Gilda Sevilla, madre de una niña que tuvo cáncer y que acaba de ser curada, habla frente a un auditorio lleno. Mientras, un adolescente con mascarilla y cabeza rapada por la enfermedad, se sienta y le dice a su padre que tiene dolor de estómago y mareos. Este joven es uno de los más de 60 menores que recibe tratamiento oncológico en el Hospital del Niño de La Paz.
“Tener un hijo con cáncer es la peor noticia que una madre puede recibir, y que no hayan condiciones para su cura es aún peor. Por eso celebramos y agradecemos la refacción de estos ambientes, para beneficio de nuestros niños enfermos”, afirma Gilda, mientras su hija de 8 años corre a su lado y abraza su cintura ante la sorpresa de los asistentes al acto de inauguración de las obras de reconstrucción del área de Oncohematología de ese centro de salud.
Para el tratamiento de su hija, Gilda tuvo que hacer un esfuerzo económico muy grande y llevarla a Argentina, lo que no todos los padres de los niños enfermos pueden hacer. Hasta antes de la remodelación, la unidad para niños con cáncer, apenas contaba con 13 camas permanentes, los otros casos debían ser obligadamente ambulatorios.
En el auditorio es fácil identificar a los menores hospitalizados, todos, o por lo menos la mayoría, llevan mascarillas, no tienen cabello o están en silla de ruedas. Unos, los más grandes, siguen con expectativa los discursos, otros, los más pequeños ponen atención para tratar de entender. Pero todos, como asegura Gilda, “son diarios luchadores”, que pese a las adversidades, se levantan y siguen batallando.
Además de la readecuación de los ambientes existentes, la mejora del sistema sanitario y de agua potable, se realizó la compra de equipo especializado para los tratamientos de quimioterapia, que significaron un presupuesto mayor a $US 28,000, financiado por el Banco Mundial, en el marco del proyecto de Expansión del Acceso para reducir Inequidades en Salud. Asimismo, se tiene previsto firmar en breve un convenio de financiamiento de toda una infraestructura con mayor capacidad con el fin de realizar trasplantes de médula.
Para Astrid Riveros, la única especialista que trabaja en la unidad de oncología, “contar con ese nuevo bloque va a significar también poder hacer diagnósticos de laboratorio más precisos referidos a las infecciones que atacan a nuestros niños con cáncer”.
“Actualmente se estima que se identifica en Bolivia a un 60% de los casos de niños con leucemia, pero, sin duda el próximo paso debe ser aumentar la capacidad para identificar de manera más rápida esos casos para iniciar también precozmente los tratamientos que salven sus vidas y que sean menos costosos”, comenta André Medici, experto en salud para América Latina del Banco Mundial.