Georgia Santos pasó de la tierra al cielo en menos de un año. La madre de tres niños de Salvador, Bahía, se mudó con su familia a una casa de ladrillo y cemento, con agua y luz constantes, dejando atrás la precaria vivienda de madera que tenía en Sao Bartolomeu, un barrio pobre de la ciudad. Este cambio radical es cortesía de un esfuerzo gubernamental por crear infraestructura sostenible para 200,000 familias pobres de la zona.
“Mi familia estaba bajo riesgo constante de deslizamientos de tierra y aparte eso, no teníamos saneamiento ni la escritura de la casa”, señala Georgia, admitiendo que ahora sí puede dormir tranquila.
Su caso ilustra con elocuencia que la urbanización es un motor importante para sacar a la gente de la pobreza y promover el desarrollo, tal como afirma el Informe sobre Seguimiento Mundial (ISM) 2013 que evalúa el avance de los países hacia los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).
En vista de que más del 80% de los bienes y servicios mundiales se produce en las ciudades, los países con niveles altos de urbanización, desde China hasta América Latina, han desempeñado un papel crucial en la reducción de la pobreza. El reporte advierte, sin embargo, que si la urbanización no se maneja adecuadamente también puede generar el crecimiento descontrolado de tugurios, contaminación y delincuencia.
A nivel regional, América Latina ha mostrado un desempeño notable con los nueve ODM, de acuerdo al estudio. No obstante, al igual que otras regiones, también está retrasada considerablemente en las metas relacionadas con salud materna y acceso a saneamiento