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ARTÍCULO

Perú se prepara para afrontar el retroceso de los glaciares andinos

Marzo 25, 2013


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Actividades para la reforestación de cultivos en Huancayo.

Fotografía: Comunidad Andina de Naciones

TITULARES
  • El 71% de los glaciares tropicales del mundo están ubicados en el país.
  • Un 22% de la superficie de estos glaciares ha desaparecido en los últimos 30 años.
  • En tres cuencas del país se vienen desarrollando actividades de adaptación en la población y los ecosistemas.

Los apus (del quechua apu, 'señor(a)') son montañas que según la cosmovisión andina, están asociados a una divinidad, a un personaje importante, o a algún grupo de montañas que cuidan a los habitan­tes cercanos con aguas provenientes de sus cumbres. A estas montañas, coronadas de prístina nieve durante todo el año, se les atribuye influencia directa sobre la vida de los pobladores que moran en sus faldas.

El Perú alberga el 71% de los glaciares tropicales del mundo. Para los peruanos sería muy difícil imaginar los bellos paisajes de los Andes sin su manto blanco, o incluso concebir la vida en las cercanías de estos glaciares sin el agua que proviene de ellos. Sin embargo, el 22% de la superficie glaciar en el Perú ha venido desapareciendo tan sólo en los últimos 30 años.

Los glaciares tropicales cumplen una función de regulación del agua en la región andina. En épocas de sequía o poca lluvia, los apus blancos proveen un amplio caudal de agua para consumo humano, para agricultura y para la generación de energía hidroeléctrica. Uno de los impactos del acelerado retroceso glaciar es la formación de nuevas lagunas en las partes altas, aumentando así el riesgo de aluviones y derrumbes, además de dejar de ofrecer su función de regulación del agua, agudizándose la escasez.

El proyecto para el retroceso de glaciares

Debido a los inminentes problemas que el retroceso de glaciares andinos tiene y tendrá en la población, los gobiernos de Bolivia,  Ecuador y  Perú  en conjunto con el Banco Mundial, establecieron el Proyecto Regional “Adaptación al Impacto del Retroceso Acelerado de Glaciares en los Andes Tropicales” (conocido como PRAA), administrado por la Comunidad Andina de Naciones.

Con una donación del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF) por casi ocho millones de dólares, el proyecto trabaja para mejorar las capacidades de las economías, ecosistemas y poblaciones locales para enfrentar los inminentes impactos del cambio climático y el retroceso glaciar, a través de acciones concretas en áreas seleccionadas.

Adicionalmente, y con una donación del Gobierno de Japón, el proyecto ha instalando una red de ocho estaciones de medición glaciar a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar (13.100 pies) repartidas entre Bolivia, Ecuador, Perú y Colombia. Con la colaboración del Senamhi, esta red permitirá obtener información a nivel regional sobre el comportamiento de los glaciares, y facilitar la definición de estrategias más eficientes de adaptación en las regiones altoandinas.

¿Cuáles podrían ser las consecuencias de este retroceso acelerado de glaciares en la región? ¿Qué impactos tendría la ausencia de regulación hídrica en la agricultura, en el abastecimiento de agua potable, en los ecosistemas andinos que dependen de ella? ¿Qué riesgos para la población se podrían derivar del posible incremento de huaicos (aluviones en quechua) que amenazan la vida de miles de personas? Estas son algunas de las preguntas que el grupo de investigadores se plantea actualmente.

En el caso de Perú, el proyecto trabaja en tres pasos claves: incrementar la comprensión científica de la dinámica glaciar, definir estrategias de adaptación a partir de la información obtenida, e implementar algunas de las medidas de adaptación identificadas.


" …las lluvias se iniciaban antes en el mes de septiembre y ahora se inician pasado octubre…antes en septiembre todo era verde, ahora para ese mismo mes se mantienen secos los campos... "

Poblador de Chaupimayo – Subcuenca de Santa Teresa, Cusco.

Adaptándose al cambio, pensando en el futuro

El proyecto está contribuyendo en la creación de contextos y herramientas para estimar los impactos del cambio climático y el retroceso glaciar. Así,  para la cuenca del Mantaro y del Urubamba, se han desarrollado atlas y escenarios climáticos al 2030, y se ha realizado una detallada evaluación del impacto de la variabilidad y cambio climático priorizando cultivos como café, granadilla y palto en la subcuenca de Santa Teresa, y papa y maíz en la subcuenca de Shullcas.

Estos estudios aportan información sumamente valiosa para mejorar el manejo de los cultivos en estas zonas, incrementar la productividad, y a su vez convertir estas experiencias en ejemplo para otros lugares.

“…las lluvias se iniciaban antes en el mes de septiembre y ahora se inician pasado octubre…antes en septiembre todo era verde, ahora para ese mismo mes se mantienen secos los campos...” nos comenta un poblador de Chaupimayo, ubicado en la subcuenca de Santa Teresa en Cusco.

La ejecución específica de medidas de adaptación al cambio climático se ha realizado en tres cuencas, priorizadas por su vulnerabilidad, importancia política, impacto socio-económico, nivel de pobreza y su relación directa con los glaciares:

En la subcuenca de Santa Teresa, en Cusco, se trabaja intensamente con las poblaciones locales para promover innovaciones en el uso del agua, tales como sistemas de riego eficientes, gestión integrada de plagas, o selección de variedades más resistentes a la variabilidad climática. También se busca aprovechar lo mejor posible el agua para consumo humano y saneamiento.

Gracias al proyecto y al liderazgo de la Municipalidad de Cusco, las familias beneficiarias reciben asistencia a través de la cual pueden aumentar sus ingresos, cultivando café, granadilla y paltos. También han recibido apoyo para el desarrollo de nuevas actividades como apicultura, turismo y producción de hortali­zas, aunque las actividades del proyecto se han centrado fundamentalmente en promover una agricultura más resistente al cambio climático.

En la subcuenca del río Shullcas en Junín se ha priorizado la gestión integrada de cuencas, a través de reforestación con praderas y árboles nativos, instalando 833 hectáreas de plantaciones para la retención de agua y clausurando 604 hectáreas de praderas degradadas. Además, se han instalado módulos para mejorar la eficiencia de distribución de agua, introduciendo parcelas con riego tecnificado, revestimiento de canales de tierra, y construcción de pequeños reservorios de agua.

“La intervención realizada en Shullcas” dice Daniel Mira-Salama, coordinador del proyecto por parte del Banco Mundial, “es un bonito ejemplo de integralidad en la gestión de recursos hídricos, que ha sido enfocada en las necesidades específicas de gestión de agua en cada piso altitudinal de la cuenca”.

Finalmente, en los páramos de Piura se han iniciado estudios para comprender mejor las complejas interacciones del ecosistema con el agua, la temperatura, la retención de carbono y otras variables. Estos estudios, pioneros en su área, arrojarán importante información para definir acciones de adaptación a los impactos del cambio climático.

Con socios como el Ministerio del AmbienteAgrorural y CARE, el proyecto también promueve la capacitación en temas como cambio climático, irrigación tecnificada, conservación de suelos y otras técnicas para el manejo apropiado del agua disponible.

La generación de conocimiento, así como la intervención directa en zonas prioritarias del país, está siendo una fórmula acertada para aprender, probar y promover un tema tan importante como la adaptación al cambio climático en zonas altoandinas.



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