En su aula improvisada, Daw Myat Marlar formuló un deseo para sus jóvenes estudiantes del delta del Ayeyarwady en Myanmar, una región densamente poblada pero que carece de energía. “Quiero que reciban educación para que tengan más oportunidades, y la vida no sea tan difícil para ellos como es ahora”.
El anhelo de Marlar refleja la cada vez mayor creencia que un futuro mejor es posible en Myanmar. (i) Desde 2011, una serie de reformas políticas y económicas ha comenzado a cambiar el país y ha iniciado una transición del conflicto a la paz, de un gobierno militar a una democracia, y de una economía cerrada a una abierta.
En medio del creciente reconocimiento internacional de este esfuerzo, el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, anunció un programa de US$2000 millones para ayudar a Myanmar a proporcionar a todos los ciudadanos un sistema universal de cuidado de la salud en 2030 y aumentar extraordinariamente el acceso a la electricidad, cuestiones que se consideran clave para la mejora de las condiciones de vida, las perspectivas de empleo y el crecimiento económico.
“La ampliación del acceso a la electricidad en un país como Myanmar puede ayudar a transformar una sociedad: los niños podrán estudiar de noche, los comercios estarán abiertos y las clínicas de salud dispondrán de iluminación y energía para potenciar una tecnología que salva vidas. La electricidad ayuda a poner fin a la pobreza”, señaló Kim, en su primera visita al país el 26 de enero.
Myanmar, también conocido como Birmania, es uno de los países más pobres de Asia oriental. Alrededor del 70% de la población —unos 40 millones de habitantes— vive sin conexión a la red eléctrica. Los apagones, las bajas de tensión y el racionamiento son comunes entre los que tienen acceso. Un porcentaje muy pequeño del producto interno bruto (PIB) nacional ha sido gastado en educación y atención de la salud, y un 32% de los niños menores de 5 años sufre de malnutrición. El país ocupa el puesto 182 entre 189 economías en términos de la facilidad de hacer negocios.
Sin embargo, Myanmar está tratando de cambiar las cosas. El crecimiento económico fue de 6,5% el año pasado debido al aumento de la producción de gas, los servicios, la construcción y las exportaciones de productos básicos. Se espera que este año la economía crezca a una tasa de 6,8%. El Gobierno está trabajando con la comunidad internacional, incluido el Grupo del Banco Mundial, para mejorar la infraestructura, la educación, el cuidado de la salud y el entorno para los negocios.
“El país está apurado por ponerse a la altura de sus vecinos”, como India, China y otras naciones emergentes de alto crecimiento, señaló Kanthan Shankar, gerente a cargo de las operaciones en Myanmar del Banco Mundial. “Hay mucho por hacer”.
Desde que el Grupo del Banco Mundial abrió una oficina en Myanmar, hace 18 meses, se han puesto en marcha dos proyectos y hay varios en tramitación, agregó. El Grupo del Banco está combinando financiamiento de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) , su fondo para los países más pobres, con esfuerzos para impulsar el sector privado y alentar la inversión mediante el ofrecimiento de seguros contra riesgos políticos.
La AIF proporcionará US$200 millones para ayudar a Myanmar a lograr una cobertura universal de la salud a más tardar en 2030. El financiamiento aumentará el acceso a servicios de salud esenciales para las mujeres y los niños y eliminará el sistema de financiamiento de servicios con recursos propios, que constituye, para los más pobres, un obstáculo a la obtención de servicios de atención de salud. Además, US$80 millones en donaciones ya están permitiendo que los pobladores de comunidades rurales puedan invertir, por ejemplo, en escuelas, carreteras y abastecimiento de agua. Otros proyectos pendientes incluyen: US$31,5 millones para aumentar el acceso a las telecomunicaciones en las zonas rurales, US$30 millones para respaldar la modernización de los sistemas de gestión de las finanzas públicas del país y US$60 millones para expandir un programa gubernamental que otorga donaciones a las escuelas y los estudiantes pobres.