El descubrimiento de una gran cantidad de recursos minerales permitió a Mongolia experimentar un crecimiento sin precedentes, y la educación rural está tratando de ponerse al día para garantizar que los niños tengan las habilidades de lectura que necesitan para abordar los nuevos desafíos.
En las dos décadas posteriores a la transición del país a una economía de libre mercado a comienzos de los años noventa, la matrícula en las escuelas rurales cayó rápidamente y el acceso a materiales de aprendizaje de alta calidad también se redujo.
El Gobierno de Mongolia implementó varios programas para mejorar el sistema educativo, entre ellos el Proyecto de Educación y Desarrollo Rural (READ) , que se lleva a cabo entre 2006 y 2013. Este es respaldado por el Banco Mundial y financiado mediante una donación de US$5 millones de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) destinada a mejorar la calidad de la educación primaria.
“La lectura es el primer paso para ayudar a los jóvenes de Mongolia a desarrollar su potencial, y así adquirir las habilidades que necesitan en el futuro para apoyar la diversificación de la economía del país”, declaró Axel van Trotsenburg, vicepresidente de la Oficina Regional de Asia Oriental y el Pacífico del Banco Mundial. “El Banco Mundial está comprometido a profundizar su asociación con Mongolia para lograr un crecimiento más sostenible e inclusivo y crear oportunidades para todos”.
Llegar a todas las escuelas rurales
Antes de 2006, las escuelas primarias rurales de Mongolia no tenían casi ningún libro.
Para llenar este vacío, el proyecto READ ayudó a crear bibliotecas en las aulas de todos estos establecimientos.
En la escuela primaria del condado de Murun, la maestra N. Enkhpurev cuenta cómo los libros fomentaron el amor por la lectura entre sus alumnos.
“Estudiantes a los que nunca les gustó leer ahora están sentados todo el día en la biblioteca”, dice. “¡Ahora han desarrollado el hábito de leer libros!”
Después de pasar algún tiempo en la biblioteca, se alienta a los alumnos a que cuenten las historias que leyeron a maestros, compañeros y padres. Para que les resulte más fácil, crean sus propios “libros pequeños”.
Cuando Baatardorj, un alumno de cuarto grado, regresa de la escuela al ger (término mongol que significa tienda de campaña) de su familia saca un libro pequeño que acaba de hacer y lo lee a su padre.
Gradualmente, alumnos como Baatardorj se han convertido en “autores”, que también cuentan la historia de su propia vida.
“Este soy yo siguiendo a las ovejas. Esta es una casa que hice de piedras”, lee Baatardorj.
En estos textos de la biblioteca abundan las referencias a la cultura local, lo que ayuda a educar a los niños acerca del patrimonio de Mongolia.
Para estimular la narración más allá del aula, READ también introdujo el método de “bolsas de libros”, que permite que los estudiantes lleven volúmenes a su casa y compartan historias con su familia. Cuando terminan de leer una bolsa, la devuelven a la escuela para cambiarla por otra.
Gracias al proyecto, las familias compran más libros.
“Mongolia, que tiene casi la mitad del tamaño de India, es el país menos densamente poblado del mundo”, afirma Prateek Tandon, quien es el encargado del apoyo del Banco Mundial a READ. “Por eso el proyecto ayudó a crear un sistema de vales que permite a las comunidades comprar libros adicionales a través del correo”.
Este programa de entrega se popularizó de inmediato, llenando el vacío de materiales de lectura que los mongoles de las áreas rurales padecieron durante dos décadas.