En las costas de África occidental, miles de botes compiten por obtener un recurso que decrece: los peces.
En el virtual altercado, los nativos a bordo de canoas tradicionales pescan menos y obtienen menores ganancias cada año. Grandes navíos sofisticados, muchos de ellos enarbolando banderas extranjeras, se aprovechan de las inadecuadas políticas y regulaciones costeras de los países en desarrollo. En el marco del libre acceso, incluso las flotas industriales se ven afectadas por los mismos problemas de disminución de los ingresos y las tasas de captura.
Casos similares han ocurrido del Atlántico al Pacífico, y de aguas costeras hasta alta mar.
Aproximadamente el 85% de las poblaciones de peces están plenamente explotadas, sobreexplotadas, agotadas o en recuperación, según El estado mundial de la pesca y la acuicultura 2010. Por otro lado, la creciente población demanda más pescado, y los barcos usan alta tecnología y métodos de pesca más efectivos, al grado que su ritmo de captura es dos veces mayor que el tiempo que tardan los peces en reproducirse.
Esto da como resultado la sobrepesca, un fenómeno que ha acabado con varias pesquerías importantes, incluyendo algunas administradas por países industrializados.
Los expertos dicen que esto sucede por la carencia de reglas y derechos que motiven a asegurar el abastecimiento futuro de peces. Actualmente, la pesca encubierta e ilegal socava los esfuerzos por mantener un suministro sostenible y global de peces silvestres.
Como respuesta, pequeñas naciones isleñas y costeras en desarrollo, junto con un creciente número de asociados públicos, privados y de la sociedad civil, quieren que el mundo se entere de lo que está pasando, y que ayude a salvar los caladeros de pesca salvaje para las generaciones futuras.
La Alianza Mundial a favor de los Océanos se une a un esfuerzo internacional para encontrar formas de mantener los océanos vivos y productivos.
Necesidad de una mejor administración
Especialistas en asuntos pesqueros consideran que un mejor gobierno de los océanos y mares hará que estos sean más sanos, y también permitirá recobrar una cantidad importante de los casi US$50.000 millones perdidos cada año debido a prácticas no sostenibles, según Sunken Billions, un informe del Banco Mundial y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Pero los recursos pesqueros necesitan toda la atención de los líderes económicos y políticos, así como un compromiso a largo plazo para efectuar reformas, agregan los expertos.
El programa PROFISH del Banco Mundial, en favor del fortalecimiento de los derechos de los pescadores, recomienda poner fin al libre acceso a la industria pesquera y detener la decidida competencia por pescado.
Muchos creen que unos derechos de pesca bien definidos y ejecutados, proporcionarían fuertes incentivos a pescadores, comunidades y asociaciones pesqueras, para detener el desperdicio y la sobrepesca.
Sistemas de gestión que incluyen este tipo de derechos respaldados por la ley, se usan con éxito en Australia, Canadá, Estados Unidos, Estonia, Groenlandia, Islandia, Nueva Zelandia y los Países Bajos.
Entre los países en desarrollo, Chile usa estos sistemas para determinadas especies y Perú adoptó recientemente esa práctica para la pesquería más grande del mundo, la de la anchoveta peruana.