3 de agosto de 2010 — Hajar Biyad, de 15 años de edad, realiza ejercicios en los equipos de gimnasia acrobática del patio de su escuela en Salé, Marruecos. Suspendida de sogas, lejos del suelo, la joven representa una imagen de gracia y de fuerza.
Hace cuatro años, Biyad era una fugitiva de 11 años en las calles de Rabat y Salé. En la actualidad, es una estudiante en una escuela alternativa con el nombre de l’Ecole du Cirque, que enseña acrobacia además de lectura y matemáticas.
“Si Dios quiere, seré una artista y trabajaré en un circo”, dice Biyad.
La joven fue alguna vez una de las 50.000 personas que vivían en la extrema pobreza y a las que intenta ayudar la Iniciativa Nacional para el Desarrollo Humano (INDH) puesta en marcha hace cinco años en Marruecos.
Esta por un monto total de US$1.100 millones, de los cuales US$100 millones son sufragados por el Banco Mundial, provee el financiamiento para l’Ecole du Cirque y otros programas que dan refugio a huérfanos, niños que viven en las calles y otras personas pobres. El objetivo es ofrecer asistencia médica, apoyo moral, educación y capacitación laboral, además de reunir a las familias y reinsertar a los individuos en la sociedad.
En todo el país, la amplia iniciativa está brindando también a las personas de escasos recursos de todas las edades acceso al agua potable, electricidad, servicios sanitarios y de salud y al financiamiento de pequeñas empresas y proyectos.
Desde 2005, la INDH ha financiado más de 20.000 subproyectos que benefician a más de 4,6 millones de personas en 264 barrios de las zonas urbanas y en 403 comunidades rurales.
“Ya hemos visto algunos importantes resultados en terreno”, dice Mohamed Medouar, director del proyecto de respaldo de la INDH del Banco Mundial.
La pobreza en las zonas rurales se ha reducido del 36% en 2001 al 14% en 2007. Según un estudio de 2009, alrededor del 46% de los hogares informa que ha mejorado su forma de vida, un 62% de los mismos (60% de mujeres y jóvenes) dice tener mayor acceso a la infraestructura, mientras que un 58% (51% de mujeres y 54% de jóvenes) declara un aumento en el acceso a servicios socioeconómicos.
Además de la adquisición de mayores conocimientos en materia de desarrollo humano, los resultados incluyen una mayor participación del público y de los gobiernos locales y provinciales y de organizaciones no gubernamentales (ONG), agrega Medouar.
Las comunidades y los individuos adquirieron además un renovado “valor y dignidad” y adoptaron una “visión más favorable del futuro”, dice Nadira El Guermai, coordinadora nacional de la INDH.
“Sólo necesitaban que alguien los ayudara a realizarlo y esto es una parte importante de la INDH. Esto permite que la persona diga ‘Soy alguien y soy capaz’”.
Nueva estrategia para programas sociales
Antes de 2005, Marruecos gastaba el 55% de su presupuesto en programas sociales aunque ocupaba el puesto 124 entre 177 países en el Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Aproximadamente el 40% de la población marroquí era considerada económicamente vulnerable, el 72,2% de las mujeres de zonas rurales no sabía leer, en contraposición con el 52,7% a nivel nacional y la mortalidad materna era 45 veces superior al promedio de Europa.
En mayo de 2005, el rey Mohammed VI anunció que el país intentaría hacer frente a las condiciones socioeconómicas mediante una nueva estrategia basada en la demanda y en la comunidad tendiente a aliviar la pobreza y la exclusión social en las zonas rurales y urbanas.
Se establecieron en el marco de la INDH más de 700 comités regionales, provinciales y locales de desarrollo humano, compuestos por proporciones iguales de representantes de la sociedad civil, del gobierno local y de los ministerios. Los 11.000 miembros de los comités deciden cuáles proyectos responden mejor a las necesidades de la población, incluyendo a las personas más pobres y más vulnerables.