Todos los días, la cooperativa Leite do Campo despacha 6.000 litros de yogur de fresa, piña y coco con destino a los supermercados y las escuelas cercanos ala localidad rural de São Pedro.
El líquido llena rápidamente los pequeños recipientes, mientras la operación es celosamente supervisada por un profesor de la Escuela Superior de Agricultura “Luiz de Queiroz”, una de las más prestigiosas del estado de São Paulo.
La fábrica (enlace en portugués) fue abierta en 2007 y es modesta si se compara con las grandes productoras lácteas del estado (el quinto de Brasil en volumen de captación de leche), pero aun así es un motivo de orgullo para los pobladores de la región.
Antônio Aristeu Soares, uno de los 120 proveedores de Leite do Campo asegura que haciendo yogur, no solo tiene una fuente regular de ingreso, sino que también puede ganar más. "Eso me incentiva a producir una leche de mejor calidad”, afirma.
“Con la cooperativa tuvimos el poder de solicitarle a la alcaldía que construyese una escuela de educación básica completa en la zona rural de São Pedro. Sin ella, mucha gente dejaba de estudiar en 4º grado”, recuerda José Lodovico Rinaldi, presidente de Leite do Campo.
Los niños y jóvenes que asisten a esta escuela son, naturalmente, los clientes preferidos de Leite do Campo, y diariamente reciben un yogur cada uno para complementar su merienda.
Esta experiencia convierte en realidad una de las principales conclusiones del estudio “Milk and Dairy Products in Human Nutrition 2013” (Leche y derivados lácteos en la nutrición humana), de la FAO (la agencia de Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura).
En el documento se señala que ese pequeño yogur de la merienda escolar aporta innegables beneficios a la nutrición y la salud de los niños, pero también “alimenta” las economías locales y a las comunidades más pobres.