La vida no es fácil en las calles de las llamadas “zonas de riesgo” en el Gran San Salvador. Durante años, las pandillas las han dominado para asaltar, amenazar, extorsionar o reclutar a sus próximos integrantes. Por mucho tiempo, a los habitantes de estos barrios les ha tocado estar a la merced de las maras.
Bryan, un joven que apenas rebasa los 20 años, conoce muy bien estas áreas marginales. “Es una zona bastante peligrosa…”, dice. Tan peligrosa, que “llegamos a pensar que quizá podemos no amanecer vivos al siguiente día”, reconoce Cristina, una colegiala que vive en uno de estos barrios.
Además de sus testimonios, la esperanza de un futuro mejor también se escucha en el aula: melodías y notas son producto del talento de estos jóvenes salvadoreños, quienes hacen música para alejarse de los problemas.
Para ofrecerle a los jóvenes alternativas distintas a la de pasar a integrar las filas de una mara, una iniciativa apoyada por el Banco Mundial busca motivar a niños y jóvenes en el aprendizaje cultural y musical. También se busca que desarrollen interés y habilidades por la música y el arte.
Otras iniciativas similares se están expandiendo por diferentes barrios en países vecinos como Honduras y Guatemala, donde los programas para la prevención de la violencia son elementos clave para luchar contra la inseguridad. Con un promedio de 14.000 homicidios al año, Centroamérica es una de las regiones más violentas del mundo. Los costos asociados a seguridad y salud para combatir el crimen y la violencia representan alrededor del 8% del PBI.
Estas exitosas iniciativas para alejar a los jóvenes de las calles son música para los oídos de los expertos:
"Estamos comprometidos con estos niños, niñas y jóvenes que están transformando su presente para tener un mejor futuro. A todos ellos la música les ha ayudado a tener disciplina, motivación, confianza en sí mismos y, sobre todo, una perspectiva de vida. Sus jóvenes maestros son verdaderos líderes que hacen una diferencia en la vida de estos alumnos", dijo María González de Asís, especialista sénior del Banco Mundial en sector público y gerente del proyecto.
Desde el 2010, el Fondo Japonés para el Desarrollo Social (JSDF, por sus siglas en inglés) ha apoyado con casi US$1 millón al proyecto, permitiendo que 175 jóvenes salvadoreños reciban clases de música y sean instruidos para la ejecución de instrumentos musicales en horarios adicionales a sus clases. Es decir, ocupan el tiempo que antes tenían sin utilizar.