La agricultura es una fuente de ingreso importante en el Caribe proveyendo empleo a una quinta parte de los trabajadores de la región. Muchos países son muy vulnerables a los desastres naturales y no tienen defensa ante las fluctuaciones de los precios. A pesar de esto, la industria permanece, en su mayoría, sin seguros contra choques mayores.
Estos son los hallazgos de un nuevo reporte del Banco Mundial, ‘Manejo del riesgo de la agricultura en el Caribe’ (i), que detalla las experiencias y lecciones aprendidas en la región entre los años 2009 y 2012.
En los pasados 20 años, los países del Caribe han gastado cada uno, anualmente, entre el 1 y el 9% de su PIB para lidiar con los efectos de las amenazas meteorológicas. A esto se añade el hecho de que las preferencias cambiantes dentro del mercado europeo han contraído las importaciones tradicionales de la región - azúcar, bananos, cacao y arroz.
La industria de la agricultura del Caribe, consecuentemente, ha empezado a declinar o rezagarse, en la medida en que los agricultores y gobiernos absorben los costos de las amenazas meteorológicas y las fluctuaciones de los precios. Esto a su vez ha traído como consecuencia, niveles más bajos de ingresos en el área rural, pobreza aumentada, y crecimiento económico y competitividad reducidos.
A excepción de la industria del banano en el Caribe del Este y en una institución de seguros existente en la República Dominicana, los seguros agrícolas contra tales choques no existen dentro del Caribe.
Proveer seguros asequibles a pequeños trabajadores (promediando entre 1.4 has. en Haiti y Jamaica a 2 has. en Belize) ha demostrado ser muy problemático. La región posee una alta proporción – en 8 países, casi 90% de las granjas tiene menos de 10 hectáreas y cubren un poco más de la mitad de las tierras agrícolas disponibles.
Sin embargo, en la pasada década, el Banco Mundial, ha estado trabajando para vencer algunas de estas limitaciones:
- Lanzada en el 2007, la Facilidad de Seguro de Riesgo Catastrófico para el Caribe (CCRIF por sus siglas en inglés) ayuda a los países a costear la reconstrucción luego de desastres naturales tales como huracanes y terremotos. Al dar cobertura durante los primeros meses luego de un desastre, las reclamaciones son pagadas a los gobiernos participantes en base al tipo de evento y no en base a la evaluación de los daños reales, permitiendo así una mayor transparencia y costos de liquidación mas bajos.
- Luego del éxito visto en Africa y Asia, el Banco ha apoyado a países para que comiencen a implementar instrumentos basados en el mercado, tales como manejo de precios y seguros de riesgo en el sector agrícola.
Pequeños agricultores, los más afectados
La actividad agrícola en la República Dominicana está centrada en dos cosechas: azúcar y arroz. Representando el 11% del PIB y cerca del 15% de los empleos, es de particular importancia para el país reducir la vulnerabilidad del sector ante los desastres naturales.
Anteriormente, los desastres naturales habían representado una pesada carga para las finanzas del país. El gasto público durante las tormentas tropicales Noel y Olga en el 2007, fue de alrededor de 0.6% del PIB y alcanzó 1.6% del PIB durante el 2004 con el Huracán Jeanne.
La tormenta más destructiva la trajo en 1998 el huracán Georges y en 1979 la tormenta tropical Federico, resultando en pérdidas económicas equivalentes a 16.1% y 18.4% del PIB, respectivamente.
La experiencia ha demostrado que los huracanes, tormentas tropicales, terremotos, deslizamientos, inundaciones y sequías, afectan mayormente a los pequeños agricultores (menos de 3.13 ha.), quienes representan el 72% del total de los agricultores, y responden por el 28% de la tierra agrícola.
Apoyo del Banco Mundial
La República Dominicana cuenta con el apoyo del Banco en la mejora de su respuesta ante los desastres, en especial aquella que ayude a los pequeños agricultores. El Banco también trabaja en el diseño de un seguro específico para dar cobertura ante lluvias torrenciales y riesgos de huracanes en la industria del agro.
La meta a largo plazo será aumentar la productividad y reducir la vulnerabilidad de por lo menos 2,300 agricultores a pequeña escala en las áreas más pobres de la República Dominicana, incentivando la compra y uso de nueva tecnología.