Considere lo siguiente. La mayoría de las mujeres adivasis de India dicen que no dan a luz en centros de salud porque “no creen que sea necesario”. Los proveedores sanitarios pueden culpar de esto a la ignorancia, pero es posible que las mujeres estén haciendo una elección. Ellas simplemente se niegan a ir a un centro de salud donde se las trata mal y no se respetan sus costumbres. Eso es lo que dicen los datos cualitativos.
Algunas personas –debido a características individuales o grupales, como la condición social, el origen étnico, la discapacidad, o la orientación sexual– reciben malos tratos, insultos, y faltas de respeto. Estas personas pueden ya sea evitar situaciones que los expongan a los malos tratos, someterse a su “suerte”, o protestar. Todas estas respuestas son clamores de inclusión.
“Para mí, ser pobre significa que no somos nadie. Ni siquiera se nos considera como seres humanos”, dijo una mujer brasileña a los investigadores en Voces de los pobres. “Vamos al hospital, hacemos una larga fila, y cuando el médico finalmente nos atiende ni nos mira a la cara”.
La observación del desarrollo a través del prisma de la inclusión puede ayudar a que nos demos cuenta de que, por ejemplo, las muertes innecesarias de mujeres indígenas durante el parto son un síntoma de su falta de acceso a tierras, bosques, y participación en sus comunidades.
El nuevo informe del Grupo del Banco Mundial “Inclusion Matters: The Foundation for Shared Prosperity” (i) (La importancia de la inclusión como fundamento de la prosperidad compartida) analiza de nuevo este tema, incluyendo un examen exhaustivo de los conceptos teóricos; las recientes tendencias demográficas, sociales y económicas que dan forma a las nuevas necesidades de inclusión, y una revisión a nivel mundial de programas y políticas destinadas a promover la inserción social.