La pobreza sigue siendo un verdadero problema en Europa y Asia central.
Como porcentaje de la población, el número de personas que viven con US$1,25 o menos al día en la región fue de 0,7% en 2010, según datos del Banco Mundial. En cambio, esta cifra llegó a 31% en Asia meridional y 48,5% en África al sur del Sahara.
Pero en Europa y Asia central (ECA), el monto de US$1,25 al día rara vez es suficiente para sobrevivir.
El mayor, y más singular, problema que las familias enfrentan en ECA es el duro y muy frío invierno que dura varios meses.
Aquí esta estación del año se traduce en temperaturas de -30 °C (-22 °F), que a veces descienden hasta -45 °C (-49 °F) en las partes más frías de la región.
Este frío riguroso hace que las familias deban gastar una cantidad significativa de dinero no solo para mantenerse abrigados, sino también para asegurarse de recibir la cantidad mínima necesaria de calorías para sobrevivir al invierno.
Un hogar promedio de la región destina más del 7% de sus ingresos a energía y alimentos, en comparación con el 4,7% en Asia oriental y el Pacífico y el 4,6% en América Latina y el Caribe.
Estos costos se suman y hasta con US$2,50 al día por persona, las familias de la región tienen problemas para financiar la calefacción y los alimentos, mucho menos otros gastos de subsistencia. Estos hogares se consideran extremadamente pobres. Hay otros que, si bien subsisten con US$5 al día y su lucha no es tan grave, viven en condiciones similares de pobreza.
Cuando se tienen en cuenta estas condiciones, la cifra de pobres en Europa y Asia central llega a 80 millones.
Qué dicen las familias en ECA
Es difícil imaginar cómo se puede vivir con US$2,50 o US$5 al día.
Sin embargo, es la realidad de millones de personas en la región. El Banco Mundial habló recientemente con varias familias en Armenia, República Kirguisa, Polonia y Serbia para conocer sus problemas de primera mano.
Los integrantes de ellas hablaron de su vida cotidiana y las difíciles decisiones que deben tomar constantemente porque sus ingresos son a menudo insuficientes para cubrir hasta las necesidades básicas diarias.
Mencionaron sus dificultades, y en varios casos, expresaron su constante impotencia y frustración. Pero también manifestaron que tenían esperanza, y cuánto querían y creían en un futuro mejor para sus hijos.
Estas familias son el rostro de la pobreza en Europa y Asia central.
Cuestiones clave
Aunque cada familia tiene una historia propia para contar, algunos temas comunes surgieron varias veces en las conversaciones.
Casi todas las decisiones que toman dependen del pago de la calefacción y los alimentos, que son esenciales para sobrevivir a los inviernos implacables en la región. Pero lidiar con estos gastos deja a estas familias con poco o casi sin dinero, lo que a menudo significa que otros pagos vitales -como las cuentas médicas o los aranceles escolares- tienen que ser postergados o eliminados por completo.
Dos hogares en la República Kirguisa y uno en Serbia destacaron cómo estos gastos tienen un grave efecto en sus vidas.
La mayoría de las familias entrevistadas por el Banco Mundial dijo que la falta de acceso a empleos buenos y estables era la causa fundamental de la pobreza. Muchos adultos en edad de trabajar estaban desempleados y los que trabajaban solo lo hacían unas pocas horas a la semana o por temporadas y no recibían buenos salarios.
Esta cuestión fue destacada durante las conversaciones que el Banco Mundial mantuvo con esta familia en Polonia.
Ante la falta de puestos de trabajo, los programas sociales eran con frecuencia la única fuente de ingresos, convirtiéndose así en la máxima red de protección social.
Varios adultos de estas familias dijeron que, si bien tenían pocas esperanzas de que su situación cambiara pronto, estaban seguros de que sus hijos podrían salir de la pobreza y tener una vida mejor si continuaban con su educación hasta la universidad, lo que a su vez los ayudaría a encontrar buenos empleos.
En Armenia, la educación es la mayor esperanza que una familia tiene para un futuro mejor.
El proyecto “Rostro de la Pobreza” presenta las historias de estas familias contadas por ellas mismas de una manera convincente, las cuales ponen en el centro de la atención pública una realidad de la región que a menudo se olvida.
También tiene como propósito mostrar cómo el financiamiento y la asesoría entregados por el Banco Mundial pueden ayudar a los países de la región a abordar las necesidades de los más vulnerables, y apoyar el objetivo del Banco de acabar con la pobreza y promover la prosperidad compartida.