Con casi el 31% de los recursos hídricos del mundo, América Latina es la región con mayor disponibilidad per cápita de agua en el mundo. Sin embargo, la desigualdad en cuanto a suministro de agua y saneamiento ha derivado en poblaciones con servicios insuficientes.
Si bien siempre existirán áreas con abundancia de recursos hídricos y otras con escasez del mismo, esta desigualdad se ve exacerbada por la falta de concientización respecto al costo real del agua.
“A nivel del público en general, persiste la creencia de que el agua que sale del caño, no implica ningún costo al estado, y por lo tanto debería ser gratuita para todos. Es decir, el tratamiento de potabilización del agua, asi como el transporte del agua a los hogares a través de las tuberías no están en la mente de la gente”, explica Yehude Simon, oficial de comunicaciones del Banco Mundial.
“No hay una 'cultura de agua', es decir, el agua que pasa por las tuberías se derrocha. La gente no tiene conciencia del real valor del agua”, agrega.
A nivel regional, cien millones de latinoamericanos carecen de saneamiento, y dado que más del 80% de ellos viven en las ciudades, esta desigualdad se deja sentir más en las áreas rurales de la región, donde el acceso al agua potable y saneamiento está poco desarrollado.
Debido a su impacto sobre la salud, educación, turismo y más, un saneamiento inadecuado puede reducir el PIB anual de un país en 2 o 3%. Y a medida que las megaciudades de la región crecen, la tendencia ha sido hacia políticas enfocadas en satisfacer las necesidades de una población urbana en rápido crecimiento. Y aunque la inversión en agua potable y saneamiento se divida según vaya destinada al ámbito rural o urbano, en muchos países de la región esto no necesariamente es el reflejo de una falta de recursos financieros. Más bien se necesitan inversiones en capacitación para profesionalizar las capacidades requeridas para mantener estas redes.