Desde 2001, la inscripción escolar en los grados 1 al 12 aumentó de 3,9 millones en 2004 a 6,2 millones en 2008. En el caso de las niñas, el aumento fue enorme: de 839.000 a más de 2,2 millones.
En marcha hacia un futuro mejor
25 de febrero de 2010 - Cuando Mohammad Yousuf retornó en 2003 a su hogar en Afganistán, después de vivir más de 12 años como refugiado en un país vecino, lo que más deseaba era una vida mejor para sus hijos y nietos. “Cuando escuchamos mencionar que Afganistán era por fin libre y la paz reinaba de nuevo, traje a mi familia a casa", dice este abuelo de 65 años, integrante de una extensa familia.
No obstante, el pueblo ancestral de Yousuf, en la provincia occidental de Herat, sufrió en gran medida durante las décadas de conflicto. “Enfrentamos infinidad de problemas cuando regresamos”, recuerda Yousuf. "No había agua, electricidad, carreteras, escuelas ni centros de salud”.
A pesar de estas dificultades, el futuro de los niños era la principal preocupación de las 500 familias del pueblo. La escuela más cercana se encontraba a millas de distancia y los niños debían caminar casi dos horas para llegar a ella. Las niñas debían ser acompañadas por un hombre de la familia tanto en el camino de ida como de regreso.
Casi cuatro años después de volver, en 2007, todos los niños de la familia de Yousuf iban a la escuela. “Hay una escuela en el pueblo para niños y niñas”, señala Yousuf. “Todos los niños asisten a la escuela con regularidad, en especial aquellos que no pudieron empezar antes debido a la distancia”.
Educación bajo fuego
Afganistán dejó atrás más de dos décadas de guerra y luchas internas en el otoño de 2001. El país quedó prácticamente fuera del desarrollo mundial durante 25 años. En los ocho años transcurridos desde el fin del gobierno talibán, Afganistán logró avances significativos en la lucha por superar los años de guerra y conflictos y se esfuerza por recuperar todos los años de desarrollo perdidos.
Bajo el régimen talibán (1996-2001), el país estuvo sumido en el aislamiento internacional y conflicto permanente. El sistema educativo prácticamente se desmanteló: las niñas quedaron excluidas. A los niños se les enseñaba un programa de estudios limitado, con contenido religioso. La tasa de inscripción neta de las niñas se estimó en 3%.
Luego de la caída de los talibanes en 2001, cada vez más familias afganas regresaron a sus hogares después de pasar los años de guerra refugiadas en naciones vecinas. En consecuencia, creció la población de todos los pueblos del país y aumentó la demanda de educación. La existencia de una buena escuela en el pueblo es una prioridad para los refugiados que regresan, que desean que la vida de sus hijos sea mejor que la de ellos.
Papel del Banco Mundial
Al reconocer que la educación desempeñaría un papel esencial en la reconstrucción y desarrollo de Afganistán, desde 2001 la Asociación Internacional de Fomento (AIF) del Banco Mundial y otros socios internacionales lanzaron una serie de programas educativos destinados a proveer acceso y educación de calidad en todos los niveles, con la atención puesta en las niñas. Específicamente, estos programas apuntaban a reconstruir el sector educacional en todo el país.
Los proyectos aportaron nueva vida a la educación y beneficiaron a las niñas en particular. La inscripción escolar en los grados 1 al 12 aumentó de 3,9 millones en 2004 a 6,2 millones en 2008. En el caso de las niñas se disparó de 839.000 a más de 2,2 millones, y la de los niños de 2,6 millones a 3,9 millones. Estas cifras representan la matrícula más alta en la historia de Afganistán.