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¿Cómo pueden las economías emergentes reducir la pobreza si muchos de sus jóvenes ingresan al mercado laboral sin las habilidades que necesitan para tener éxito? La Corporación Financiera Internacional (IFC) está trabajando para reducir esta brecha crucial.
Más de 61 millones de niños de las naciones en desarrollo no reciben ningún tipo de educación, y más de la mitad de ellos son niñas. En algunos países, hasta la mitad de los estudiantes que ha asistido a la escuela primaria no puede leer una oración, y un tercio no puede hacer operaciones matemáticas básicas. Los modelos de educación tradicionales no están proporcionando a estos alumnos el acceso a educación de alta calidad que necesitan para poder ingresar mejor preparados a la fuerza laboral.
IFC considera que la enseñanza privada puede contribuir de manera significativa en los mercados emergentes, al complementar los esfuerzos de los Gobiernos por proporcionar educación a los pobres. En poco más de una década, la Corporación ha invertido más de US$700 millones en 94 proyectos en 35 países destinados a la educación de los niños y la creación de oportunidades para los profesionales jóvenes. Estas iniciativas apoyan a cerca de 1 millón de estudiantes al año y dan empleo a unas 50 000 personas. Aproximadamente, el 37 % de estos proyectos se desarrollan en los países más pobres del mundo.
La tecnología puede mejorar la educación primaria
Consideremos, por ejemplo, a Diana, una alumna primaria de Nairobi en Kenya. En su escuela anterior, los maestros estaban ausentes de las clases cerca de un tercio de las veces. Y cuando estaban presentes, enseñaban solo un promedio de tres horas y media por día. “Los profesores... no enseñaban todas las materias”, cuenta Diana. “Rara vez calificaban mis tareas”.
Hoy en día, ella es monitora de sexto grado en la Academia Internacional Bridge, (i) un establecimiento privado de educación primaria de alta calidad para niños de familias pobres. Los derechos de matrícula de la escuela son mínimos y promedian unos US$7 al mes. Aquí se usa un modelo innovador para garantizar que los estudiantes reciban todas las horas de clase. Los maestros utilizan tabletas (computadoras portátiles) para presentar las lecciones preparadas por un equipo de primera línea. A través de estos mismos aparatos se hace un seguimiento de su uso por parte de los profesores y de cuando estos completan las lecciones e ingresan las calificaciones. Además, las tabletas se emplean para ofrecer orientación profesional a los maestros.
Bridge tiene como objetivo matricular 10 millones de niños antes de fines de 2025 y Diana es uno de ellos. Gracias en parte a una inversión de US$10 millones de IFC durante este año, la Academia podrá ampliar sus actividades a otros países en desarrollo, aumentando la calidad de la educación, asegurando que los profesores estén plenamente comprometidos con sus tareas educativas y manteniendo a más pequeños en la escuela.
Vincular la educación con el empleo
En la educación superior, las clases están a menudo desconectadas de las necesidades que tienen los empleadores. Este déficit es especialmente grave en Oriente Medio y Norte de África, donde más del 25 % de los jóvenes está desempleado, a un costo económico estimado de hasta US$50 000 millones. El presidente interino de Túnez, Moncef Marzouki, ha descrito incluso las universidades de su país (i) como “fábricas para capacitar a personas sin trabajo”.
Desde 2012, IFC ha colaborado en la iniciativa “E4E” (Educación para el Empleo), (i) que reúne a asociados públicos y privados de la región con el fin de desarrollar un sector educativo más orientado hacia el mercado de trabajo. El objetivo es mejorar la educación postsecundaria y la formación profesional, para que las escuelas puedan abastecer de trabajadores mejor capacitados a industrias clave como el turismo, la salud y la construcción.