El verano de 2013 fue inusualmente duro en Kerala, el exuberante estado costero del sur de India. (i) Antes de la llegada del monzón, la sedienta población de esta zona tuvo poco alivio del intenso calor estival.
“La mayoría de los pozos se secaron este verano”, dice Ajithkumar, el barbudo jefe del gram panchayat –consejo de la aldea– de Mundathikode, en el distrito de Thrissur, en el norte de Kerala. “Las represas no tenían suficiente agua para el riego de nuestros campos y la recarga de nuestros pozos. Cientos de familias se hubieran visto en serias dificultades de no haber sido por Jalanidhi”, agrega, mencionando el innovador proyecto de abastecimiento de agua en zonas rurales del gobierno de Kerala, que cuenta con el respaldo del Banco Mundial.
Jalanidhi, que se puso en marcha en el año 2000, ha recorrido un largo camino para garantizar que las familias de muchos lugares en el norte de Kerala tuvieran un suministro confiable de agua corriente en sus casas, a un precio que incluso los hogares de bajos ingresos pueden pagar.
Kerala, más sediento ahora que hace una década
“La población de Kerala está más sedienta ahora que hace una década”, asegura Ajithkumar, al explicar la reciente escasez de agua. Aunque este estado recibe uno de los más altos niveles de precipitaciones en el país, su terreno ondulado hace que la mayor parte del agua de lluvia termine en el mar.
“Hace unos 25 años, la mayoría de las personas satisfacía sus necesidades de agua mediante pozos abiertos y bombas manuales que aprovechaban el abundante agua subterránea”. Pero ahora, la demanda de este elemento está aumentando. “Las familias nucleares están creciendo y solo en nuestra zona se construyen cerca de 500 casas nuevas cada año. Las personas también tienen estilos de vida más opulentos y tienden a desperdiciar el agua porque ya no tienen que extraerla por sí mismos de los pozos de la aldea, sino que usan bombas a motor”.
Por otra parte, las fuentes de agua se están reduciendo. En todo el estado, la rápida urbanización y la pérdida de cubierta vegetal, estanques y pozos ha llevado a que la recarga de las aguas subterráneas sea insuficiente, lo que contribuye al descenso de la capa freática.
Hasta el inicio de Jalanidhi, la mayoría de las mujeres pasaba muchas horas al día recogiendo agua, transportándola a menudo desde pozos distantes o esperándola cerca de grifos públicos, sin saber si esta llegaría y cuándo. Muchas tenían que caminar hasta ríos y estanques lejanos para bañarse y lavar la ropa.
Comunidades se hacen cargo
El proyecto pretendía ayudar a los pueblos que sufrían escasez crónica de agua, tomando medidas especiales para incluir a personas vulnerables, como miembros de tribus, comunidades de castas desfavorecidas y pescadores artesanales.
Se apoyó a los pequeños grupos de familias que querían un mejor suministro de agua de manera que pudieran unirse para crear e implementar sus propios sistemas de abastecimiento. La ayuda se extendió a la excavación de nuevos pozos (para aprovechar las capas superiores de agua), perforación de pozos (para aprovechar acuíferos más profundos), o el establecimiento de sistemas de extracción de agua de los numerosos manantiales, arroyos, ríos y lagos del estado. También obtuvieron asistencia para construir tanques de almacenamiento e instalar cañerías de distribución del agua a las casas del pueblo. Aunque el gobierno estatal se hizo cargo de la mayor parte del gasto de capital (75%), el gram panchayat pagó el 10%, y los propios beneficiarios el 15%.
Los grupos comunitarios determinaron los horarios y la duración del suministro de agua a las familias miembros, y cobraron cargos por el servicio para financiar sus gastos de operación y mantenimiento. Varias comunidades instalaron medidores de agua para reducir el consumo.
El éxito del proyecto ha ayudado a disipar una serie de creencias arraigadas: que el abastecimiento de agua corriente es un privilegio solo para los más ricos y que los pobres no están dispuestos a compartir los gastos de los programas, o pagar los costos operativos del agua que utilizan.