 millones necesarios para mejorar la infraestructura de África, se necesitaría casi la mitad para aumentar el abastecimiento de energía eléctrica del continente. La financiación respaldaría la creación de nueva capacidad de generación de energía, siete veces mayor al promedio anual de los últimos 10 años. Además, es necesaria una reparación del sistema africano actual, ya que un cuarto de la capacidad de generación energética no funciona.
Logrando la eficiencia operacional de los empresas públicas proveedoras de energía mediante reformas institucionales, África se ahorraría US$27.000 millones por año —lo que constituye un aporte significativo. Hoy en día, las empresas públicas recaudan de los consumidores menos del 90% de la tarifa, mientras que una empresa bien manejada recauda el 100%. En Burkina Faso, Ghana, Níger o Uganda —por nombrar sólo algunos— la falta de recaudaciones por prestación de servicios eléctricos es equivalente en algunos casos al 1% del PIB. Lograr la mejor eficiencia del sistema podría facilitar tanto un aumento de las inversiones destinadas a la infraestructura como mejoras en el mantenimiento.
“A un costo promedio de US$0,18 por kilovatio por hora resulta caro producir energía en África, en comparación con los parámetros mundiales”, dice Briceno-Garmendia.
Si bien mejorar el mantenimiento del sistema eléctrico es la clave para ampliar el acceso de los residentes de África, el comercio regional es otra pieza importante para afrontar el desafío de disminuir los costos para los consumidores. En el estudio se llega a la conclusión de que mejorando el funcionamiento del intercambio regional energético, África podría ahorrar el equivalente a US$2.000 millones por año en costos de energía.
Financiación de la infraestructura
África ya invierte US$45.000 millones por año en infraestructura —la mayor parte del dinero proviene de fuentes internas. No obstante, los proveedores de infraestructura desperdician US$8.000 millones al año en exceso de personal, pérdidas en la distribución, ineficiencia en la recaudación de ingresos y mantenimiento insuficiente. Las empresas públicas de África no pueden recaudar los US$24.000 millones que se facturan por año aproximadamente por los servicios prestados. El uso eficiente de los recursos existentes podría liberar US$174.000 millones adicionales cada año para la infraestructura. No obstante, aún logrando el máximo potencial en materia de eficiencia, quedará en los Estados frágiles un déficit de financiamiento importante de US$3.100 millones para la infraestructura, en especial de agua y energía.
Para superar el déficit africano de financiamiento en infraestructura de US$31.000 millones al año, sería necesario un esfuerzo clave de los países y de la comunidad internacional de inversionistas, para afrontar los déficit titánicos en el desarrollo de infraestructura. El financiamiento externo se mantuvo activo en los años previos a la crisis financiera mundial. De US$4.000 millones en 2002, aumentó a US$20.000 millones en 2007. Durante este periodo, el financiamiento interno de muchos países se vio beneficiado con el crecimiento y también con los precios elevados de los recursos naturales.
No obstante, es posible que la actual crisis financiera mundial detenga ese crecimiento, al reducir los fondos disponibles para la infraestructura y controlar la demanda de sus servicios. Para evitar el déficit de financiamiento, hará falta aprovechar una amplia gama de recursos, incluidos los presupuestos públicos, arrendamientos de recursos, mercados de capital locales, sector privado y financiamiento fuera de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), así como la tradicional asistencia de los donantes. En el informe se concluye que muchos países podrían tener que considerar otros modos de compatibilizar los objetivos de infraestructura con el paquete disponible de recursos.
“Los países africanos afrontan desafíos difíciles para aumentar la inversión y mejorar el mantenimiento y conservación de su infraestructura”, dice Foster. “La buena noticia es que nadie puede poner en duda la sólida rentabilidad que puede generarse a partir de inversiones en el mantenimiento: Concluimos que cada dólar invertido en la conservación de rutas equivale a US$4 en longevidad de activos y servicios”.
Sobre el informe
El documento resalta los resultados provenientes de los diagnósticos por países de la infraestructura en África (AICD, por sus siglas en inglés), un estudio llevado a cabo por una asociación de instituciones que incluye a la Comisión de la Unión Africana, el Banco Africano de Desarrollo, el Banco de Desarrollo del África Meridional, el Consorcio de Infraestructura para África, la Nueva Alianza para el Desarrollo en África y el Banco Mundial. Éste es uno de los informes más detallados que se han realizado en el continente africano. Se efectuaron sondeos entre 16 operadores ferroviarios, 20 entidades viales, 30 empresas públicas de energía, 30 puertos, 60 aeropuertos, 80 empresas públicas de abastecimiento de agua y más de 100 operadores de tecnologías de la información y comunicaciones, así como los correspondientes ministerios en 24 países. Las conclusiones se extrajeron del análisis detallado de las necesidades del gasto (basadas en los modelos microeconómicos nacionales), los costos fiscales (que involucraron la recopilación y el análisis de datos nuevos) y los parámetros de referencia de desempeño por sector (que cubren aspectos operativos y financieros, así como los marcos institucionales nacionales).