Como parte de su esfuerzo conjunto para reducir el impacto de los de los desastres naturales, el gobierno de México y el Banco Mundial lanzaron la publicación “Improving the Assessment of Disaster Risks to Strengthen Financial Resilience (Mejorar la evaluación de los riesgos de desastres para robustecer la capacidad de adaptación financiera).
En este trabajo –presentado en el marco de la cumbre del G20, celebrada en México- se subraya la importancia de entender los riesgos y diseñar estrategias financieras para proteger a los ciudadanos y reducir el impacto de desastres naturales.
La publicación muestra qué han hecho en países socios o invitados del G20, como México, Turquía o Colombia, para manejar riesgo de desastre; y pone énfasis en el hecho que los socios internacionales y la cooperación global tienen un papel muy importante en este tema.
“El reporte “La mejora de la Evaluación de Riesgos de Desastres para Fortalecer la Capacidad de Recuperación Financiera” constituye el primer entregable bajo la agenda G20 de administración de riesgos de desastres”, señaló José Antonio Meade, secretario de Hacienda de México.
Le puede pasar a cualquiera
No hay una economía que sea inmune cuando ocurren desastres naturales. México, por ejemplo, con cinco placas tectónicas en su territorio, está particularmente expuesto a terremotos. Según la publicación hay más de 90 terremotos al año con una magnitud de más de 4.0 en la escala de Richter.
Y este mes es el inicio de la temporada de huracanes en el Golfo de México y el Caribe, otro importante factor de riesgo en el país.
Los desastres naturales no solamente causan pérdidas físicas y humanas – también afectan la economía e impiden el crecimiento. En México, el terremoto de 1985 causó 6000 muertes y pérdidas por US$11 mil 400 millones de dólares, según la publicación.
La situación forzó al gobierno a usar sus recursos para la reconstrucción, en lugar de, por ejemplo, expandir la infraestructura del país. El terremoto fue el desastre con la peor pérdida económica entre 1970 y 2010, seguido por el huracán Wilma en 2005 y el huracán Alex en 2010.
Poco después del terremoto México creó su sistema de manejo de riesgos de desastres. En los 90s, el gobierno inició un fondo para desastres naturales, FONDEN, especialmente para el alivio y la reconstrucción frente a un desastre natural.
En 2006, México llegó a ser el primer país soberano en expedir un bono de catástrofe para riesgos de terremotos – un instrumento de transferencia de riesgo, que comparte con mercados internacionales el riesgo financiero de un terremoto a gran escala.
México y su “impresionante” base de datos
A través de FONDEN, México tiene una base de datos y una herramienta de visualización “impresionante” para mapear los riesgos en el país, según Hector Ibarra Pando, Oficial Financiero Senior del Banco Mundial.
La herramienta muestra datos actuales y valores sobre cuál infraestructura pública podría ser afectada por un desastre natural.
“Esta base de datos es única en el mundo,” dice Hector Ibarra Pando. “Es un tema que el Banco Mundial trata de promover a un nivel internacional, que los gobiernos tengan la capacidad de cuantificar la exposición a un nivel fiscal en temas de infraestructura pública.”