El rápido crecimiento económico, la industrialización, y el aumento constante de la población de Turquía en la última década se combinan ahora para transformar rápidamente el sector energético del país. Si bien estos últimos 10 años de desarrollo han contribuido a aumentar la generación de electricidad en un 80%, incluido un incremento del 90% en la generación de energía renovable, el crecimiento medio anual de la demanda en casi un 7% desde 1990 ha significado que siguen siendo necesarios más esfuerzos para garantizar la disponibilidad de energía eléctrica limpia y confiable.
En su labor de abordar esta situación, el Gobierno de Turquía se esfuerza por lograr los objetivos complementarios de mejorar la seguridad y aumentar la eficiencia energética y continuar desarrollando recursos renovables. Como parte de este esfuerzo, las autoridades del país han implementado una serie de medidas destinadas a estimular la inversión y la innovación en el sector energético, entre ellas un programa en curso de liberalización que ha terminado con los subsidios a la electricidad, mejorado el entorno regulatorio, y allanado el camino para la privatización de los activos estatales de distribución y generación de energía eléctrica.
Ha sido fundamental para estos esfuerzos la intervención creciente de empresas privadas interesadas en invertir en este sector. En los últimos años, las empresas de energía -con el respaldo de bancos e inversores- han invertido miles de millones de dólares en tecnologías, proyectos y programas capaces de aumentar la generación de electricidad y reducir la intensidad energética del país.
Como un nuevo compromiso para aumentar la participación del sector privado en el ámbito de la energía en Turquía, el país está trabajando con varios asociados internacionales -incluida la Corporación Financiera Internacional (IFC)- para superar algunos de los riesgos comerciales y la incertidumbre regulatoria que acompañan esta transición.
Como parte de esta cooperación, la IFC está apoyando esas inversiones del sector privado en la generación de energía, donde solo el 37% de la capacidad de generación es de propiedad privada. Durante los últimos cinco años, la IFC aumentó significativamente su financiamiento de proyectos de energías renovables, e invirtió US$2300 millones en cinco proyectos del sector de generación. A través de sus inversiones en el sector eléctrico, la IFC ha llegado a 7,9 millones de clientes. También ha invertido unos US$700 millones en 17 proyectos de eficiencia energética, de los cuales más de la mitad se canalizó a través de bancos comerciales como el Is Bank, TSKB, Akbank, y Sekerbank para représtamos a proyectos de eficiencia energética.
Estas inversiones, que incluyen la inversión y la mayor sindicación que ha hecho la IFC -US$700 millones en Enerjisa (i) para el desarrollo de una central termoeléctrica de gas natural y 10 centrales hidroeléctricas- ya están empezando a tener un impacto. Desde el inicio de esta cooperación, la generación de energía en el país ha aumentado unos 3000 megavatios y 7,9 millones de consumidores de electricidad de todo el país están recibiendo un mejor servicio.
Sin embargo, más allá de la generación de energía, esta cooperación también hace hincapié en medidas que pueden ayudar a aumentar la eficiencia energética y reducir los impactos de todo el sector en el cambio climático. Las inversiones en empresas como Enerjisa y AkEnerji se centran en fuentes renovables como la energía hidroeléctrica, mientras que proyectos como el Proyecto Sostenible del TSKB trabaja para mejorar el medio ambiente mundial mediante la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y otros contaminantes convencionales.
Esta combinación del desafío inmediato de seguridad energética y los retos a largo plazo de la mitigación del cambio climático es un ejemplo del enfoque multidimensional que adoptan los responsables de la formulación de políticas de Turquía para mejorar la situación energética de todo el país. Haciendo coincidir sus medidas de desregulación y privatización con inversiones coordinadas con la IFC, los funcionarios pueden reducir y estimular la inversión del sector privado. Al centrar las inversiones en iniciativas que promueven la producción de energía y al mismo tiempo mitigan los impactos del cambio climático, estas empresas están invirtiendo en el presente y el futuro. Y al hacer todo esto, Turquía, como país, está transformando radicalmente su sector energético y trabajando para proporcionar energía limpia, confiable y asequible para todos.