El sol aprieta duro. La luz es enceguecedora. Cuernavaca, en México, es conocida como “la ciudad de la eterna primavera”, pero en el campo de Morelos en Mayo, ya se siente uno en verano.
Por suerte, los agricultores del lugar saben sacar provecho de este sol tan intenso. Tienen un invernadero en el que cultivan flores. Con paneles solares producen energía para la empresa.
Este sistema fotovoltaico se acaba de construir, pero el gerente espera tener beneficios en unos meses.
“Primero que nada era buscar la rentabilidad, ya que los costos de la energía eléctrica se han ido encareciendo bastante“, dice Julio Enrique Anaya Cazares frente de sus flores. “El otro fundamento era de dejar de contaminar un poco al no tener que generar a través de la Comisión Federal de Electricidad, ese recurso que es la energía eléctrica.”
Tecnologías para no contaminar
Hace unos años, el Banco Mundial empezó a brindar apoyo técnico y financiero al Fideicomiso de riesgo compartido (Firco), una entidad creada por la Secretaría de la Agricultura, para ayudar las empresas agrícolas a usar tecnologías y prácticas sustentables y disminuir su nivel de contaminación ambiental.
Pero además de no contaminar, las empresas ven un beneficio monetario.
En otro invernadero en Miacatlán, Morelos, que produce jitomates y pepinos, el recibo de luz ha disminuido considerablemente, y evitan cortes de electrcidad, que les podría costar producción y dinero, gracias a los paneles solares.