En canciones o películas las describen como personas fuertes, capaces de cargar una lata de agua en sus cabezas por kilómetros. Al quitarles ese peso de encima, las mujeres de las comunidades pobres del Nordeste de Brasil pueden dedicar más tiempo a otras maneras de ganarse la vida.
Para ellas, este es el mejor resultado que han tenido las inversiones hechas en agua y en el sector productivo local, según un nuevo estudio del Banco Mundial.
Buscar agua para sus hogares continúa siendo la tarea diaria que consume la mayor cantidad de tiempo a estas mujeres. Pero las cosas han cambiado en el estado de Rio Grande do Norte (i) donde, con ayuda del Banco Mundial, se llevaron adelante 2.700 iniciativas que beneficiaron a 90.000 familias rurales en ocho años.
20 comunidades participaron del estudio, que demostró que las mujeres que redujeron el tiempo que le dedicaban a buscar agua para sus hogares, pueden sumar esfuerzos a otras actividades en sus granjas. Esto significó un aumento del 30% en sus ingresos familiares.
“Cada vez que tenía que lavar los platos, sufría mucho. Ahora tengo tiempo para hacer otras cosas”, dice Rita de Cassia residente de la comunidad de Jatoba.
“Cosechamos y vendemos. Todos los sábados llevo los cultivos a la feria local donde hago 70, 80, 90 o hasta 100 reales”, comenta Geralda da Silva, del asentamiento 8 de Março.
“El agua trajo beneficios inmediatos a todas las familias encuestadas. Les permitió tener más tiempo para realizar otras tareas, descansar o simplemente jugar”, afirma Fátima Amazonas, quien coordinó el estudio y lideró el proyecto del Banco Mundial para reducir la pobreza en Rio Grande do Norte.
El informe también destaca cómo las mejoras en calidad de vida, permitieron a las mujeres ganar más confianza para tener una participación social más activa y un mayor compromiso con las instituciones locales.