El desplazamiento hacia las ciudades va de la mano con el progreso humano, pero la urbanización debe ser aprovechada de manera tal de apoyar a las personas de ingresos bajos; de lo contrario, proliferarán los barrios de tugurios y no se cumplirán los objetivos de desarrollo claves, indica el Informe de seguimiento mundial: Dinámica rural-urbana y los objetivos de desarrollo del milenio, el nuevo informe publicado hoy.
Nuevos datos destacan profundas disparidades entre zonas rurales y urbanas.
Las tasas de pobreza absoluta son más bajas en los centros urbanos: 11,6%, versus 29,4% en zonas rurales, donde en 2010 vivía el 76% de los pobres del mundo en desarrollo, según señala el informe conjunto del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). La línea de la pobreza extrema está fijada en US$1,25 al día, una medida de referencia para el primer ODM que propone reducir a la mitad la pobreza absoluta desde su nivel en 1990. Este objetivo se cumplió en 2010.
También hay grandes diferencias entre zonas rurales y urbanas en los otros ODM. Por ejemplo, en Asia meridional, el 28% de los habitantes rurales tiene acceso a servicios sanitarios, en comparación con el 60% en las zonas o asentamientos urbanos. En Medio Oriente y Norte de África, Asia meridional y África al sur del Sahara, las tasas de mortalidad infantil en las zonas rurales son entre 10 y 16 puntos porcentuales más altas que en las ciudades. La mayor disparidad se registra en Asia oriental, con 21 puntos porcentuales.
“La urbanización está ayudando a sacar a las personas de la pobreza y a promover el avance hacia los ODM, pero sin un manejo adecuado, también puede generar un crecimiento descontrolado de los barrios de tugurios, contaminación y delincuencia”, dice Jos Verbeek, principal autor del ISM y economista principal del Banco Mundial. Por consiguiente, el informe insta a formular una estrategia integrada para mejorar el manejo del nexo planificación- conexión-financiamiento de la urbanización.
Más del 80% de los bienes y servicios mundiales se produce en las ciudades. Por este motivo, los países con niveles más altos de urbanización, como China y muchos otros en Asia oriental y América Latina, han jugado un papel muy importante en la reducción de la pobreza extrema en todo el mundo. Por el contrario, las dos regiones menos urbanizadas, Asia meridional y África al sur del Sahara, tienen tasas considerablemente más altas de pobreza extrema y continúan atrasadas en la mayoría de los ODM.
El informe indica que las personas, la pobreza y la prestación de servicios se ubican en un continuum que va desde lo rural a lo urbano, con muchos tipos de asentamientos desde ciudades pequeñas a grandes. Mientras más pequeña sea una urbe, mayor suele ser la incidencia de la pobreza y menor el acceso a servicios relacionados con los ODM.
Pese a los avances muy aplaudidos en cuanto a la reducción de la pobreza extrema, en el mundo aún habrá 970 millones de personas en esa condición en 2015, cifra que subraya la necesidad de luchar contra la miseria y mejorar las condiciones de vida de los pobres donde sea que vivan.
Cuando faltan menos de mil días para que se cumpla el plazo fijado para los ODM, el progreso sigue retrasado en reducción de la mortalidad materno-infantil, educación primaria universal y acceso a servicios de saneamiento básico, metas que difícilmente se cumplirán antes de 2015 sin una decidida intensificación de los esfuerzos.