14 de junio de 2010 — El otoño pasado, un fuerte ruido despertó a los residentes de Agadez, Níger. Había llovido en las montañas del norte, un hecho inusual en todo momento y en especial durante la estación seca. El agua se desplazó hacia el sur y avanzó sobre la arena sin encontrar obstáculos. En los pueblos agrícolas, los huertos de tomate, repollo, pimiento y maíz quedaron rápidamente sumergidos. El agua destruyó las casas construidas con ladrillos de barro y arrasó con el ganado.
Malassane Boungoudou reaccionó frente al repentino diluvio apilando tres camas una sobre otra y refugiando a sus hijos en la cama de arriba. Salió de su casa cuando las paredes comenzaron a desmoronarse. Luego de la inundación, ella y su familia vivieron durante dos meses en el garaje de un familiar, con miedo a regresar.
El Programa de Acción Comunitaria (CAP, por sus siglas en inglés), financiado por el Banco Mundial, que funcionaba en Agadez antes de este fenómeno, prestó ayuda inmediata a los pobladores. Los líderes comunales se reunieron para evaluar las necesidades inmediatas y, con la colaboración del CAP, resguardaron las bombas de agua, el ganado, las herramientas y las semillas y fertilizantes.
Los residentes contribuyeron con el proyecto por medio del aporte de trabajo en especie, para volver a plantar cultivos y vegetales, construir un sistema de riego, reforzar diques y levantar cercas nuevas. Con un acceso renovado a la irrigación, las mujeres pudieron establecer huertos comunitarios para cultivos básicos, que comparten y utilizan para alimentar a sus familias.
Además, un grupo femenino de autoayuda, denominado Alhéri Mai Yawa, está utilizando fondos renovables para recuperar los bienes perdidos en el desastre. Los fondos permiten a las mujeres vender especias y aceptar labores de costura, asegurando de este modo el ingreso para sus familias.
En las palabras de un alcalde: “El programa insufló nueva vida a nuestra comunidad”.
Comunidades locales deciden prioridades
El CAP, que comenzó en 2003, mejora la capacidad de los dos tercios de los gobiernos locales (comunas) de Níger para diseñar e implementar planes de desarrollo con donaciones de pequeños capitales, mejorando de este modo sus medios de vida y “poniendo en marcha” la descentralización.
Asimismo, este programa financiado en conjunto por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) reduce la degradación de la tierra y promueve la gestión sostenible de la misma.