Tras conseguir logros sustanciales para alcanzar estabilidad macroeconómica, abrirse al comercio exterior y atraer más inversión extranjera, los países centroamericanos enfrentan ahora el reto de estimular la generación de más y mejores empleos. Centroamérica necesita crear más empleos de alta productividad e intensivos en mano de obra calificada, pero sobre todo empleos que puedan romper el ciclo de la pobreza y que contribuyan a un crecimiento económico sostenido. También que ayuden a reducir la ola de crimen y violencia, que en muchos casos se puede atribuir a la falta de empleo.
Pero, ¿cómo puede la región generar mejores empleos? El estudio “Mejores Empleos en Centroamérica” parece tener la respuesta. Para aumentar el capital humano, los países tienen la oportunidad de redoblar sus esfuerzos para ampliar la cobertura de la educación secundaria y terciaria, al tiempo de mejorar la calidad educativa. “La situación es muy heterogénea. En Nicaragua, Honduras y Guatemala los gobiernos están tratando de que todos los jóvenes completen la educación básica. Pero El Salvador, Costa Rica y Panamá se centran en la finalización de la educación secundaria y en el acceso a la universidad. Pero para los otros países mejorar la calidad es un gran reto”, indica Sajitha Bashir, gerente de sector de Educación del Banco Mundial y autora del estudio.
Otro reto importante para el Istmo es la composición de su población, pues la fuerza laboral en Centroamérica está conformada mayormente por menores de 35 años de edad. Las cifras muestran que alrededor del 30 por ciento de los jóvenes de zonas urbanas entre 15 y 24 años de edad no estudian ni trabajan. Por ello la generación der empleos de calidad, en especial para la juventud, es ahora más imperativo que nunca.
La migración de trabajadores jóvenes no calificados, tanto hacia los Estados Unidos como dentro de la región, ha sido crítica en la absorción de mano de obra y en la generación de remesas. Ambos factores han desempeñado un rol en mantener las tasas de desempleo relativamente estables y bajas para los estándares latinoamericanos. No obstante ello, las tasas de desempleo entre los jóvenes se mantienen altas, lo cual señala una tendencia preocupante ya que la fuerza de trabajo continuará creciendo en las próximas décadas, según el informe.
Para atender este desafío del desempleo juvenil, los países pueden implementar y ampliar los programas de capacitación para jóvenes, iniciativas que han tenido éxito en América Latina y el Caribe. El objetivo de estos programas es proporcionar habilidades básicas a los jóvenes (en particular a grupos en mayor riesgo, como los estudiantes que abandonan la secundaria) que mejoren sus posibilidades para conseguir empleo.
El estudio también señala que Centroamérica tiene la oportunidad para integrar la ciencia, la tecnología y la ingeniería en los procesos de producción de las empresas, para favorecer la producción y exportación de productos con valor agregado. Esto puede ayudar a estimular la creación de empleos formales de alta productividad.
Superar el reto de generar empleos más productivos y una fuerza de trabajo con alto capital humano contribuirá a incrementar las tasas de crecimiento económico en América Central y mejorar los salarios reales y el nivel de vida en general de los centroamericanos. Sobre todo, ayudará a reducir la pobreza, la desigualdad y la exclusión social en los países de la región.
Los países centroamericanos han impulsado la matrícula en la escuela primaria, aunque la tasa de culminación se encuentra significativamente por debajo del 100 por ciento en Guatemala, Honduras y Nicaragua.
Educación terciaria: El porcentaje de la población centroamericana que se matricula en educación terciaria varía de un 15 por ciento en Guatemala y Honduras a casi un 50 por ciento en Costa Rica y Panamá.
En Centroamérica, un trabajador que ha finalizado la educación terciaria gana en promedio alrededor de 200 por ciento más que un graduado de secundaria.
La experiencia de América Central sugiere que, a menos que la población tenga un capital humano sustancial, las políticas macroeconómicas y las reformas estructurales “correctas” no serán suficientes para crear el número necesario de “buenos” empleos. También son necesarias políticas complementarias que mejoren la cantidad y calidad de capital humano y fortalezcan el sistema de protección social.