A comienzos de la década de 1970, no era raro ver a niños acompañando a personas ciegas en los pueblos de la cuenca del río Volta.
La oncocercosis o ceguera de los ríos, una infección parasitaria transmitida por la picadura de varias especies de moscas negras, había infectado a 1 millón de habitantes de una población de 10 millones en siete países africanos, y había dejado ciegas o con problemas de visión a unas 70 000 personas.
Al ver personalmente la devastación en 1972, el entonces presidente del Banco Mundial, Robert McNamara, ayudó a poner en marcha una alianza internacional de 30 años de duración para luchar contra la enfermedad, en la que participaron 26 donantes, 30 países africanos, una empresa farmacéutica, 12 organizaciones no gubernamentales y decenas de miles de comunidades locales.
Al año 2002, el respectivo programa había protegido a 75 millones de personas y había ayudado a que dicha enfermedad dejara de ser un importante problema de salud.
Los informes, tributos e historias sobre los esfuerzos contra la ceguera de los ríos —la primera iniciativa principal del Banco en favor de la salud— forman parte de un pequeño pero creciente registro digital de la gran cantidad de archivos del Banco Mundial, almacenados en una enorme mina subterránea de piedra caliza, ubicada a seis horas en automóvil de la ciudad de Washington.
Los archivos, que cubren 70 años de historia del desarrollo, contienen suficiente papel, videos y fotos como para llenar tres campos de fútbol. Pero hasta hace poco, no muchos los habían visto.
Un nuevo esfuerzo para digitalizar los registros más solicitados y destacados podría cambiar eso, dice Elisa Liberatori Prati, jefa de los archivos del Banco.
“No existe ningún repositorio de información sobre el desarrollo como los archivos del Banco”, agrega.
“Queremos democratizar el acceso a los archivos, usando la tecnología para abrirlos a cualquiera que esté interesado. De esta manera, esperamos multiplicar el impacto de las experiencias del pasado”.
Un nuevo proyecto de eArchives (archivos electrónicos) tiene como objetivo digitalizar la información recientemente desclasificada en el marco de la política de acceso a la información del Banco de 2010 y ponerla a disposición del público de manera gratuita en Internet. La iniciativa recibió un impulso el mes pasado con la llegada de un investigador financiado por el Programa Nacional de Residencia en Administración Digital (i) de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
La digitalización de los registros no es algo nuevo en los archivos del Banco Mundial: más de 200 000 registros e informes operacionales que datan de 1946 están en la web y son visitados por más de 100 000 usuarios mensualmente.
El proyecto de archivos electrónicos digitalizará otros materiales previamente inaccesibles que revelan la “belleza de los detalles de las obras” de miles de expertos y funcionarios del Banco y sus asociados de la comunidad del desarrollo, señala Liberatori Prati.
Se incluyen registros como notas escritas a mano por antiguos presidentes, informes internos sobre la mujer en el desarrollo y materiales que ya no existen en los países sobre sus respectivas historias de desarrollo. Hasta el momento, se han desclasificado unas 450 cajas de registros de archivos.