Sin embargo, el ahorro en términos absolutos continuará bajo el dominio de Asia y Oriente Medio. En el escenario de convergencia gradual, para 2030, China ahorrará mucho más que cualquier otro país en desarrollo –US$9 billones en dólares de 2010– con India siguiéndole muy de lejos con US$1,7 billones, superando así las cifras de Japón y de Estados Unidos en la década de 2020.
En consecuencia, en el escenario de convergencia gradual, China dará cuenta del 30% de la inversión mundial en 2030, mientras que Brasil, India y Rusia juntos, se harán cargo de otro 13%. En términos de volúmenes, la inversión en el mundo en desarrollo llegará a US$15 billones (en dólares de 2010), en comparación con US$10 billones en las economías de ingresos altos. Una vez más, China e India serán los principales inversionistas entre los países en desarrollo; ambos países combinados darán cuenta del 38% de la inversión bruta mundial en 2030 y representarán casi la mitad de toda la inversión en la manufactura mundial.
“El informe GDH destaca con claridad el creciente papel que jugarán los países en desarrollo en la economía mundial, lo cual es, sin duda, un logro significativo. Sin embargo, a pesar de que la distribución de la riqueza sea más uniforme entre los diferentes países, esto no significa que, dentro de cada país, todas las personas se beneficiarán de la misma manera”, sostuvo MaurizioBussolo, economista experto y principal autor del informe.
En el informe se revela que los grupos menos educados de un país tienen poco o ningún ahorro, lo que indica falta de posibilidades para mejorar su capacidad generar ingresos y, para los más pobres, de escapar de la trampa de la pobreza.
“Las autoridades de los países en desarrollo tienen un papel fundamental en cuanto a impulsar el ahorro privado a través de políticas que eleven el capital humano, especialmente entre los pobres”, concluyó Bussolo.
Aspectos regionales destacados:
Asia oriental y el Pacífico verá caer su tasa de ahorro, mientras que las inversiones disminuirán incluso más, aunque seguirán altas en comparación con los niveles internacionales. A pesar de la baja en las tasas, la proporción de la región en las inversiones y el ahorro mundial seguirá aumentando hasta 2030, gracias a un sólido crecimiento económico. Esta zona experimenta un gran dividendo demográfico puesto que por cada 10 personas económicamente activas hay menos de cuatro que no están en edad de trabajar, la menor tasa de dependencia del mundo. El dividendo cesará luego de llegar a su punto máximo en 2015. El crecimiento de la fuerza laboral bajará su ritmo y en 2040, la región puede llegar a tener una de las relaciones de dependencia más altas del mundo en desarrollo (con más de 5,5 personas no activas por cada 10 activas). China, una de las principales fuerzas motrices de la zona, probablemente siga generando sustanciales superávits en cuenta corriente debido a la caída considerable de su tasa de inversión a medida que transita hacia niveles más bajos de participación pública en las inversiones.
Europa del este y Asia central está más avanzada en su transición demográfica y será la única región en desarrollo en alcanzar crecimiento cero de la población en 2030. Se espera que el envejecimiento modere el crecimiento económico en la zona y también tiene el potencial de reducir la tasa de ahorro más que en cualquier otra región en desarrollo, salvo en Asia oriental. En este sentido, la tasa de ahorro puede decaer más que la de inversiones, en cuyo casi los países de la región tendrán que financiar las inversiones atrayendo más flujos de capitales. También se enfrentarán considerables presiones fiscales a partir del envejecimiento. En Turquía, por ejemplo, el gasto público en las pensiones aumentará más del 50% de aquí a 2030 conforme al sistema actual. Varios otros países también enfrentarán grandes alzas en el gasto en pensiones y atención de salud.
