Bamezoun, 6 de mayo de 2013. En Bamezoun, un bosque sagrado situado en la comuna de Aguégués -una región irrigada por el río Ouémé en el sureste del país-, los aldeanos no estaban conscientes de que la tala de madera, la caza furtiva y la pesca excesiva, actividades de las que habían dependido hasta la fecha para satisfacer sus necesidades, habían puesto mucha presión sobre los recursos naturales. Ahora han sido convencidos de abandonar estas prácticas, como resultado del Proyecto de Gestión Comunitaria de la Biodiversidad Costera y Marina (i) (CBCBM, por sus siglas en inglés), que fue diseñado para crear zonas protegidas.
“Nos damos cuenta ahora de que es importante preservar el bosque en nuestra aldea, y nadie va a cortar más madera”, dice Jacqueline Dandjinou, presidenta de la agrupación Hozinune integrada por 17 mujeres, que reúne a productoras de aceite de palma que se han visto favorecidas con las actividades generadoras de ingresos. La situación ha mejorado en la aldea en gran medida gracias a este proyecto, que comenzó el 11 de octubre de 2008 y que contó con una donación del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) de US$4,3 millones.
“El proyecto ha ayudado a sacar a las poblaciones ribereñas de la pobreza extrema, la cual las había llevado a destruir los recursos naturales. Ahora sabemos que proteger nuestros manglares es esencial para la supervivencia de las generaciones futuras. La piscicultura nos permite satisfacer las necesidades de nuestras familias y educar a nuestros niños”, dice Djikpesse Martin, presidente de la asociación Yémalin de Togbin-Adouko, en la comuna de Calavi en el suroeste del país, otro pueblo incluido en el proyecto.
Para permitir que los beneficiarios manejen mejor estas zonas recién protegidas, 475 actores de la comunidad fueron capacitados en las siguientes áreas: conservación y manejo de los recursos marinos y costeros; herramientas y técnicas para la gestión comunitaria de los recursos naturales; adquisición comunitaria; gestión financiera de las asociaciones; planificación, y supervisión de actividades.
También se proporcionó a los beneficiarios infraestructura para horticultura comercial (bombas de agua, rociadores, desarrollo de áreas de riego, semillas y fertilizantes orgánicos), piscicultura (estanques, jaulas, corrales y peceras de superficie) y transporte (lanchas a motor, triciclos y motocicletas), para permitirles participar en actividades generadoras de ingresos, tales como: producción y venta de productos, piscicultura, venta de sal, procesamiento y comercialización de pescados y producción de aceite de palma.
“Actualmente producimos 225 litros de aceite de palma y 10 cestas de nueces de palma a la semana. Las máquinas recibidas nos están ayudando a aumentar nuestra producción y a ampliar nuestro negocio. Las ganancias obtenidas son depositadas en una cuenta de ahorros en la Caja Local de Crédito Agrícola (Caisse Locale de Crédit Agricole Mutuel CLCAM)”, dice Jacqueline Dandjinou.
Las campañas de sensibilización organizadas en el marco de este proyecto (116 comparadas con las 38 previstas originalmente) permitieron a los residentes de los sitios involucrados darse cuenta de la importancia de conservar los recursos naturales. Se espera que el CBCBM entregue financiamiento a 149 grupos comunitarios por un monto total de 505 millones de francos CFA (aproximadamente US$1 millón), beneficiando directamente a 1.669 personas, de las cuales 785 son mujeres (49%).
“Estas actividades generadoras de ingresos en Bamezoun se han puesto en práctica en las cuatro aldeas situadas alrededor de las áreas comunitarias de conservación de la biodiversidad (Honzin, Hondji, Bembe 1 y Bembe 2) y han ayudado a reducir la pobreza en esta población”, explica Biaou Oraly, director del proyecto.
Según él, el proyecto no solo ha disminuido las presiones sobre los recursos naturales, sino que también ha aumentado los ingresos de los beneficiarios; de ahí la importancia de hacer las inversiones necesarias de modo que otras comunidades beninesas también puedan resultar favorecidas.