Vestida de una camisa verde y azul claro, Aura Camargo Mercado, de la región de los Montes de María, en el norte de Colombia, charla y se ríe con sus amigos durante la comida.
Pero la joven de 23 años se pone seria cuando habla de su historia: cuando era pequeña, tuvo que huir de casa con su madre para salvar su vida. Además perdió a su tío y dos primos por la violencia generada por el conflicto armado que ha afectado a Colombia por más de 50 años.
Sin embargo, en contra de todo, Aura sueña con la paz. “Empezamos a tener nuestro sueño, nuestras esperanzas, en medio del conflicto. Estábamos soñando una región de paz, dónde podíamos vivir tranquilos.”
Un sueño que comenzó en 2004 con Paz y Desarrollo, un programa del gobierno colombiano co-financiado por el Banco Mundial, que apoyó el desarrollo local, en conjunto con las organizaciones de la sociedad civil, que buscaban construir la paz desde las comunidades.
Aura, por ejemplo, forma parte de Narrar para Vivir, un grupo de 840 mujeres víctimas del conflicto armado que apoyan a otras víctimas. Explica que contar su historia y escuchar a otras personas, le ayudó mucho. “Solamente que nos escuchen es fundamental para nosotros”, dice.
Narrar para Vivir es uno de los grupos que integran la Red Montemariana, un espacio de encuentro para las organizaciones sociales de la región de los Montes de María, que – con 9.000 miembros - busca romper el ciclo de la violencia a través del trabajo en red.
Líderes “blindados”
La Red Montemariana busca fortalecer a las organizaciones que trabajan directamente en las comunidades y a sus líderes, para que sean protagonistas de su propio desarrollo, sean menos vulnerables a la violencia y superen la pobreza.
Al inicio del proyecto Paz y Desarrollo, muchos de los líderes comunitarios estaban condenados al silencio o escondidos por el conflicto armado. Por eso, la Fundación Red Desarrollo y Paz de los Montes de María comenzó a promocionar entre ellos la convivencia y la paz para el desarrollo.