En la actualidad, casi una quinta parte de la población mundial –1.200 millones de personas– vive sin acceso a electricidad. Los negocios no pueden funcionar después del atardecer, las escuelas carecen de luz eléctrica para usar herramientas tecnológicas y los niños tienen dificultades para estudiar a la luz de una vela. La falta de energía eléctrica limita las oportunidades de las comunidades, manteniéndolas en situación de pobreza.
Unos 2.800 millones de habitantes –dos quintas partes de la población del planeta- aún dependen de combustibles sólidos, como leña, carbón vegetal, estiércol y carbón mineral para cocinar y para calefacción, lo que deriva en 3,5 millones de muertes cada año debido a los efectos de la contaminación del aire al interior de las viviendas.
Tanto la prestación de servicios de energía confiables para el desarrollo económico como el acceso a electricidad y energía doméstica moderna para los miles de millones de personas que viven sin ella son esenciales para la reducción de la pobreza y la creación de prosperidad compartida. Es por ello que la ampliación del acceso junto con el impulso de la eficiencia energética y las energías renovables se sitúan en el centro de la futura labor del Grupo del Banco Mundial en este ámbito, como se describe en el nuevo documento de orientación para el sector de la energía, analizado y respaldado por el Directorio Ejecutivo el 16 de julio. El Grupo del Banco Mundial usará este escrito para sentar las bases de sus actividades en el futuro.
En el documento se señala que el Grupo del Banco Mundial hará todo lo posible para “minimizar los costos financieros y ambientales de la ampliación de la oferta de energía confiable” a la vez que reconoce que “cada país establece su propio camino hacia el logro de sus aspiraciones” en esta materia. Se hace hincapié en la importancia de seleccionar las áreas en las que el Grupo del Banco puede ayudar mejor a los países a movilizar soluciones energéticas que disminuyan la pobreza de modo sostenible.
El presidente del Grupo del Banco Mundial, Jim Yong Kim, quien dirigió el debate en el Directorio Ejecutivo, dijo que tales directrices se basan en los objetivos generales del Grupo de reducir la tasa mundial de pobreza extrema al 3% para 2030 y fomentar el crecimiento de los ingresos del 40% más pobre de la población de cada país.
“Necesitamos energía asequible para ayudar a poner fin a la pobreza y crear prosperidad compartida”, señaló Kim. “Además aumentaremos los esfuerzos para mejorar la eficiencia energética e incrementar la energía renovable, de acuerdo a las necesidades y oportunidades de los países”.