“Me gusta la nueva casa porque a diferencia de la de mi tía, en donde vivíamos antes, en ésta no hay goteras, no entran mosquitos, no se entra el lodo cuando llueve y sobre todo no hace mucho calor ni mucho frío”, cuenta Lilibeth Abad, la mayor de cinco hermanos en una familia que vive Monte Sinaí, un sector marginal de Guayaquil.
Así como Lilibeth, muchas familias han mejorado sus condiciones de vida gracias a las viviendas que recibieron del proyecto “Casas elevadas de bambú para proteger a las comunidades de las zonas de inundación”. La construcción de estos espacios es realizada en base a caña guadúa, un tipo de bambú nativo de Ecuador.
Eugenia, madre soltera de cuatro hijos, también comenta que la nueva casa le hace sentir más tranquila pues antes, además de lavar ropa, limpiar casas y vender comida para mantener a la familia, tenía que lidiar con frecuentes inundaciones debido a las torrenciales precipitaciones, características de la temporada de lluvia que registra Ecuador entre diciembre y junio.
Hoy en día, el proyecto de la Red Internacional del Bambú y Ratán (INBAR por sus siglas en inglés), financiado por el Banco Mundial, ha logrado construir diversas estructuras. Dos refugios, tres aulas escolares y cinco casas son las que permiten a personas como Eugenia y Lilibeth contar con una vivienda digna y segura para ellas y sus familias.
INBAR y la Corporación Hogar de Cristo, socios en el desarrollo del proyecto, han creado cuatro prototipos diferentes de viviendas en zonas periféricas de Guayaquil. Estas casas, elevadas unos metros sobre el nivel del suelo, no sólo resisten inundaciones, sino que cuentan con otros beneficios brindados por la caña guadúa o bambú del Ecuador tales como temperaturas estables y niveles de humedad bajos.