Invertir en educación y en los jóvenes puede definir ahora el futuro de una nación. En Colombia, los jóvenes representan casi el 30% de la población en edad de trabajar, un enorme potencial y una oportunidad para el desarrollo del país.
Y como cerca del 17% de los jóvenes colombianos está desempleado, según estadísticas oficiales, parece fundamental que estos reciban una educación de calidad y adquieran las habilidades que demandan los potenciales empleadores.
El Gobierno ha establecido una meta para 2014: la mitad de los estudiantes deberá continuar sus estudios o formación después de la escuela secundaria. En 2010, solamente lo hizo el 37,2%.
Hasta entonces, aunque la cobertura ha aumentado con los años, quedan bastantes obstáculos que superar.
El nuevo informe "Evaluaciones de Políticas Nacionales de Educación: La Educación Superior en Colombia", dirigido por Ian Whitman de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) (i) y Michael Crawford del Banco Mundial, analiza las fortalezas y debilidades del sistema de educación terciaria de Colombia y cómo se puede mejorar y hacer accesible a más personas, independientemente de su condición social o lugar de residencia.
Cumplimiento de las normas internacionales, pero altas tasas de deserción
En general, las principales universidades y otras instituciones colombianas están haciendo progresos notables en términos de acceso y calidad, y cumplen con las normas internacionales.
Además, los jóvenes cuentan con diversas opciones: pueden elegir entre la formación técnica o una universidad privada o pública, señala el estudio. El Gobierno tiene como objetivo aumentar al 45% el porcentaje de estudiantes que elige el camino técnico.
Sin embargo, el 45,4% de los estudiantes abandonó la educación terciaria en 2010. Y el 39% de los jóvenes colombianos nunca continuó los estudios después de la enseñanza secundaria.
¿Por qué sucede esto? Parte de la respuesta radica en la escuela secundaria: los resultados de los estudiantes fueron bajos en el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés), (i) una prueba que compara los conocimientos de alumnos de 15 años en diferentes países.
En matemática, los jóvenes colombianos estaban tres años de estudio rezagados en comparación con un estudiante francés promedio y en lectura dos años respecto de un estudiante británico promedio. Aunque el nivel de Colombia en esta evaluación aumentó entre 2006 y 2009, todavía se pueden realizar muchas mejoras.
“Los estándares académicos que han alcanzado los estudiantes colombianos en el momento en que acceden a la educación terciaria son generalmente bajos si se cotejan con otros países. Esta falta de ‘preparación para la universidad’ lleva a luchas académicas y elevadas tasas de deserción escolar, siendo los más afectados los estudiantes menos favorecidos”, explican los autores del estudio. Y eso tendrá consecuencias nefastas en sus futuros puestos de trabajo, salarios y calidad de vida.