América Latina y el Caribe, una región que históricamente ha mantenido bajos niveles de ahorro, puede llegar a ser aquella con menos ahorros en 2030. Aunque la demografía jugará un papel positivo –toda vez que se prevé la caída de las tasas de dependencia hasta 2025– el desarrollo de los mercados financieros (que reduce el ahorro por motivos de precaución) y la moderación del crecimiento económico contrapesarán la situación. Del mismo modo, el aumento y luego la caída del impacto de la demografía en el crecimiento de la fuerza laboral apuntan a un supuesto crecimiento –y luego a una disminución gradual– de la tasa de inversiones a corto plazo. Sin embargo, la relación entre desigualdad y ahorro en esta región señala un escenario alternativo. Como en otras zonas, los hogares más pobres tienden a ahorrar mucho menos; por lo tanto, las mejoras en la capacidad de generar ingresos, el alza de los propios ingresos y la menor desigualdad tienen el potencial no solo de impulsar el ahorro nacional sino también de romper las trampas de la pobreza perpetuadas por el bajo nivel de ahorro de los hogares pobres.
Oriente Medio y Norte de África tiene considerable espacio para seguir desarrollando sus mercados financieros; pero si bien ese proceso tiene el potencial de mantener las inversiones también puede, junto con el envejecimiento, reducir el ahorro. Por lo tanto, el superávit en cuenta corriente podría disminuir moderadamente hasta 2030, dependiendo del ritmo del desarrollo de los mercados financieros. La región se encuentra en una fase relativamente temprana de su transición demográfica: caracterizada por el crecimiento aún rápido de la población y de la fuerza laboral, pero también el aumento en la proporción de ancianos. Los cambios en la composición de los hogares también podrían impactar los patrones de ahorro, con una transición desde hogares donde conviven varias generaciones y hay apoyo familiar a la ancianidad hacia otros más pequeños y con mayor dependencia de los ancianos en los ingresos provenientes de activos. La región ostenta la tasa más baja de uso de instituciones financieras para operaciones de ahorro entre los hogares de ingresos bajos y hay espacio para que los mercados financieros desempeñen un papel muchísimo mayor en el ahorro familiar.
Asia meridional seguirá siendo una de las regiones con más ahorro e inversión para 2030. Sin embargo, dado el espacio para un rápido crecimiento económico y desarrollo financiero, los resultados en materia de ahorro, inversión y flujos de capital variarán considerablemente: en un escenario de crecimiento económico y desarrollo del mercado financiero más rápido se mantendrán las altas tasas de inversión, mientras que el ahorro caerá considerablemente, lo que implica grandes déficits en cuenta corriente. Esta es una región joven y alrededor de 2035, probablemente tendrá la mayor relación entre población activa y no activa del mundo. Es probable que el desplazamiento general de la inversión desde la agricultura hacia la manufactura y los servicios sea particularmente pronunciado en Asia meridional: se espera casi el doble de participación de la región en las inversiones totales en manufactura, mientras que las inversiones en el sector servicios aumentaría en más de 8 puntos porcentuales, a más de dos tercios de la inversión total.
África al sur del Sahara: la tasa de inversión se mantendrá estable gracias al sólido crecimiento de la fuerza laboral. Será la única región que no verá caer su tasa de ahorros en un escenario de desarrollo moderado de los mercados financieros, puesto que el envejecimiento no será un factor significativo. En un escenario de crecimiento más rápido, los países más pobres de África experimentarán un desarrollo más profundo de sus mercados financieros y los inversionistas extranjeros se mostrarán cada vez más dispuestos a financiar inversiones en la región. Esta región es actualmente la más joven entre todas en términos de su alta relación de dependencia. Dicho coeficiente disminuirá constantemente durante el horizonte de tiempo cubierto por este informe y más allá, aportando con ello un prolongado dividendo demográfico. Además, tendrá la mayor necesidad de inversiones en infraestructura en las próximas dos décadas (en relación con el PIB) y al mismo tiempo, es probable que se produzca un desplazamiento de los recursos de inversión en infraestructura hacia la mayor participación del sector privado, y considerables alzas en los flujos de capital privado, especialmente desde otras regiones en desarrollo.